domingo, 7 de octubre de 2007

La vida de Milarepa. Parte II.


La vida de Milarepa. Parte II.Por: Brooke Webb
De todas las historias escritas, ninguna se acerca tanto a sonar como ficción que la verdadera historia de Milarepa, que trae consigo las poderosas condiciones humanas arquetípicas empleadas en el mito, amor, odio, magia, celos, trascendencia e iluminación.


Esta es la segunda mitad de la historia de Milarepa. El siguiente párrafo provee una breve sinopsis de la primera parte de la extraordinaria vida de este gran yogui que fue presentada en el número anterior.
Fue para vengarse de las estafas de sus parientes que Milarepa aprendió magia negra y llevó a la muerte a los enemigos de su madre. Luego actuando con intenso remordimiento se decidió buscar un maestro completamente iluminado para revertir las consecuencias kármicas de los daños ocasionados. Bajo la dura tutela de su Lama, Milarepa se fortaleció a través de la humillación y la dificultad constante. Finalmente luego de recibir las bendiciones de Marpa para practicar el Dharma budista, Milarepa aplicó su tenacidad inquebrantable hacia la meditación para lograr la iluminación.
Fue durante un largo período de meditación que Milarepa tuvo un sueño en el cual vio que su amada madre había muerto. El sueño provocó un casi irresistible deseo de ver su tierra natal de nuevo. Atravesando las paredes de la cueva de su retiro Mila fue a ver inmediatamente a Marpa. El Lama, habiendo despertado de su sueño se sorprendió de ver que su estudiante había roto su estricto retiro. Viendo el estado emocional de Mila y el deseo de ver a su familia, le permitió a su hijo pródigo abandonar las montañas del Sur de Lhotrak. Sin embargo, predijo que ellos, Lama y estudiante, no se reunirían de nuevo en esa vida. Justo en el momento en el que despertó, el sol alumbraba la frente del Lama y su esposa traía comida, Marpa vaticinó que Milarepa haría que las enseñanzas del Buda brillaran como el sol al tiempo que sería alimentado por comida espiritual.
Marpa procedió a dar a su estudiante una transmisión iluminada dada originalmente por las dakinis y la cual fue ordenada por Naropa que se transmitiera sólo a Milarepa de entre todos los discípulos del Lama.
El Lama prometió que no había guardado una sola enseñanza y alentó a Mila y a las futuras generaciones a no repetir el severo estilo de trato hacia sus estudiantes, el cual fue utilizado hacia Milarepa. Con ese consejo Marpa le cantó a su estudiante:
Contemplando la vida de los maestros,
Uno observa que aún el deseo por más instrucción es una distracción.
Mantén la esencia de las enseñanzas a salvo en tu corazón.
Muchas explicaciones sin la esencia son como árboles sin fruto.
Aunque todas son conocimiento, no hay una verdad definitiva.
Conocerlas todas no es el conocimiento de la verdad definitiva.
Mucha dilucidación no trae beneficio espiritual.
Aquello que beneficia el corazón es nuestro tesoro sagrado.
Si deseas ser rico concéntrate en esto.
El Dharma es el medio hábil para sobreponerse al sufrimiento.
Si deseas estar seguro concéntrate en esto.
La mente cabalgando sobre la mente es un caballo incansable.
Tu propio cuerpo es un santuario y una mansión celestial.
La meditación sin distracción y la acción es la mejor de todas las medicinas.
A ti que tienes el impulso hacia la iluminación
Te he dado las instrucciones sin esconder nada.
Yo, mi instrucción y tu,
los tres están colocados en tu mano hijo mío.
Puedan prosperar y traer ramas y frutos.
Sin que decaigan, se disuelvan o se deterioren.
El Lama Marpa finalizó su canción y colocando sus manos en la cabeza de Milarepa dijo: "Hijo, tu partida rompe mi corazón. La impermanencia es la marca de todas las cosas compuestas. No podemos hacer nada al respecto."
Milarepa se quedó unos días mas con Marpa quien continuó dándole intensas instrucciones. Mostró sobre ellos en el espacio, en formas de luz, muchos de los yidams y otros símbolos auspiciosos. Esas maravillas aparecieron directamente de la maestría completamente iluminada de todos los fenómenos. Marpa realizó esos milagros específicamente para marcar la ocasión de la partida de Milarepa y para transmitirle profundas bendiciones.
El Lama le preguntó a Mila, "Hijo, has visto y ¿confías en esas transformaciones?".
"Estoy tan conmovido que no puedo más que confiar. Pienso que debería tratar de ser capaz de hacer cosas similares con la meditación", respondió Mila con la voz quebrada.
"Bien, si es así, hijo, puedes irte ahora. Ya que he identificado todas las cosas como ilusión, practica acordemente. Toma refugio en las montañas, las nieves o los bosques." Marpa dio los nombres de todas las montañas sagradas donde Mila debía levantar la bandera de la meditación.
"Si meditas servirás a tu lama, mostrarás gratitud a tu padre y madre y realizarás las metas de los seres sintientes." Con ese consejo Marpa estalló en lágrimas, prometiendo encontrarse con su hijo espiritual en la tierra de las dakinis. Previniendo un obstáculo para la practica de Milarepa en el futuro, Marpa le dio un pliego sellado, para ser abierto sólo en caso de que grandes problemas surjan.
Aquella noche, los dos, lama y estudiante durmieron muy cerca el uno del otro. En la mañana Dagmema entró al cuarto llorando de tristeza ante la inminente partida de Milarepa. El Lama le dijo: "Dagmema, ¿por qué lloras?. ¿Porque Mila ha obtenido las instrucciones de la tradición oral de su lama y porque va a meditar en las montañas? ¿Hay alguna razón para las lágrimas? La verdadera causa para las lágrimas es el pensamiento que todos los seres sintientes que son potenciales Budas aún no están conscientes de esto y mueren en la miseria, y lo que es especialmente una causa para las lágrimas es el pensamiento de que una vez que han alcanzado la condición humana, siguen muriendo sin el Dharma. Y si lloras por esto debes llorar incesantemente."
Esa mañana, acompañado por su adorado lama y esposa por una parte del camino, Milarepa partió hacia Kya Ngatsa y su tierra natal.
A su llegada allí, las cosas eran como en su sueño. Su casa había caído en ruinas y la maleza había crecido. Y en el centro de la destrucción yacían los restos del esqueleto de su madre. Debido al temor de las deidades guardianas de Mila, nadie se había atrevido a realizar una cremación en el lugar.
En ese momento de conmoción, Mila estalló en una espontánea canción vajra para liberar su dolor:
Aquí en la demoníaca prisión de mi tierra natal
Encontré un maestro de la ilusión efímera
Cuando había una madre, no había un hijo
Ahora que he venido, mi anciana madre ha muerto
Nuestro encuentro fue una ilusión
Yo, el hijo, practicaré el verdadero Dharma.
Voy a meditar en la roca blanca del diente de caballo.
Cuando había una casa, no había un maestro.
Ahora que el maestro ha llegado, esta en ruinas.
Nuestro encuentro fue una ilusión.
Yo, el hijo, practicaré el verdadero Dharma.
Voy a meditar en la roca blanca del diente de caballo.
La casa, las tierras y campos
son un mundo sin verdadero beneficio.
Deja a los ignorantes tomarlos
Como un ermitaño iré a buscar la liberación.
Con ayuda de su antiguo tutor de niño, Mila convirtió los huesos de su madre en figuras budistas y las colocó en una estupa. Estallando en lágrimas Mila pensó en su pérdida: "otros no han conocido tal desgracia. Para aquellos que no piensan en el sufrimiento de la muerte y los reinos bajos, los placeres sensoriales de la vida pueden ser suficientes. Para mi todas las cosas de la vida me llevan a meditar con un completo desinterés por la comida, la ropa o el reconocimiento."
Milarepa, tomando algunas provisiones donadas, fijó su residencia en una cueva en la montaña detrás de su casa. Aquí se embarcó en su carrera como un yogui de montaña solitario con varios meses de intensa meditación. Eventualmente sus provisiones se terminaron y sintió que estaba incapacitado para mantenerse mucho tiempo. De modo de continuar su meditación decidió mendigar comida a los hombres del pueblo. Y ¿quién estaba allí? La causa de todos los pesares de su familia, su tía. Reconociendo al ingrato sobrino, la tía se ensañó contra su desnutrido pariente con piedras, palos y una lluvia de golpes, casi muerto Mila le rogó misericordia.
La tía de alguna manera se conmovió con la petición de su sobrino. Detuvo el ataque y le ofreció algunas provisiones. Inconscientemente Mila se lanzó hacia la tienda de su tía. A pesar de su apariencia de cadáver, fue inmediatamente reconocido por su pariente que también había combatido furiosamente a su familia. Una vez más, a pesar de correr con todas las fuerzas que los músculos de sus piernas le permitían una lluvia de flechas y piedras lo alcanzaron en su espalda. Muchos pobladores se unieron al tío en el ataque a su viejo enemigo. Para salvar su vida, Mila invocó fuertemente a sus deidades guardianas bebedoras de sangre para volverse en contra de sus atacantes. Tal fue el temor provocado por su invocación que aún los más fieros entre los lanzadores de rocas se acercaron a brindarle ofrendas a Mila. La excepción fue su propio tío.
Milarepa también acudió a Zessay, la chica con la cual estaba comprometido en su juventud. Se vio obligado a explicarle que ningún matrimonio tendría lugar. "Yo he abandonado todo y a todos. No esperes de mí que sea un hombre en el sentido ordinario," dijo. Zessay no podía entender ese tipo de practica espiritual que parecía opuesta a la de los religiosos que ella conocía. Ella le dijo: "nunca he visto a un devoto religioso como tu. Luces aún peor que un mendigo. ¿Que clase de Mahayana es ese que tu estas siguiendo?". Mila replicó: "aquellos que piensan solo en las metas mundanas se contentan con estudiar algunos libros religiosos. Se regocijan de sus propios éxitos y de las fallas de otros. En nombre de la religión amasan tanta riqueza y fama como pueden. Toman nombres sagrados y se visten de hábitos amarillos. Yo me he alejado de ellos y siempre lo haré." Luego de escuchar sobre la intención de Mila de lograr la iluminación a través de las austeridades, Zessay se negó a recibir las propiedades de Mila como un regalo. Sin embargo, luego de su partida su suspicaz tía apareció, la mujer había recibido comentarios que su sobrino ya no necesitaba las tierras ni la casa. Ella vino con una proposición. Ella cultivaría el potencialmente lucrativo campo y a cambio le daría a su sobrino provisiones. Lo cual Mila aceptó gratamente.
Milarepa fue capaz de meditar por dos meses más antes de ser visitado nuevamente por su tía. La conspiradora mujer ahora traía una generosa provisión de comida junto con la petición de que Mila hiciera sus prácticas meditativas en alguna otra parte y que dejara de envenenar el buen nombre del valle con sus espíritus guardianes. Mila aceptó irse, y le pidió a su tía que tomara no sólo el campo sino también la casa, habiendo hecho esto cantó:
Todo lo que uno acumula
Se vuelve propiedad de nuestros enemigos
El precio que mi tía pagó por mi campo es su avaricia
Poseer alguna parte de esto me causaría
un renacimiento entre los espíritus hambrientos
Las palabras de mi tía son palabras de ira.
Si yo hablara el mismo lenguaje
nos destruiríamos el uno al otro.
Tía, toma mi casa y campo.
Tómalos y que puedas ser feliz.
Es a través de la compasión que nos sobreponemos a los demonios.
La calumnia es lanzada al viento, y yo me vuelvo hacia metas más altas
O gracioso lama, inmutable en esencia,
Bendice a este mendigante, para que pueda completar su vida
en la soledad de las montañas.
Milarepa partió la siguiente mañana y se fue a la cueva de la roca blanca del diente de caballo. Reforzando su voto de la meditación incesante, hizo la promesa de no descender a un lugar habitado. Cantó:
No descenderé por ropa aunque muera de frío
No me involucraré en placeres y distracciones ordinarias,
aunque muera de tristeza.
No descenderé a buscar medicina
aunque muera enfermo.
Trabajaré para convertirme en un Buda.
Es mejor morir que vivir como un ser humano que rompe sus votos
por no esforzarse hacia la autorealización.
Oh, océano de las deidades guardianas,
destruyan mi vida instantáneamente con cualquier violación.
Invocando a su lama, Milarepa enfrentó a todas las fuerzas distractoras y se enfocó únicamente en la práctica de la meditación. Su cuerpo se debilitaba por la falta de comida nutritiva, Mila invocó a su lama con gran intensidad. En un sueño le aparecieron practicantes femeninas y le mostraron los métodos para unir el cuerpo, habla y mente a través de posturas yóguicas hasta que el gozoso calor del tummo surgiera. Seguidamente, un éxtasis y calor interno comenzó a ascender en su cuerpo. Transcurrió un año entero en meditación virtualmente sin distracciones. Entonces surgió la necesidad de refrescarse a sí mismo abandonando su solitaria residencia. Mila entonces recalcó su voto y se llenó de coraje a sí mismo con una canción:
Noble Milarepa, pueda esta canción ser
un recordatorio y tu ayuda.
Tu has cortado con la multitud
y su charla placentera.
No permitas pensamientos divagantes,
deja la mente estar tranquila.
Si los permites, sucumbirás a los
pensamientos insanos.
No te distraigas, no te distraigas
Esta atento.
Si estás distraído, tu devoción
será arrastrada por el viento.
No abandones, no abandones, quédate donde estás.
Si abandonas tus pies tropezarán contra una piedra.
No busques placer, sino contrólate a ti mismo
Buscar placer no tiene ningún propósito
No duermas, no duermas, medita.
Si duermes, los cinco venenos de la corrupción
te sobrecogerán.
Habiendo fortalecido esa resolución, Milarepa meditó noche y día por tres años más. Cada año consumía un saco de cebada y nada más. Cuando todo esto se le acabó, Mila encontró que se podía mantener a base de una sopa elaborada de ortigas, que crecían justo en la entrada de su cueva. Desnudo y sin ningún otro tipo de comida, su pelo se volvió gris, su cuerpo era como un esqueleto y la piel se le torno verdosa.
Paso otro año. Un día un grupo de cazadores se colocaron alrededor de la cueva y, viendo a Milarepa, pensaron que habían visto a un fantasma. Pidiéndole comida abusaron física y verbalmente del debilitado yogui, levantándolo y lanzándolo al suelo una y otra vez. De entre ellos uno persuadió a los demás de detener esa estupidez. Luego de manera desconocida para Mila, todos excepto el que había intercedido, experimentaron tener sus ojos fuera del cuerpo mientras el líder era asesinado. Otro año de meditación solitaria transcurrió antes de que otro grupo de cazadores se acercaran a la cueva. Una vez más los visitantes huyeron espantados luego de ver la fantasmagórica condición de Milarepa. Uno de los que huyó, siendo de naturaleza más gentil, le dejó una buena porción de sus provisiones y su practica se fortaleció. Su gozo y claridad se incrementaron como nunca antes. Milarepa comió la carne con prudencia para ahorrar provisiones y eventualmente la carne se volvió comida para las larvas. Mila optó por pensar que ellos habían obtenido su pago y volvió a su dieta de ortigas.
Así que transcurrió otro año, y una vez más llegaron cazadores demandando comida. Ese hombre, del pueblo de Mila, de alguna manera lo reconoció por los agujeros en sus dientes. Mila les preparó un resplandeciente festín de ortiga. Tan desagradable era aquella comida que no pudieron con más de un bocado y se dieron cuenta que se habían encontrado posiblemente con el hombre más miserable y pobre de la tierra. Contrario a su opinión, Milarepa les explicó, "renunciando al mundo y meditando en estas montañas solitarias, estoy tratando de alcanzar la meta en la eternidad. He sacrificado la comida, vestido y el status destruyendo por lo tanto a los enemigos, la pasión y los prejuicios en esta vida. Ningún hombre ordinario es más valeroso o con más altas aspiraciones que yo. Aunque ustedes han nacido en un país en el cual las enseñanzas del Buda se han diseminado, no tienen la inquietud de escuchar el Dharma. No hay conducta más peligrosa que la de acumular fallas poco a poco y mano a mano, esto llena la profundidad y duración del infierno." Milarepa les cantó la canción de las cinco felicidades:
Estoy feliz con el duro cojín debajo de mí,
Estoy feliz con la cobija de algodón que me cubre
Estoy feliz con la cuerda de meditación que me mantiene derecho
Estoy feliz con este cuerpo fantasmagórico,
Ni hambriento, ni saciado.
Estoy feliz con mi mente
que ha ganado destellos de sabiduría de la realidad.
No soy infeliz, soy feliz.
Ahora el sol se oculta.
Vuelvan a sus casas.
Ya que la vida es muy corta y la muerte ataca sin avisar.
Yo que me esfuerzo hacia la Budeidad
No tengo tiempo para palabras inútiles
Así que déjenme con mi contemplación.
Los cazadores partieron. Luego ese hombre, habiéndose aprendido la canción de Mila de memoria, cantó esas palabras durante un festival en Kya Ngatsa, la propia hermana de Milarepa, Peta, ahora una mendigadora errante, escuchó la canción. Comenzó a llorar, "cualquiera que cante esa canción es un Buda." El hombre se rió mientras le decía que el autor de esos versos era su propio hermano, ahora a punto de morir de hambre. Pidiendo una jarra de cerveza, Peta se apresuró a buscar a su hermano a quien no había visto en años. Sin embargo habiéndolo encontrado era incapaz de reconocerlo. Sus ojos se habían hundido en su forma esquelética su cabello gris caía en largas y salvajes cascadas alrededor de él, y su piel se había vuelto verde. Fue sólo su voz la que la hizo recordar. Pensando que la desgracia era la responsable del estado de su hermano, ella también concluyó que era la criatura más miserable sobre la tierra. Mila respondió explicándole que los tres reinos inferiores eran infinitamente más terribles que su propia miseria. Luego de beber la cerveza y comer la comida que traía la hermana, se hizo casi imposible meditar debido a que la sensación de hambre se había incrementado hasta el punto de volverse totalmente envolvente. Viendo esto como el peor de los obstáculos, Milarepa rompió el sello del pergamino de Marpa, este contenía las instrucciones sobre las practicas yóguicas y especialmente el consejo de tomar comida nutritiva.
Siguiendo esto el entendimiento de Mila se incrementó como nunca antes. Ganó profundos destellos de sabiduría en la interdependencia de todas las cosas relacionadas con el samsara y el nirvana. El Samsara existe solo como un punto de vista distorsionado mientras que el nirvana es la perfecta consciencia sin distracciones. La fuente de ambos estados los observó como una consciencia luminosa y vacía en sí misma. Mila entendió que la base de todos los métodos Vajrayana es la transformación de las experiencias sensoriales en logros espirituales.
Redoblando sus esfuerzos, Milarepa meditó en sus yidams y poderes milagrosos comenzaron a manifestarse. Experimentó la capacidad de levitar y cambiar su cuerpo a voluntad. En la noche a través de sueños Mila podía transformarse en diferentes cuerpos espirituales y materiales, visitando los reinos de los Budas para recibir enseñanzas y dar enseñanzas el mismo. Su cuerpo podía ser de llamas flameantes o de chorros de agua. Era capaz hasta de volar a través del espacio y los granjeros en el valle se sorprendían con el espectáculo inspirador de ver a un hombre volando sobre sus cabezas a plena luz del día.
Seguidamente, Mila determinó que era el momento de mudarse a otra área antes de que sus recientes travesuras crearan mucha perturbación. Levantando su vasija de cocinar con su estado debilitado se le resbaló y cayó al suelo en piezas rotas. El endurecido residuo de las ortigas se mantenía intacto exactamente en la forma de la vasija. Mila cantó:
En el mismo momento en el que tenía una vasija
no tenía una vasija.
Ese ejemplo demuestra completamente la ley de
la impermanencia de las cosas.
En particular, demuestra la condición humana.
Si es así, yo, el ermitaño Mila,
me dedicaré a meditar sin distracciones.
La preciosa vasija contiene mi riqueza.
Se hace mi maestro en cada momento que se rompe.
Esa lección sobre la impermanencia inherente
de las cosas es una gran maravilla.
Una vez más aparecieron cazadores y una vez más alimentaron al yogui ermitaño. Luego Milarepa partió hacia una cueva en Kyiphuk donde meditó por unos meses y su experiencia interna se profundizó aún más. Aquí su hermana Peta eventualmente lo bajó de la montaña para intentar que su excéntrico hermano se vistiera y se alimentara adecuadamente. Le llevó ropas con las que insistió que se cubriera. Cuando partió a mendigar provisiones, Mila confeccionó una envoltura para sus dedos y órganos sexuales. Su hermana se ruborizó ante la falta de vergüenza de su hermano. Mila explicó, "soy un realizador que busca el bien esencial de su preciosa vida humana. Sabiendo lo que es la vergüenza me he mantenido fiel a mis votos y preceptos, hermana, tu sólo te ruborizas ante mi desnudez."
Peta ahora se volvió más y más abierta a la sabiduría de su hermano y recibió de él consejos y prácticas de meditación. Milarepa continuó meditando día y noche.
El tío de Mila había muerto y su tía había caído en un estado de terrible remordimiento por su avara y egoísta forma de ser. Comenzó a buscar en todas partes alguna instrucción de cómo conseguir a su sobrino Milarepa, el asceta legendario del Tíbet, eventualmente encontró el tronco que unía la cueva de Mila con un precipicio. Peta reconoció inmediatamente a su tía y removió el tronco pidiéndole a su hermano que despachara al pesado visitante. Luego, en respuesta a las desconsoladas súplicas de su tía por una audiencia Mila dijo: "En principio, he abandonado todo apego a los parientes, y especialmente a mi tía y tío. Primero nos llevaron a la miseria. Aún luego cuando comencé el camino religioso y fui donde ustedes mendigando, brutalmente me castigaron. Esa es la razón por la que no tengo nada que ver contigo."
La tía confesó su ira y su manera deshonesta y pidió durante horas el perdón de su sobrino, amenazando suicidarse si se negaba. Eventualmente, en contra del juicio de su hermana, Mila recibió a su tía dándole extensas enseñanzas, y se volvió una realizadora del Dharma que alcanzó la liberación a través de la meditación.
Milarepa continuó meditando año tras año en las cuevas especificadas por su lama. Había momentos en los que el invierno era muy frío y la nieve se hacía muy gruesa y nadie podía creer que había un yogui desnudo meditando en tales cuevas, muchos aseguraban que seguramente Milarepa había muerto. El ermitaño se hizo legendario y empezó a tener valiosos estudiantes, tanto hombres como mujeres, de todas partes del Tíbet. Sus enseñanzas se transmitieron a través de las "dohas", canciones espontáneas que originaban un despertar puntual en los que escuchaban. El líder entre sus estudiantes era Rechungpa, el más querido y cercano discípulo de Milarepa. Sin embargo estaba el monje Gampopa que eventualmente tomó el trabajo como su sucesor, sostenedor de la transmisión iluminada del linaje de transmisión oral.
Encontrándose un día con algunos de sus discípulos, algunos confesaron sus dudas sobre su propia habilidad para mantenerse en el curso, y estaban seguros que Milarepa, que había realizado tan impresionante poder, era un Buda encarnado, o al menos el renacimiento de un boddhisattva del más alto nivel. El maestro respondió a estos malentendidos: "nunca he escuchado que tipo de encarnación soy. Puede que sea una reencarnación de los tres reinos inferiores, pero si ustedes me ven como un Buda recibirán su bendición." El maestro continuó: "Todo aquel que de todo corazón confíe en el karma y tema el sufrimiento de los reinos bajos, surgirá en él una gran aspiración por la iluminación. Lo llevará a volverse devoto de un Lama, de la meditación y poseer una profunda sabiduría. Es posible para cualquier hombre perseverar de la manera que yo lo he hecho. Considerar a un hombre con tal perseverancia como un Buda es un sigo de no confiar en el camino corto. Reflejado en el karma, la miseria del ciclo de las existencias, el valor de un renacimiento humano y la incertidumbre de la hora de la muerte." Explicó que era el temor a esas cosas, lo que lo había llevado a las montañas.
Un día en la región de Drin, Milarepa fue invitado a presidir una boda. Un lama altamente influyente llamado Geshe Tsakpuhwa estaba también presente. El ambicioso geshe hizo una postración hacia el reverenciado ermitaño Milarepa, esperando que se le retornara en gentilezas por parte de sus muchos benefactores. Tales frivolidades no eran el estilo del maestro. Decidido a desenmascarar al presumido impostor, el celoso geshe pidió a Mila interpretar algunos textos de lógica budista. Mila contestó: "por supuesto que conoces el significado conceptual del texto. El significado espiritual se encuentra al abandonar las reacciones mundanas y el ego personal, a través de la destrucción de falsas percepciones de la realidad y meditando. Aparte de eso, argumentar sobre las palabras es totalmente inútil si uno no practica el Dharma. Nunca he estudiado lógica y si alguna vez lo hice lo he olvidado ahora." El maestro rompió en un canto:
Habiendo meditado en mi Lama,
He olvidado a aquellos que son poderosos e influyentes.
Habiendo meditado en las instrucciones de la tradición secreta,
he olvidado los libros de dialéctica.
Habiendo asimilado la enseñanza en el flujo de mi consciencia.
Olvidé involucrarme en polémicas doctrinales.
Habiendo vivido en la humildad en cuerpo y mente,
he olvidado el desdén y la arrogancia de los grandes
Habiéndome involucrado más en lo espiritual que en las letras,
olvidé como jugar con las palabras.
Como tu eres un maestro, explica la disertación tu mismo.
El Geshe, gritando y poniéndose rojo, replicó: "Si yo lo hiciera, tu discurso no iría muy lejos." Los ayudantes del Geshe, avergonzados por su ruda actitud, se las arreglaron para silenciar al ambicioso lama. El humillado hombre planeando venganza le prometió a su concubina una costosa turquesa por llevar un yogur envenenado a la cueva de Milarepa. Mila envió a la mujer de vuelta, pidiéndole que volviera luego con la bebida. Luego de recibir la turquesa, la mujer fue enviada por el Geshe de vuelta a la cueva del maestro para llevarle la endemoniada ofrenda. "Así que", dijo Milarepa luego de recibir el generoso regalo, "te han dado la turquesa por la acción que estás llevando a cabo." Temblando de temor, la mujer calló al piso y lloró de remordimiento, pidiéndole al maestro que le devolviera la mortal comida. Mila le explicó a la mujer que podía beber la pócima para satisfacer al Geshe y para asegurarse de que ella obtuviera la turquesa. Prometiendo purificar el karma negativo de la mujer, Milarepa tomó el brebaje.
El maestro, ahora mejor con los años, llamó a sus estudiantes a lo ancho y largo para reunirlos alrededor de él. Siguiendo una gran fiesta ritual dio continuas enseñanzas a los seguidores laicos, monásticos y yoguis sobre el karma y la naturaleza última de la realidad. Una cubierta de arcoiris se manifestó en el cielo y muchos practicantes fueron capaces de ver incontables apariciones milagrosas, dentro del espacio mismo. Cayeron flores de diferentes colores y una música y fragancia celestial llenaron la atmósfera. Muchos también vieron el cielo llenarse de dioses que venían a escuchar el discurso del maestro.
Si deseas sinceramente evitar el sufrimiento,
evita cualquier acción dañina hacia otros seres.
Practiquen incesantemente por la purificación,
Disuelvan la ignorancia y acumulen mérito.
Si lo haces no sólo verás
Las amorosas deidades del Dharma que vienen a escuchar,
sino que las percibirás dentro de ti mismo
El dharmakaya, el más sagrado y alto de todas las deidades.
Si lo ves también verás
la completa verdad del samsara y el nirvana
Y te liberarás del karma.
Milarepa explicó a la asamblea, que no tenía mucho tiempo y que no los vería mucho tiempo más. Los exhortó a seguir sus enseñanzas y a no desperdiciar el tiempo. El maestro como de costumbre, cantó una canción para suavizar el shock y el dolor en el corazón de sus amados estudiantes:
Podamos reunirnos de nuevo en la tierra pura del Buda.
Aquellos que me vieron y escucharon,
aquellos que recuerden mi historia,
aquellos que sólo lo han escuchado junto con mi nombre,
Puedan aquellos que emulan mi vida y meditan,
aquellos que leen y veneran,
aquellos que siguen mi ejemplo en sus vidas,
Puedan encontrarme en la tierra pura del Buda.
Puedan aquellos que escuchen mi historia,
Recibir inconmensurables bendiciones.
Puedan todos aquellos que sólo escuchen mi historia alcanzar la liberación
Puedan aquellos que meditan en esto alcanzar sus metas.
Sus estudiantes le imploraron al maestro extender su vida por medios yoguis. Él explicó, "Ha llegado mi hora, mi cuerpo terrestre esta siendo transformado en una forma más sutil, disolviéndose en una forma de vacío totalmente despierta. Ordinariamente los hombres experimentan las consecuencias de su karma a través de ciclos de vejez, enfermedad y muerte. Nada puede detener esto. Ni el poder de los reyes, ni las realizaciones de los héroes, ni la belleza de la mujer, ni las riquezas, la naturaleza del samsara es tal que la riqueza que hemos acumulado se dispersa, las casas construidas se destruyen, las uniones se rompen y todo lo que ha nacido debe morir. El mejor remedio es realizar la naturaleza última de las cosas bajo la dirección de un lama realizado.
Milarepa pronto comenzó a mostrar los signos de una horrible enfermedad y fue visitado por muchos curanderos, entre los cuales estaba nada más que el orgulloso y repelente geshe. Probando al maestro hasta el límite, el Geshe tentó a Mila a utilizar sus poderes de yogui para transformar la enfermedad en sí mismo. El hombre estaba completamente convencido de que Milarepa era un impostor posando como yogui salvaje de montaña. Luego de una larga sesión de insistencias por el engreído geshe, Mila aceptó transferir la enfermedad hacia una puerta la cual inmediatamente se destruyó en miles de piezas. Temiendo un truco, el denso escéptico le insistió a Mila una y otra vez que le traspasara a él mismo la enfermedad. Finalmente Mila accedió y le transfirió al sonriente geshe sólo la mitad de su dolor. Repentinamente la sonrisa del orgulloso hombre se transformó en contorsiones de dolor y cayó al piso agonizante. Paralizado y en shock el Geshe estaba a punto de morir cuando el maestro retornó la enfermedad de vuelta a sí mismo. El hombre se lanzó a los pies del maestro, al mismo tiempo que le ofrecía todas sus propiedades y riquezas y arrepintiéndose por su horrible crimen en contra del gran yogui. Mila rehusó los regalos pero aceptó la disculpa, prometiendo invocar la compasión de su lama para aplacar las consecuencias kármicas de los infiernos que esperaban por las tontas acciones del hombre. El arrepentido Geshe renunció al mundo y se hizo devoto del maestro.
Milarepa fue a Chuwar para manifestar la aparición de su muerte. Estudiantes de todas partes simultáneamente experimentaron encontrarse con el maestro y recibir sus bendiciones y consejos. Esto ocurrió en diferentes lugares a través de la región pero exactamente al mismo tiempo. Sobre el área surgieron signos maravillosos, aparecieron nubes como cinco estupas coloreadas y el incienso y la música permearon la atmósfera en todas partes. Muchos vieron una gran reunión de dakinis congregándose en el espacio sobre Chuwar para darle la bienvenida al maestro. Fue aquí donde el viejo ermitaño e indomable yogui murió en meditación.
Luego de su muerte el cuerpo de Milarepa cambió en seis días en una forma radiante y celestial de un niño de ocho años. Sucedió que grupos de sus estudiantes tanto de Chuwar como de Nyanang, muy alejados unos de otros, cada uno tenía un cuerpo para cremar y en ambos lugares surgieron los mismos signos maravillosos.
En Chuwar no fue sino hasta que llegó su amado estudiante, Rechungpa, que la pira de cremación comenzó a arder, a pesar de todos los intentos previos por encenderla. Justo antes de la conflagración el maestro fue visto una vez mas apareciendo totalmente vivo y luciendo resplandeciente con gran elegancia. Cantó una última canción a Rechung y la asamblea reunida:
Escucha Rechung, querido de mi corazón,
En el océano de los tres niveles samsáricos.
El cuerpo ilusorio es el gran delincuente,
Tratando de llevar a cabo las metas materiales
Con poco tiempo para renunciar a los esfuerzos mundanos
O Rechung, renuncia a las empresas ordinarias.
En la ciudad del cuerpo ilusorio,
La mente ilusoria es el gran delincuente
Esclavizada por la sangre y la carne del cuerpo,
Con poco tiempo para realizar la realidad ulterior
O Rechung, discierne la verdadera naturaleza de la mente
En el borde entre la mente y la materia,
La consciencia interna es el gran delincuente
Expandiéndose dentro del reino de las percepciones condicionadas
Con poco tiempo para realizar la naturaleza no creada de la realidad.
O Rechung, captura la fortaleza de la vacuidad no nacida.
Lama, Yidam y Dakinis,
Las tres unidas en uno, invóquenlas!
Visión perfecta, contemplación y practica,
Las tres unidas en uno, realícenlas!
Esta vida, la próxima y la intermedia
Las tres unidas en uno, unifíquenlas!
Habiendo hablado de esa forma el maestro se disolvió en la vacuidad que todo lo permea. La pira funeraria se transformó una mansión celestial y la llama tomó la forma de un botón de flor de loto de ocho pétalos. Los restos mismos del cuerpo fueron vistos como formas de Hevajra, Chakrasamvara, Guhyasamaja o Vajravarahi, aspectos iluminados de la sabiduría del Buda. Cuando las llamas se apagaron, muchos vieron una inmensa estupa de luz, mientras que otros vieron cosas maravillosas mas allá de toda imaginación. Muchos discípulos aseguraron ver a las dakinis llevarse la estupa de luz desde la cual el maestro emanaba diferentes formas de luz y energía. Había un gran temor por dakinis vistas, porque podía significar que no quedarían reliquias del maestro para el reino humano. Entonces la voz del maestro surgió del espacio dando instrucciones de que buscaran una roca debajo de la celda de cremación. El principal estudiante del lama comenzó a cavar la tierra, esperando encontrar oro. En vez de esto encontraron un cuchillo, un pedazo de tela blanca y un poco de azúcar. Adicionalmente había una nota con instrucciones de cortar el pedazo de tela y el azúcar de la ofrenda. Habiendo sido cortada, la original mantenía su tamaño y dimensiones, cada muestra transmitía una poderosa bendición al que lo recibía. También había un pie de página en la nota del maestro, que decía que cualquiera que dijera que Milarepa poseía oro, "llénenle la boca de mierda." Sus estudiantes cayeron al piso riendo. Ese era el estilo del maestro.
Esa es la historia de Milarepa, "El Glorioso Diamante Sonriente," un hombre ordinario que realizó el camino corto y alcanzó la perfecta Budeidad en una sola vida. Es considerado por muchos como el más grande yogui de todos los tiempos. Hoy en día sus bendiciones y enseñanzas son sostenidas por el actual sucesor de su linaje, el gran Buda, el decimoséptimo Karmapa, Thaye Dorje.