. Habrá severas enfermedades. Después de eso el venerable se volverá ilegal. Sus ministros y asistentes se volverán ilegales. Después de eso habrá respeto para la persona ilegal y habrá opresión constante de los seres que moran en la ley. A través de honrar a gente ilegal y en el caso de la opresión de los que moran en la ley, tres cosas irán desenfrenadas allí: constelaciones, agua, y vientos. Tres cosas perecerán cuando haya aceptación de la gente ilegal: el sabor, la esencia, y la fortaleza de la Buena Ley, la fortaleza de los seres, y el sabor de la tierra. (140) [Donde haya] honra para la gente falsa y deshonra para la gente sincera, habrá allí tres cosas: hambruna, rayo, y muerte [por plagas]. Después de eso no habrá sabor o fortaleza en los frutos o cosechas. Muchos seres enfermarán en esos territorios. Los grandes y dulces frutos de esos territorios se volverán pequeños, amargos, y afilados. El juego, la risa, y el placer, cosas anteriormente agradables, se volverán débiles y desagradables, llenos de cientos de problemas. El sabor de la húmeda esencia de las cosechas y frutos desaparecerá. De este modo ellos no satisfarán el cuerpo, los sentidos, o los elementos. Los seres tendrán mal aspecto, muy poca fortaleza, y se tornarán muy débiles. Habiendo comido mucha comida no lograrán la saciedad. Después de eso no tendrán fortaleza, destreza o energía. Los seres de esos territorios no tendrán destreza. Los seres serán atormentados por la enfermedad, oprimidos por diversas enfermedades. Surgirán allí demonios, constelaciones, y diversos Rãksasas malignos. (141) Un rey estará fuera de la ley si permaneciera del lado de la ilegalidad: las tres esferas, el círculo de la totalidad del triple mundo son dañadas. Tales males numerosos surgen en aquellos territorios donde un rey es partidario y deja pasar una mala acción. [Si] deja pasar una mala acción, un rey no ejercita su realeza de acuerdo a la tarea para la cual él fue consagrado por los señores de los dioses. Por medio de buenas acciones los seres renacen como dioses en la morada de los dioses, pero por medio de malas acciones ellos van a parar entre los espíritus, animales o a los infiernos. Debido a la mala acción, cuando un rey deja pasar una mala acción en su territorio, él hace arder las moradas de los Treinta y tres dioses. Él se vuelve culpable hacia sus antepasados [y] los reyes de los dioses. Ése no es un [verdadero] hijo ni se ejercitará una [verdadera] realeza, cuando su reino esta siendo destruido por muy terribles actos. El rey es por tanto designado por los señores de los dioses en la morada de los hombres: por bien de suprimir las malas acciones, promotor de las buenas acciones, el rey produce realización para los seres de esta vida. (142) él es llamado rey porque actúa de diversas maneras con el fin de mostrar la realización y fruto de actos que están bien hechos o mal hechos. Él ha sido bendecido por multitud de dioses y aprobado por deidades para beneficio de sí mismo, para beneficio de los demás, para beneficio de la Ley y su territorio. Con el fin de controlar gente maligna, perversa en sus reinos, él debe renunciar a la vida y la soberanía para beneficio de la Ley y su territorio, él no debe a sabiendas dejar pasar sin examen un acto ilegal. Ninguna otra destrucción en su territorio es tan terrible. Cuando en el surgimiento del mal no hay supresión del hacedor del mal, (143) allí surgen en abundancia muy terribles males en ese territorio. Este reino es destruido como un gran estanque por elefantes, los señores de los dioses están iracundos y la morada de los dioses es destruida. Todas las cosas se vuelven desfavorables para ese territorio. Por tanto él debe imponer restricción sobre el hacedor del mal de conformidad a su crimen. Debe proteger su reino de acuerdo a la Ley y no debe llevar a cabo un acto ilegal. Incluso renunciando a su vida, no debe tomar partido. El rey debe ser imparcial hacia familiares y otras gentes, toda la gente de su reino. No debe tomar partido. El rey que mora en la ley llena el triple mundo con su fama y llena de alegría a los señores de los dioses en las moradas de los Treinta y tres: ‘En Jambudvĩpa el rey que mora en la ley es de esta manera nuestro hijo. (144) él gobierna su reino de acuerdo a la Ley. Él establece a la gente en la buena acción. Y este rey por buenas acciones envía a la gente aquí, y él hace que la morada de los dioses este llena de dioses e hijos divinos’. [Cuando] él gobierna su reino de acuerdo a la Ley, los reyes [de los dioses] están muy alegres. Ellos protegen a este rey. Las constelaciones y de la misma manera la luna y el sol se mueven de manera apropiada. Los vientos soplan a su debido tiempo. A su debido tiempo el dios envía lluvia. El dios proporciona abundancia en el reino y en la morada de los dioses. La morada de los dioses se llena de inmortales e hijos inmortales. Por tanto un rey debe renunciar a su propia bienamada vida pero no debe renunciar a la Joya de la Ley, por medio de la cual el mundo puede ser bendecido. Él debe mantener la compañía que mora en la ley de aquellos que están plenamente dotados de virtudes, que están siempre satisfechos con su propia gente y continuamente se abstienen del mal. (145) él debe proteger su reino de acuerdo a la Ley. Él debe enseñar la Ley. Él debe establecer a los seres en la buena acción y debe contenerlos de hacer malas acciones. La abundancia surge en el reino [y] el rey se vuelve famoso cuando él impone la apropiada restricción sobre los hacedores de mal. El rey se vuelve famoso [y] fácilmente protege a sus súbditos”.
Así [finaliza] el capítulo duodécimo, el Capítulo sobre la Ciencia Regia, llamada la instrucción concerniente a los Reyes Divinos del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras.
13. CAPÍTULO SOBRE SUSAMBHAVA
Cuando me volví un rey Cakravartin entonces yo renuncié a la tierra con sus océanos. (146) Yo presenté los cuatro continentes llenos de joyas ante los anteriores Budas. Y no existe ningún objeto amado, agradable al que yo no haya renunciado anteriormente. Para beneficio de mi búsqueda de aquél que tiene la Ley como su cuerpo yo renuncié a mi querida vida durante numerosos eones, como [hice] durante inconcebibles eones anteriores en la Orden del Buda Ratnasikhin. Cuando ese Buda hubo logrado el Nirvãna completo, allí surgió un rey llamado Susambhava. Este Cakravartin, señor de los cuatro continentes, gobierna la tierra hasta el océano. (147) Y entonces el excelente rey estaba dormido en el palacio JinendraghoSã. Escuchando en su sueño las virtudes de Buda, él vio a Ratnoccaya, un predicador de la Ley, brillando en medio del sol, exponiendo este rey de los sũtras. (148) Y el rey despertó de su sueño. La totalidad de su cuerpo estaba lleno de felicidad. Saliendo alegre de0 su palacio, se aproximó a la excelente asamblea de discípulos. Rindió homenaje a los discípulos de Buda. Preguntó por Ratnoccaya, el predicador de la Ley: “¿Dónde, en esta noble asamblea, está el monje llamado Ratnoccaya, que está dotado de virtudes?”. Entonces Ratnoccaya estaba en otro lado, sentado en una cueva, reflexionando sobre este rey de los sũtras, estudiándolo, sentado confortablemente. Entonces ellos mostraron al rey el monje Ratnoccaya, el predicador de la Buena Ley, (149) sentado en otro lado en una cueva, resplandeciendo con brillantez, esplendor y gloria. Aquí este Ratnoccaya, el predicador de la Ley, mantenía la profunda esfera de actividad del Buda. Proclamaba continuamente el rey de los sũtras llamado el excelente Suvarnbhãsa. Adorando los pies de Ratnoccaya, el Rey Susambhava dijo esto: “Exponme tú, cuyo rostro se parece a la luna llena, el excelente Suvarnbhãsa, rey de los sũtras”. Y Ratnoccaya acepto la petición del Rey Susambhava. En la totalidad de la triple-mil esfera mundial todos los dioses se regocijaron. En un lugar puro, soberbio, excelente, con agua como joya, rociado con gotas de agua fragante, (150) él esparció flores sobre la tierra y entonces el rey colocó allí un asiento. Y el rey adornó ese asiento con parasoles, estandartes y numerosos miles de telas de seda. Y el rey espolvoreó ese asiento con diversos y excelentes polvos de sándalo. Dioses, Nãgas, Asuras, Kimnaras, Yaksas, reyes Yaksa y Mahogaras esparcieron sobre ese asiento lluvias divinas de flores mãndãrava. Inconcebibles miles de millones de dioses que llegaron deseosos de la Ley esparcieron sobre Ratnoccaya cuando llegó con flores del árbol Sãl. Y Ratnoccaya, el predicador de la Ley, habiendo lavado bien su cuerpo, Habiéndose puesto vestiduras puras, se aproximó a ese asiento, (151) puso sus manos en el gesto de reverencia y rindió homenaje. Los reyes de los dioses, los dioses y diosas vertieron una lluvia de flores mãndãrava. Inconcebibles cientos de miles de instrumentos musicales retumbaron en el cielo. El monje Ratnoccaya, el predicador de la Buena Ley, ascendió [al asiento de la Ley] y se sentó, consciente de inconcebibles miles de millones de Budas en las diez direcciones. Produciendo compasión por todos los seres y deseoso de lograr una mente compasiva, expuso entonces este sũtra al Rey Suasmbhava. El rey, habiendo permanecido de pie con sus manos en el gesto de reverencia, se regocijo de común acuerdo. Sus ojos derramaron lagrimás ante la fuerza de la Buena Ley. Su cuerpo se llenó de alegría. Por bien de adorar este sũtra, el Rey Susambhava agarró el Cintãmani, rey de las joyas, y tomó la determinación en base al bienestar de los seres: “Puedan ahora llover en Jambudvĩpa ornamentos hechos de las siete joyas (152) y puedan los seres aquí en Jambudvĩpa ser bendecidos y tener grandes riquezas”. Entonces llovieron allí sobre los cuatro continentes las siete joyas, brazaletes y collares, excelentes pendientes, de la misma manera comida, bebidas, y vestiduras. Y cuando el Rey Susambhava vio esta lluvia de joyas en Jambudvĩpa, presentó los cuatro continentes llenos de joyas a la Orden de Ratnasikhin.
Y yo, el Tathãgata Sãkyanubi, era el rey llamado Susambhava. Yo entonces renuncié a la tierra, a los cuatro continentes llenos de joyas. Y el Tathãgata Aksobhya era el monje Ratnoccaya, el predicador de la Buena Ley, quien luego predicó este sũtra al Rey Susambhava. Porque yo escuche este sũtra entonces y me regocije de mutuo acuerdo, a través de este buen acto mío, (153) y a través de regocijarme ante la escucha de este sũtra, yo obtuve un cuerpo que tiene el color del oro, que tiene las marcas de cien méritos, siempre de agradable apariencia, agradable a los ojos, hermoso de contemplar para la gente, causando placer a miles de millones de dioses. Durante noventa y nueve billones de eones yo fui un rey Cakravartin. Durante numerosos cientos de miles de eones yo experimenté la realeza menor. Durante inconcebibles eones yo fui Sakra, y del mismo modo Brahma, cuya mente es tranquila. Inconmensurables son los Budas a los que he complacido, cuya medida nunca puede ser encontrada. Así es la masa de mis muchos méritos sin medida, ya que escuche este sũtra y me regocijé en él, de acuerdo a mi deseo yo he obtenido la iluminación y he adquirido el cuerpo de la Buena Ley”.
(154) Así [finaliza] el capítulo decimotercero, el Capítulo sobre Susambhava, del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras.
14. CAPÍTULO SOBRE EL REFUGIO DE LOS YAKSAS
Gran diosa Srĩ, cualquier fiel noble hijo o noble hija que tuviera el deseo de rendir homenaje que es inconcebible, grande, inmenso, extenso, con todos los aditamentos, a pasados, futuros, y presentes Señores Budas, que estuviera deseoso de conocer la profunda esfera de Buda de los pasados, futuros, y presentes Señores Budas, él sin duda, en esa región, monasterio, o región forestal, en la que este excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras, (155) sea expuesto con detalle, debe escuchar este excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras, con una mente concentrada y atenta. Entonces el Señor, iluminando este significado en más gran detalle, en ese momento habló estos versos:
“Quienquiera que deseara rendir inconcebible honor a todos los Budas y conocer la profunda esfera de todos los Budas, debe aproximarse a ese lugar, monasterio o celda, donde este excelente Suvarnabhãsa es predicado. Este sũtra es un inconcebible, infinito océano de virtudes [y] rescata a todos los seres de numerosos océanos de aflicciones. (156) Yo contemplo el principio del sũtra, la mitad, y el final: el es el rey de los sũtras, extremadamente profundo, [y] no se encuentra nada para compararlo con él. Ni el polvo del Ganges, ni el de la tierra, ni del océano, ni aquél que se encuentra en el cielo pueden proporcionar comparación”.
“Entonces debe entrar, por medio de entrar en la esfera de la Ley, donde hay la stũpa cuya naturaleza es la Ley, profunda, bien establecida. Y en medio de esta stũpa él verá al Buda Sãkyamuni exponiendo este sũtra con voz agradable. Cuantos millones de eones, inconcebibles, incalculables períodos, (157) él experimente placeres divinos y humanos, aquél que escuche este sũtra sabrá que una inconcebible masa de mérito ha sido de ese modo adquirida por él. Aquél que es capaz de escuchar este sũtra atravesará cien leguas cubierto de agujeros de fuego. Soportará gran dolor. Tan pronto como haya entrado en [su] monasterio o celda, las enfermedades se alejan de él, todo mal sueño y signo. Tan pronto como haya entrado en él, toda las opresiones causadas por planetas y constelaciones, aterradores demonios malignos, se apartarán de él. Él debe hacer allí un asiento tal que se parezca a un loto como los reyes Nãga le revelaron en su sueño. Y Habiéndose sentado en ese asiento, expondrá este sũtra. Debe leer lo que esta escrito y del mismo modo comprenderlo. Bajado del asiento irá a otro lugar. Allí sobre ese asiento se verán milagros. Y a veces la forma del predicador de la Ley será vista allí, a veces la forma del Buda y a veces un Bodisatva. Algunas veces las formas de Samantabhadra o de Mañjusri, algunas veces formas de Maitreya son vistas sobre ese asiento. Algunas veces meramente un brillo, algunas veces la apariencia de dioses (158) es vislumbrada por un momento y luego desaparece. La Orden de Buda esta por todos lados, produciendo éxito, renombre, dotada de grano y bendiciones. [Es un signo, una aparición de Buda, causando victoria, fortuna y fama, echando a los oponentes, derrotando completamente a las hordas de enemigos extranjeros, derrocando a los enemigos en la batalla, eliminando todos los malos sueños, destruyendo todo mal, eliminando todo mal,] trayendo la victoria en la batalla. Llenará la totalidad de este Jambudvĩpa con su fama, y todos sus enemigos serán profundamente derrotados. Sus enemigos serán siempre suprimidos y se alejará de todo mal. Habiendo conquistado la vanguardia, libre de enemigos, se regocija”.
“El Rey Brahma, [Sakra] el Señor de los Treinta [dioses], de la misma manera los protectores del mundo, Vajrapãni, el señor de los Yaksas, Samjñãya, el Conquistador principal, Anavatapta, señor de los Nãgas, del mismo modo Sãra, los señores de los Kimnaras y los señores de los Asuras, del mismo modo los señores de los Garudas, con estos situados a la cabeza, todos los dioses (159) honrarán continuamente la inconcebible stũpa de la Ley. Cuando ellos ven seres venerables ellos se alegran. Todos los excelentes señores de los dioses pensarán de este modo, y todos aquellos dioses se hablarán unos a otros: ‘¡Mirad a todos esos [seres] dotados de resplandor, gloria, y méritos! Debido a una purificada raíz de mérito esos hombres han venido aquí, quienes han venido aquí para escuchar este profundo sũtra, venerables hombres con inconcebible devoción hacia la stũpa de la Ley. Ellos tienen compasión por el mundo. Ellos están trabajando por el bienestar de los seres. Ellos son un recipiente para el jugo de la Buena Ley, para las cosas profundas. Aquellos que entren por medio de entrar en la esfera de la Ley son aquellos que escuchan este sũtra. el excelente Suvarnabhãsa. (160) Ellos han adorado cientos de miles de anteriores Budas y debido a esta raíz de mérito esllos escuchan este sũtra”.
“Todos estos reyes de los dioses, del mismo modo Sarasvatĩ, Srĩ, Vaisravana, del mismo modo los cuatro reyes, junto a cientos de miles de Yaksas poseídos de poderes supernaturales y de gran fortaleza, (161) les darán protección en todos lados en las cuatro direcciones. Indra, Soma, Vãyu, Varuna, Skanda, Visnu, Sarasvatĩ, Prajãpati, y Hutãsana, todos estos protectores del mundo de gran fortaleza y destreza, les darán siempre protección, no cansados por el día o la noche. Y los muy poderosos señores Yaksa, Nãrãyana y Mahesvara y los otros veintiocho encabezados por Samjñãya, junto a cientos de miles de Yaksas poseídos de poderes supernaturales y de gran fortaleza, les ofrecerán protección en todos sus miedos y terrores. Y Vajrapãni, señor de los Yaksas, con quinientos Yaksas y todos los Bodisatvas les darán protección. Mãnibhadra, señor de los Yaksas, del mismo modo Pũrnabhadra, Kumbhĩra, y Ãtavaka, del mismo modo Pingala y Kapila, cada señor Yaksa con quinientos Yaksas, darán protección a aquellos que hayan escuchado este sũtra. Citrasena, el Gandharva, Jinarsabha, rey de los Conquistadores, Manikantha, Nikanta, Varsãdhipati, Mahãgrãsa, Mahãkãla, del mismo modo Suvarnakesa, (162) Pãñcika, Chagalapãda, del mismo modo Mahãbhãga, Pranãlin, Dharmapãla, Markata, Vãli, Sũciroma, Sũryamitra, del mismo modo Ratnakesa, Mahãpranãlin, Nakula, Kãmasresta, Candana, Nãgayana, Maimavata, del mismo modo Satãgiri, todos estos, poseídos de poderes supernaturales, gran fortaleza y destreza, darán protección a aquellos para quienes este sũtra es querido. Anavatapta, señor de los Nãgas, del mismo modo Sãgara, tanto Mucilinda como Elapatra, Nanda y Upanandaka, con cientos de miles de Nãgas, poseídos de poderes supernaturales y gran fortaleza, les darán protección de todo miedo y terror. Bali, Rãhu, Namuci, Vemacitra, Samvara, Prahlãda, Kharaskandha, y del mismo modo otros señores de los Asuras, con cientos de miles de Asuras, poseídos de poderes supernaturales y gran fortaleza, les darán protección del miedo y terror que hayan surgido. Hãrĩtĩ, madre de los Bhũtas, con sus quinientos hijos, les darán protección ya sea que estén dormidos, sentados o de pie. (163) Candã, Candãlikã, del mismo modo la Yaksinĩ Candikã, Kuntĩ y Kũtadantĩ, quien priva a todos los seres de su fuerza, todos estos, poseídos de poderes supernaturales, gran fuerza y destreza, les darán protección en todos lugares en las cuatro direcciones, Sarasvatĩ a la cabeza e inconcebibles dioses, todos los dioses aquí con Srĩ a la cabeza del mismo modo, y la diosa-Tierra, las deidades del fruto, cosecha, y bosque, las deidades del río [y] aquellas que habitan en los parques, árboles y santuarios, todas esas deidades, con mentes regocijándose grandemente, darán protección a aquellos para quienes este sũtra es querido. Y ellas proporcionarán a los seres larga edad, cariz, y fuerza. Ellos les adornarán continuamente con gloria, méritos, resplandor, y fortuna. Ellos eliminarán toda opresión causada por los planetas y constelaciones. Ellos destruirán todo infortunio, maldad, y mal sueño. Y la profunda y muy poderosa diosa-Tierra (164) será satisfecha con el sabor del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras. El aroma de la tierra se incrementará seis millones ochocientas mil leguas tan lejos como la capa de diamante. Proseguirá cien completas leguas hacia abajo. A través del poder de escuchar este sũtra, humedecerá la tierra hacia arriba. Y todas las deidades estacionadas en las diez direcciones serán satisfechas con el aroma del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras. Ellos se tornarán más poderosos, dotados de fortuna, destreza y fuerza. Ellos serán bendecidos con la felicidad, satisfechos con diversos aromas. Por todos lados en este Jambudvĩpa las deidades del fruto, cosecha y bosque estarán alegres ante la exposición de este sũtra aquí. Cosechas, hierbas, diversas flores, diversos frutos, árboles, parques, y bosques (165) ellos los harán florecer hermosamente y les harán emitir diversos perfumes. Con flores diversas y con frutos diversos, ellos harán crecer todas las hierbas y árboles sobre la tierra. Por todos lados en este Jambudvĩpa inconcebibles chicas Nãga tendrán mente alegre, y aproximándose a estanques de lotos, ellas plantarán en todos los estanques de lotos diversos tipos de lotos, azules y blancos. El cielo se tonará puro, libre de humo y masas de nubes. Las dependencias, con la oscuridad y el polvo eliminados, brillarán intensamente. (166) El sol, resplandeciendo brillantemente con sus mil rayos, con su masa de rayos, regocijándose en su profundo resplandor, surgirá. El señorial sol, hijo de los dioses, residiendo en su palacio de oro Jambũnada, estará satisfecho por este sũtra. El señorial sol surgirá en Jambudvĩpa regocijándose grandemente. Él brillará en todos lados con su infinita masa de rayos. Tan pronto como haya surgido, al emitir su masa de rayos, él despertará los lotos que llenan las diversos estanques. Por todos lados en Jambudvĩpa, él madurará plena y apropiadamente las diversas cosechas, frutos, y plantas. Satisfará la totalidad de la tierra. (167) Entonces la luna y el sol brillarán con distinción. Las constelaciones, del mismo modo viento y lluvia, llegarán en el momento apropiado. Habrá abundancia por todos lados en la totalidad de Jambudvĩpa, especialmente en ese reino donde este sũtra pueda estar”.
Así [finaliza] el capítulo decimocuarto, el Capítulo sobre la protección, llamado “El refugio de los Yaksas”, del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras.
15. CAPÍTULO SOBRE LA PROFECÍA CONCERNIENTE A LOS DIEZ MIL HIJOS DIVINOS
Cuando esto se hubo dicho, la noble diosa Bodhisattvasamuccayã habló de este modo al Señor: ”¿Por qué causa, querido Señor, por qué razón, debido a qué ejecución, acumulación, que raíz de mérito puro, (168) tienen estos diez mil hijos de dioses [que] encabezados por Javalanãntaratejorãja vienen ahora desde la morada de los Treinta y tres y entran en la presencia del Señor para escuchar la ley?”
”Por que han escuchado la profecía de la iluminación para las siguientes tres buenas personas: que esta buena persona Ruciraketu despertará en un tiempo futuro, cuando hayan transcurrido numerosos cientos de miles de millones de incalculables eones que sobrepasan [todo] cálculo, a la suprema y perfecta iluminación en la esfera mundial de Suvarnaprabhãsitã. Él nacerá en el mundo como el Tathãgata llamado Suvarnaratnãkaracchatrakũta, el Arhat, el plenamente iluminado, perfecto en sabiduría y buena conducta, aquél que ha logrado el gozo, teniendo conocimiento del mundo, supremo auriga de los hombres a ser adiestrados, maestro de hombres y dioses, Señor Buddha. (Así será) hasta que, cuando el Señor Suvarnaratnãkaracchatrakũta, el Tathãgata, Arhat, el plenamente iluminado, haya logrado el Nirvãna completo, la Buena Ley haya desaparecido, (169) y su enseñanza haya en toda forma desaparecido totalmente, este hijo llamado Rũpyaketu, en sucesión a ese Tathãgata, nacerá en el mundo, en esa esfera mundial de Virajadhvaja como el Tathãgata llamado Suvarnajambudhvajakãñcanãbha, el Arhat, el plenamente iluminado. (Así será) hasta que, cuando el Tathãgata Suvarnajambudhvajakãñcanãbha, el Arhat, el plenamente iluminado, haya lo-grado el Nirvãna completo y su enseñanza haya en toda forma desaparecido totalmente, este hijo llamado Rũpyaprabha, en sucesión de ese Tathãgata, despertará en esa esfera mundial de Virajadhvaja a la suprema y perfecta iluminación. Nacerá en el mundo como el Tathãgata llamado Suvarnasatarasmiprabhãsaketu, el Arhat, el plenamente iluminado, perfecto en sabiduría y buena conducta, aquél que ha logrado el gozo, teniendo conocimiento del mundo, supremo auriga de los hombres a ser adiestrados, maestro de hombres y dioses, Señor Buddha”.
”Todos estos fueron profetizados ahora por el Señor para la suprema y perfecta iluminación. (170) Pero hasta entonces, querido Señor, esos diez mil hijos divinos, encabezados por Jvalanãntaratejorãja, no han seguido extensivamente la carrera del Bodhisattva. No se ha escuchado [decir] anteriormente que ellos se hayan comportado previamente de acuerdo a las seis perfecciones. No se ha escuchado [decir] que ellos hayan ofrecido anteriormente manos, pies, ojos, el miembro supremo (la cabeza), hijos queridos, esposa, hijas. No se ha escuchado [decir] que hayan ofrecido anteriormente riquezas, grano, oro, joyas, perlas, berilio, conchas, cristal, coral, plata, oro y joyas. No se ha escuchado [decir] que ellos hayan ofrecido anteriormente comida, bebida, vestidos, vehículos, camas, asientos, moradas, palacios, parques, estanques y piscinas. No se ha escuchado [decir] que hayan ofrecido anteriormente elefantes, vacas, caballos, yeguas, sirvientes masculinos y femeninos, en la misma manera que aquellos numerosos cientos de miles de millones de Bodhisattvas durante numerosos (171) cientos de miles de millones de previos eones incalculables rendirán culto con numerosos, inconcebibles, diversos cientos de miles de actos de veneración, con todos los accesorios, a numerosos, incalculables cientos de miles de millones de Tathãgatas; ofrecerán todos los objetos; ofrecerán manos, pies, ojos, el miembro supremo (la cabeza), hijos, esposa, e hijas queridos; ofrecerán riqueza, grano, oro, joyas, perlas, berilio, conchas, cristal, coral, plata, y oro; ofrecerán comida, bebida, vestidos, camas, asientos, moradas, palacios, parques, jardines, estanques, elefantes, vacas, caballos, yeguas, sirvientes masculinos y femeninos; llevarán a cabo las seis perfecciones; habiendo llevado a cabo las seis perfecciones de manera sucesiva, experimentarán numerosos cientos de miles de bendiciones, antes ellos obtendrán del Señor Buddha la profecía del nombre del Tathãgata. ¿Por qué razón entonces, querido Señor, por qué causa, a través de qué tipo de raíz meritoria pura se han aproximado estos diez mil hijos divinos, encabezados por Jvalanãntaratejorãja (172) ante la presencia del Señor aquí para escuchar la Ley? ¿(Por qué) los ha profetizado ahora el Señor para la suprema y perfecta iluminación, (profetizado) que en un tiempo futuro, cuando numerosos cientos de miles de millones de eones incalculables hayan transcurrido, ellos despertarán a la suprema y perfecta iluminación en la esfera-mundial de Sãlendradhvajãgravatĩ, uno detrás de otro, con la misma familia y clan, y con el mismo nombre, (que) ellos nacerán en el mundo en las diez direcciones como diez mil Buddhas llamados Prasannavadanotpalagandhakuta, perfeccionados en sabiduría y buena conducta, habiendo logrado el gozo, teniendo conocimiento del mundo, aurigas supremos de los hombres a ser adiestrados, maestros de hombres y dioses, Señores Buddhas?”.
Cuando se hubo dicho esto, el Señor habló de este modo a la noble diosa Bodhisattvasamuccayã:
”Existe, noble diosa, esta razón, existe esta causa, existe esta raíz meritoria pura en base a lo hecho y acumulado debido a la cual, estos diez mil hijos divinos, encabezados por Jvalanãntaratejorãja han venido ahora aquí desde la morada de los Treinta y tres para escuchar la Ley. Escuchando esta profecía de la iluminación para aquellos tres buenos hombres, tan pronto como la escucharon, noble diosa, obtuvieron una extrema reverencia, deleite, y fe hacia este excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras. (173). Hace tiempo que fueron dotados de una mente pura parecida al impecable berilio; fueron dotados con una fe profunda de mente parecida al puro, inmenso, extenso cielo; adquirieron una ilimitada cantidad de mérito; y, noble diosa, tan pronto como lo escucharon, los diez mil hijos divinos, encabezados por Jvalanãntaratejorãja, hace tiempo obtuvieron una extrema reverencia y fe hacia este excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras, y fueron dotados hace tiempo con una mente pura parecida al impecable berilio, hasta que alcanzaron el estadio de la profecía. Noble diosa, a través de la adquisición de raíces meritorias debido a la escucha de la Ley y como resultado del poder de una determinación previa, esos diez mil hijos divinos, encabezados por Jvalanãntaratejorãja, han sido ahora profetizados por mí para la suprema y perfecta iluminación”.
”¿Y cuáles, noble diosa, son esas determinaciones anteriores?”.
Así [finaliza] el capítulo decimoquinto, el capítulo concerniente a los diez mil hijos divinos, del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras. (174)
16. CAPÍTULO SOBRE CURAR LA ENFERMEDAD
Anteriormente, noble diosa, en el pasado, cuando incalculables (y aún) más eones incalculables, extensos, inconcebibles, inconmensurables, habían pasado, en ese momento, en esa época, apareció allí en el mundo un Tathãgata llamado Ratnasikhin, un Arhat, plenamente iluminado, perfecto en sabiduría y buena conducta, habiendo logrado el gozo, teniendo conocimiento del mundo, auriga supremo de los hombres a ser adiestrados, maestro de hombres y dioses, Señor Buddha. Y de hecho en ese momento, noble diosa, en esa época, cuando el Señor Ratnasikhin, el Tathãgata, Arhat, plenamente iluminado, logro el Nirvãna completo, cuando la Buena Ley había desaparecido y existía una copia de la Buena Ley, había un rey llamado Suresvaraprabha. Un rey de la Ley que moraba en la Ley protegió su reino de acuerdo a la Ley, no de acuerdo a la anarquía. Él era como una madre y padre para todos los seres que habitaban en todos sus distritos. Además, en ese momento, noble diosa, en esa época, había (175) en la tierra del Rey Suresvaraprabha un mercader llamado Jatimdhara, un doctor, un hombre de medicina, experto en los principales elementos. Estaba plenamente versado en los ocho tipos de tratados de medicina. Y de hecho, en ese momento, noble diosa, en esa época, el mercader Jadimdhara tuvo un hijo llamado Jalavãhana, un hijo de mercader, apuesto, justo, atractivo, dotado de las supremas excelencias de una pura complexión, experto en los diversos tratados, hábil en todos los tratados, erudito en el escribir, cálculos y cuentas.
Y de hecho, en ese momento, noble diosa, en esa época, había en la tierra del Rey Suresvaraprabha numerosos cientos de miles de seres afligidos por diversas enfermedades. Oprimidos por sus diversas enfermedades, experimentaban un dolor que era horrible, fuerte, agudo, intenso, desagradable. Y de hecho en ese momento, noble diosa, en esa época, para beneficio de esos numerosos cientos de miles de seres, seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades, el hijo del mercader Jalavãhana generó un supremo pensamiento compasivo: ”Estos (176) numerosos cientos de miles de seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades, están ahora experimentando un dolor que es horrible, fuerte, agudo, intenso, desagradable. Y este padre mio, Jatimdhara, el mercader, doctor, hombre de medicina, experto en los principales elementos, plenamente versado en los ocho tipos de tratados sobre medicina, esta viejo, decrepito, anciano, es mayor, avanzado en años, inclinado sobre un bastón, tiembla mientras camina. El no puede ir a los pueblos, ciudades, poblados, distritos, reinos y palacios para liberar de sus diversas enfermedades a esos numerosos cientos de miles de seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades. ¿Qué pasaría si me acercara ahora a mi padre Jatimdhara y le preguntara sobre la habilidad en los elementos implicados en las enfermedades, de manera que con la habilidad sobre los elementos que he preguntado pueda ir a todos los pueblos, ciudades, poblados, distritos, reinos y palacios, y habiendo ido, pueda liberar de sus diversas enfermedades a esos numerosos cientos de miles de seres afligidos con diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades? (177)
Además, en ese momento, noble diosa, en esa época, Jalavãna, el hijo del mercader, se acerco al lugar donde estaba su padre el mercader. Fue hasta él, rindió homenaje con la cabeza a los pies de su padre Jatimdhara, puso sus manos en el gesto de reverencia y permaneció de pie a un lado. De pie a un lado, Jalavãhana, hijo del mercader, preguntó a su padre, el mercader Jatimdhara, sobre la habilidad en los elementos con los siguientes versos:
”¿Cómo fallan los sentidos, cómo cambian los elementos? ¿En qué momento surgen las enfermedades para los seres corpóreos? ¿Y cómo come uno, durante la estación y fuera de ella, la comida que proporciona bienestar, a través de la cual el fuego corporal no es dañado dentro del cuerpo? ¿Cómo debe practicarse la medicina para curar una enfermedad cuando ha surgido una debido al viento, bilis, flema, o una combinación (de éstas)? ¿En qué momento es perturbado el viento, en qué momento lo es la bilis, en qué momento la flema, de forma que los seres son oprimidos? (178)
Entonces el mercader Jatimdhara expuso la habilidad en los elementos al hijo del mercader Jalavãhana con estos versos:
”La estación de las lluvias se ve que son tres meses, el otoño se dice que son tres, de igual manera el invierno, y también tres la estación caliente. De este modo la sucesión de meses (forman) seis periodos. Un año se dice que tiene doce meses. El periodo mensual debe verse en dos. Comida y bebida son consumidas en concordancia. Y el doctor, su habilidad, y el periodo, han sido explicados. Y los sentidos y elementos cambian durante las divisiones del año. (179) Cambiando los sentidos, las diversas enfermedades surgen para los seres corpóreos. En ese caso, el doctor debe tener habilidad concerniente a las cuatro divisiones en tres meses, los seis periodos en la división (bimensual), y los seis elementos. Comida, bebida, y medicina concuerdan con esta secuencia. La enfermedad debido a un exceso de viento ocurre en la estación de las lluvias. La perturbación de la bilis se enseña (que ocurre) en otoño. De igual manera, (la enfermedad) debido a la combinación (surge) en el invierno. La enfermedad debido al exceso de flema surge en la estación caliente. En la estación de las lluvias, los sabores (característicos son) grasos, templados, salados, y ácidos; en la estación del otoño, grasos, dulces, y fríos; en el invierno, dulces, ácidos, y grasos; y en el verano, ásperos, templados, y amargos. (180) El exceso de flema aparece tan pronto como uno ha comido. El exceso de bilis aparece durante la digestión. El exceso de viento surge tan pronto como uno haya digerido. De esta manera aparecen los tres elementos. Fortalece a aquél que tiene viento, un purgante para eliminar la bilis, en el caso de una combinación (dale) algo dotado con las tres cualidades, y uno debe utilizar un vomitivo durante un periodo de (exceso) de flema. Uno debe saber en que periodos (acontecen) el exceso de viento, bilis o una combinación, (o) exceso de flema. Qué comida, bebida, o medicina deben ser prescritas que concuerden con el tiempo, los elementos, y la persona”.
Entonces Jalavãhana, el hijo del mercader, habiendo preguntado sobre la habilidad en los elementos conectados con las causas subyacentes (de las enfermedades), comprendió la totalidad de los ocho conocimientos médicos. (181) Y de hecho en ese momento, noble diosa, en esa época, Jalavãhana, el hijo del mercader, fue a todos los pueblos, ciudades, poblados, distritos, reinos, y palacios en la tierra del Rey Suresvaraprabha y reconfortó de este modo a todos aquellos numerosos cientos de miles de seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades: ”Yo soy doctor, soy doctor”. De este modo se anunciaba a sí mismo. ”Yo os liberare de vuestras diversas enfermedades”.
Tan pronto como escucharon, noble diosa, a Jalavãhana, el hijo del mercader, pronunciar tales palabras como esas, todos aquellos numerosos cientos de miles de millones de seres se llenaron de completa alegría. Fueron consolados, dotados de inconcebible gozo y alegría. En ese momento, en esa época, a través de su regocijo, numerosos cientos de miles de millones de seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades, fueron liberados de sus diversas enfermedades. Y estuvieron libres de la enfermedad, sin enfermedades. Fueron dotados con la energía, fortaleza, y destreza de antes.
Y de hecho en ese momento, noble diosa, en esa época, de entre esos cientos de miles de millones de seres afligidos con diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades, quienquiera fuera afligido por una enfermedad grave todos iban a ver a Jalavãhana, el hijo del mercader. Y habiendo ido, cualesquiera (182) prescripciones médicas que Jalavãhana, el hijo del mercader, imponía sobre aquellos numerosos cientos de miles de millones de seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades, todas las enfermedades de todos aquellos seres eran de este modo eliminadas. Y se liberaron de la enfermedad o con una enfermedad leve, y dotados con la energía, fortaleza y destreza de antes.
Y de hecho en ese momento, noble diosa, en esa época, en todos los pueblos, ciudades, poblados, distritos, reinos y palacios en la tierra del Rey Suresvaraprabha, todos aquellos numerosos cientos de miles de millones de seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades, fueron liberados de sus diversas enfermedades por el hijo del mercader Jalavãhana.
Así [finaliza] el capítulo decimosexto, el capítulo sobre curar la enfermedad, del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras.
17. CAPÍTULO SOBRE JALAVÃHANA
Además, noble diosa, todos los seres en la tierra del Rey Suresvaraprabha fueron liberados de la enfermedad o con una enfermedad leve por el hijo del mercader Jalavãhana y se volvieron como antes en lo que respecta a la energía, fortaleza y cuerpo. (183) En la tierra del Rey Suresvaraprabha todos los seres se regocijaban, jugaban, disfrutaban de sí mismos, ofrecían regalos, y llevaban a cabo méritos. Ellos honraban al hijo del mercader Jalavãhana: ”Pueda él ser victorioso, pueda el hijo del mercader Jalavãhana ser victorioso, el gran rey de los doctores, el sanador de las enfermedades de todos los seres. Él debe ser ciertamente un Bodhisattva visible. Él ha comprendido la totalidad de los ocho conocimientos medicos”.
Y de hecho, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, tuvo una esposa llamada Jalãmbugarbhã. Y de hecho, noble diosa, Jalãmbugarbhã tuvo dos hijos. Uno fue llamado Jalãmbara, el otro Jalagarbha. (184)
Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, junto con sus dos hijos, visitó sucesivamente los pueblos, ciudades, poblados, distritos, reinos, y palacios. Entonces, noble diosa, en un tiempo posterior Jalavãhana, el hijo del mercader, llego a cierto páramo boscoso. Entonces vio en ese páramo boscoso perros, lobos, chacales, y bandadas de cuervos y (otros) pájaros comedores de carne. Ellos corrían en esa dirección donde se encontraba el estanque Atavĩsambhavã (”surgir en el bosque”). Así que se le ocurrió: ”¿Por qué razón están esos perros, lobos, chacales, y bandadas de cuervos y (otros) pájaros comedores de carne corriendo en esta dirección?”. Así que se le ocurrió: ”¿Qué pasaría si me aproximara ahora a esa región en cuya (185) dirección los perros, lobos, chacales, y bandadas de cuervos y (otros) pájaros comedores de carne están corriendo?”. Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, yendo en el curso de sus visitas sucesivas, alcanzó ese lugar donde estaba el estanque Atavĩsambhavã.
En ese gran estanque vivían diez mil peces. Allí vio muchos cientos de peces privados de agua. Allí genero un pensamiento compasivo. Vio allí una diosa surgir de un árbol solo con la mitad de su cuerpo. Esa diosa habló de este modo al hijo del mercader Jalavãhana: ”Bravo, bravo, noble hijo. Ya que eres llamado Jalavãhana (”dispensador de agua”), da agua a los peces. Por dos razones es uno llamado Jalavãhana: porque uno dispensa agua y porque uno da agua. Por tanto actúa de acuerdo a tu nombre”’. Jalavãhana dijo: ”¿Cuántos, diosa, son esos peces?”. La diosa dijo: ”Hay en total diez mil peces”. Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, genero en gran medida un pensamiento sumamente compasivo. Y en ese momento, noble diosa, en el estanque Atavĩsambhavã (186) quedaba tan solo un poco de agua. Entonces aquellos diez mil peces, habiendo llegado a las puertas de la muerte, privados de agua, se lanzaron hacia ella. Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, corrió en las cuatro direcciones. En cualquier dirección que Jalavãhana, el hijo del mercader, fuera, en esa dirección los diez mil peces se le aparecían a Jalavãhana como lastimosos. Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, corrió en las cuatro direcciones en busca de agua, pero no encontraba agua allí. Miró en las cuatro direcciones. Vio no muy lejos de Allí una gran masa de árboles. Subiéndose a esos árboles y cortando ramas, se acerco al estanque. Habiéndose acercado al estanque, con aquellas ramas hizo una protección muy fría para aquellos diez mil peces.
Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, investigó la llegada de agua al estanque, de dónde podía venir el agua. Corrió en las cuatro direcciones, y no encontró agua. Muy rápidamente siguió el riachuelo. Y de hecho, noble diosa, desde ese estanque Atavĩsambhavã (187) había un gran río llamado Jalãgamã, de donde venia el agua. Y en ese momento este río había sido hecho caer dentro de un gran agujero en tal lugar, por un ser demoníaco, por causa de aquellos diez mil peces, de manera que no habría más llegada de agua para aquellos peces. Viendo esto, pensó: ”Ni siquiera mil hombres podrían llevar el río a su cauce, ¿cuánto menos entonces podría yo llevarlo?”. Regresó.
Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, procediendo muy rápidamente, se acerco al Rey Suresvaraprabha. Habiéndose acercado rindió homenaje con su cabeza a los pies del Rey Suresvaraprabha y se sentó a un lado. Le informo de estas noticias: ”He disipado de hecho las enfermedades de los seres en todos los pueblos, ciudades, (188) poblados, reinos, y palacios en la tierra de Su Majestad. En cierto lugar hay un estanque llamado Atavĩsambhavã. Allí habitan diez mil peces, privados de agua, quemados por el sol. Pueda Su Majestad ofrecerme veinte elefantes de manera que pueda dar vida a aquellos que están en el estado animal tal como les es dada a los hombres”. Entonces el rey Suresvaraprabha ordenó a sus ministros: ”Dadle al gran rey de los doctores veinte elefantes”. Los ministros dijeron: ”Ve a la casa del elefante, gran ser. Toma veinte elefantes. Actúa para el bienestar de los seres”.
Entonces, noble diosa, el hijo del mercader Jalavãhana, junto con sus hijos Jalãmbara y Jalagarbha, tomaron veinte elefantes de los cuidadores de elefantes. Tomando cien sacos de cuero, volvió a donde (189) fluye el gran río llamado Jalãgamã. Habiendo llegado allí, lleno aquellos sacos de cuero con agua, alzo el agua a los lomos de los elefante y fue muy rápidamente al estanque Atavĩsambhavã. Habiendo llegado, descargo el agua del lomo de los elefantes, lleno el estanque en las cuatro direcciones con agua y caminó al rededor en las cuatro direcciones. Donde quiera que fuera Jalavãhana, el hijo del mercader, aquellos diez mil peces se apresuraban tras el.
Entonces, noble diosa, este pensamiento le aconteció a Jalavãhana, el hijo del mercader: ”¿Por qué esos diez mil peces se apresuran tras de mí?” Luego se le ocurrió esto: ”No hay ninguna duda de que estos peces, oprimidos por el fuego del hambre, están buscando comida de mí. ¿Qué pasaría si fuera ahora a darles comida?”.
Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, habló así a su hijo Jalãmbara: ”Ve, noble hijo, a tu propia morada, montando el elefante más rápido de todos, (190) y habiendo llegado muy rápidamente, háblale de este modo a tu abuelo el mercader: “Abuelo, Jalavãhana habla de este modo: Cualquier comida que pueda estar disponible en esta casa para los padres, hermanos, hermanas, sirvientes masculinos y femeninos, y trabajadores, ponla toda en un solo fardo, ponla sobre el elefante de Jalãmbara y envíala rápidamente a Jalavãhana.
Entonces, su hijo Jalãmbara montó el elefante y se fue muy rápidamente. Se acerco a su propia morada, y habiéndose acercado a él, hizo saber este mensaje con detalle a su abuelo. El abuelo envió todas las cosas como fueron mencionadas anteriormente a Jalãmbara. Entonces su hijo Jalãmbara puso esta comida sobre el lomo del elefante, (191) monto el elefante y regresó al estanque Atavĩsambhavã. Jalavãhana vio que su hijo Jalãmbara había llegado, y viéndole, se puso contento y feliz. Tomó la comida de su hijo, la molió, la echó al estanque y satisfizo a aquellos diez mil peces.
De este modo se le ocurrió: (192) ”He escuchado decir que en otra época en un retiro en un bosque un monje manteniendo el Mahãyãna dijo: ”Quienquiera que en el momento de la muerte escuche el nombre del Tathãgata Ratnasikhin, el Arhat, el plenamente iluminado, renacerá en el mundo gozoso del cielo”. ¿Que pasaría si fuera a exponer ahora a esos peces la profunda Ley de la originación interdependiente?. Les haré escuchar el nombre del Tathãgata Ratnasikhin, el Arhat, el plenamente iluminado”.
Y en ese momento en Jambudvĩpa las visiones de los seres eran de dos tipos: algunos creían en el Mahãyãna, otros lo despreciaban. Entonces (193) en ese momento Jalavãhana, el hijo del mercader, puso ambos pies en el estanque hasta la rodillas y solemnemente hablo de este modo:
”Homenaje al Señor Ratnasikhin, el Tathãgata, el Arhat, el plenamente iluminado, quien, mientras practicaba anteriormente la carrera del Bodhisattva, tomo esta determinación: ”Quienquiera en las diez direcciones escuche en el momento de la muerte mi nombre transmigrará desde allí y renacerá en la misma tierra que los Treinta-y-tres dioses”.
Entonces Jalavãhana, el hijo del mercader, expuso esta ley a aquellos que estaban en el reino animal: Cuando esto surge de esto, de la originación de esto, esto se origina. Ahora, las predisposiciones son el resultado de la ignorancia. La consciencia es el resultado de la predisposición. La individualidad es el resultado de la consciencia. Los seis sentidos son el resultado de la individualidad. El contacto es el resultado de los seis sentidos. La sensación es el resultado del contacto. El apego es el resultado de las sensación. El aferramiento es el resultado del apego. El surgir es el resultado del aferramiento. El nacimiento es el resultado del surgir. Como resultado del nacer allí surgen la vejez, la muerte, el dolor, la lamentación, la congoja, la desesperación, y los problemas. Así es el origen de esta gran masa total de maldad. Ahora bien, de la cesación de la ignorancia surge la cesación de las predisposiciones; de la cesación de las predisposiciones (194) la cesación de la consciencia; de la cesación de la consciencia, la cesación de la individualidad; de la cesación de la individualidad, la cesación de los seis sentidos; de la cesación de los seis sentidos, la cesación del contacto; de la cesación del contacto, la cesación de la sensación; de la cesación de la sensación, la cesación del apego; de la cesación del apego, la cesación del aferramiento; de la cesación del aferramiento, la cesación del surgir; de la cesación del surgir, la cesación del nacimiento; de la cesación del nacimiento, la cesación de la vejez, el dolor, la lamentación, la congoja, la desesperación, y los problemas. Así es la cesación de esta gran masa total de maldad”. De este modo, noble diosa, predico Jalavãhana, el hijo del mercader, en ese momento, en esa época, este sermón de la Ley a aquellos que se encontraban en el estado animal. Y entonces regresó a su casa con sus hijos Jalãmbara y Jalagarbha.
Entonces en una época posterior Jalavãhana, el hijo del mercader, habiendo disfrutado de un gran festival, se tumbó en su cama intoxicado con licor intoxicador. En ese momento, en esa época, aconteció la aparición de un gran signo, cuando, al final de la noche aquellos diez mil peces, habiendo muerto, renacieron en la misma tierra entre los Treinta-y-tres dioses. (195) Y tan pronto como hubieron renacido, surgió allí en sus mentes una reflexión del tipo siguiente: ”¿Por razón de qué buen acto hemos renacido nosotros aquí entre los Treinta-y-tres dioses?” Se les ocurrió entonces: ”En ese Jambudvĩpa nosotros éramos diez mil peces. Mientras estábamos en un estado animal fuimos satisfechos con abundante agua por el hijo del mercader Jalavãhana y con excelente comida. Y el nos predicó la profunda Ley de la originación interdependiente y nos hizo escuchar el nombre del Tathãgata Ratnasikhin, el Arhat, el plenamente iluminado. Por razón de ese buen acto, por esa razón, hemos renacido nosotros aquí entre los dioses. Por tanto ahora iremos ante Jalavãhana, el hijo del mercader. Habiendo ido, le rendiremos homenaje”. Entonces aquellos diez mil hijos divinos desaparecieron de entre los Treinta-y-tres dioses. Aparecieron en la casa del hijo del mercader Jalavãhana.
Y de hecho en ese momento, Jalavãhana, el hijo del mercader, estaba tumbado en su cama. Aquellos hijos divinos pusieron diez mil collares de perlas al lado de su cabeza. Pusieron diez mil collares de perlas en la planta de su pie. Pusieron diez mil collares de perlas en su lado derecho. Pusieron diez mil collares de perlas en su lado izquierdo. (196) Entonces hicieron caer una gran lluvia de flores mandãra y flores mahãmandãra. Y tambores divinos fueron tocados de manera que todos los hombres en Jambudvĩpa despertaron. Y Jalavãhana, el hijo del mercader, despertó. Entonces los diez mil hijos divinos siguieron el camino de los pájaros, y los hijos divinos, haciendo caer una lluvia de flores mandãrãva en diferentes lugares de las tierras del Rey Suresvaraprabha, llegaron al estanque Atavĩsambhavã. Haciendo caer sobre ese gran estanque una gran lluvia de flores mandãrãva, desaparecieron en ese mismo lugar. Habiendo regresado a su morada entre los dioses, se regocijaron allí con las cinco cualidades del deseo, jugaron, y retozaron. Experimentaron gran gloria y buena fortuna. Y en Jambudvĩpa la noche se volvió día.
Entonces de hecho el Rey Suresvaraprabha preguntó a sus astrólogos y altos oficiales: ”¿Por qué (197) aparecieron esos signos la noche anterior?”. Ellos dijeron: ”Pueda por favor Su Majestad saber: en la casa del hijo del mercader Jalavãhana llovieron allí cuarenta mil collares de perlas y Allí descendieron lluvias divinas de flores mandãrãva”. El rey dijo: ”Señores, mandad llamar a Jalavãhana, el hijo del mercader, con amables palabras”. Entonces los astrólogos y los altos oficiales fueron a casa de Jalavãhana, y habiendo ido, hablaron de este modo a Jalavãhana, el hijo del mercader: ”El Rey Suresvaraprabha te ha invitado”.
Entonces Jalavãhana, el hijo del mercader, junto con los altos oficiales, fueron ante el Rey SureSvaraprabha. El rey pregunto: ”Jalavãhana, ¿sabes tú por qué aparecieron tales signos la noche anterior?”. Entonces Jalavãhana, el hijo del mercader, habló de este modo al Rey Suresvaraprabha: ”Lo sé, (198) Su Majestad. Con seguridad fueron los diez mil peces que murieron”. El rey dijo: ”¿Cómo lo sabes?” Jalavãhana dijo: ”Dejemos ir a Jalãmbara, Su Majestad, al estanque y ver si esos diez mil peces están vivos o muertos”. El rey dijo: Así sea”. Entonces Jalavãhana, el hijo del mercader, hablo así a su hijo Jalãmbara: ”Ves, hijo, mira en el estanque Atavĩsambhavã (y ve) si esos diez mil peces están vivos o muertos”.
Entonces su hijo Jalãmbara fue muy rápidamente a el estanque Atavĩsambhavã, y acercándose al mismo, vio que esos diez mil peces habían muerto. Y viendo una gran lluvia de flores mandãrãva volvió de nuevo y le dijo a su padre; ”Están muertos”.
Entonces Jalavãhana, el hijo del mercader, escuchando estas palabras de su hijo, fue ante el Rey Suresvaraprabha y reveló con detalle estas noticias: ”Pueda por favor Su Majestad saber que los diez mil peces están muertos y han renacido entre los Treinta-y-tres dioses. Fue por su (199) poder sobre nosotros que tales signos auspiciosos aparecieron la noche anterior, que llovieran en nuestra casa cuarenta mil collares de perlas y flores mandãrãva”. Entonces el rey se puso contento, alegre, lleno de alegría, feliz.
Entonces el Señor habló de nuevo así a la noble diosa Bodhisattvasamuccayã: ”Si, noble diosa, pensases entonces que era otro, que era en ese momento, en esa época, el rey llamado Suresvaraprabha. Aún otra vez no debe verse así. ¿Por qué? Dandapãni el Sãkyan era en ese momento, en esa época, el rey llamado Suresvaraprabha. Si, noble diosa, pensases entonces que era otro, que era en ese momento, en esa época, el mercader llamado Jatimdhara. (200) Aún otra vez debe verse así. ¿Por qué?. El Rey Suddhodana era en ese momento, en esa época, el mercader llamado Jatimdhara. Si, noble diosa, pensases entonces que era otro, que era en ese momento, en esa época, el hijo del mercader llamado Jalavãhana. Aún otra vez no debe verse así. ¿Por qué? Yo era en ese momento, en esa época, Jalavãhana, el hijo del mercader. Si, noble diosa, pensaras entonces que ella era otra, que ella era en ese momento, en esa época, su esposa llamada Jalãmbugharbhã. Aún otra vez no debe verse así. ¿Por qué? Gopã, la hija Sãkya, era en ese momento, en esa época, la esposa de Jalavãhana, el hijo del mercader, llamada Jalãmbugharbhã. Rãhula era en ese momento, en esa época, su hijo llamado Jalãmbara. El noble Ãnanda era en ese momento, en esa época, su hijo llamado Jalagarbha. Si, noble diosa, pensases entonces que ellos eran otros, que ellos eran en ese momento, en esa época, los diez mil peces. Aún otra vez no debe verse así. ¿Por qué?. Estos diez mil hijos divinos, encabezados por Jvalanãntaratejorãja, eran en ese momento, en esa época, los diez mil peces, quienes fueron saciados con agua y con excelente comida por mí y a quienes predique la profunda Ley de la originación interdependiente, y a quienes hice escuchar el nombre del Tathãgatha Ratnasikhin, el Arhat, el plenamente iluminado. Por razón de ese buen acto han venido ellos aquí a escucharme, donde yo los he profetizado ahora para la suprema y perfecta iluminación. Debido a su gran (201) reverencia al escuchar la Ley con deleite, fe, y alegría, todos ellos han obtenido profecías y nombres. Si, noble diosa, pensases entonces que ella era otra, que era otra en ese momento, en esa época, la diosa-árbol. No debe verse así. ¿Por qué? Tú, noble diosa, eras en ese momento, en esa época, la diosa-árbol”.
”Por estos medios, noble diosa, debe ser ello dado a conocer así, que mientras yo estaba girando en el ciclo de existencias, maduré a muchos seres hacia la iluminación, quienes alcanzarán todos el estadio de la profecía para la suprema y perfecta iluminación”.
Así [finaliza] el capítulo decimoséptimo, el capítulo sobre la vida anterior de los peces-discípulos de Jalavãhana, del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras.
18. CAPÍTULO SOBRE LA TIGRESA
Poco después, noble diosa, como Bodhisattva tuve que sacrificarme a mí mismo para beneficio del bienestar de los demás. ¿Cómo fue eso?. (202)
Esparciendo sobre cielo y tierra rayos de cientos de puras, inmensas, diversas virtudes, con percepción y conocimiento, poder y destreza no obstruidos, el Señor, atendido por mil monjes, vagando en su carrera a través de los distritos, en los distritos de Pãñcãlas, llegó a cierta parte del bosque. Allí vio una región de la tierra adornada con diversas flores sobre una superficie cubierta de hierba verde, blanda, oscura. Y habiéndola visto, el Señor llamó al venerable Ãnanda: ”Esta región de la tierra es hermosa, Ãnanda, y en ella está (203) la marca de la bendición para un sermón. Dispón ahora el asiento del Tathãgata”. Entonces él dispuso el asiento de acuerdo a las órdenes del Señor. Y habiendolo dispuesto, hablo de este modo al Señor:
”El asiento esta listo. Siéntate, Señor, supremo, excelente, dador de gran ayuda para los hombres, sin igual, dispensador de liberación. Puedan los sermones sobre el néctar supremo ser enviados para el bienestar de los hombres, Oh tú que has sido liberado de la esclavitud de la existencia”.
Entonces el Señor se sentó en ese asiento y mandó llamar a los monjes: ”¿Deseáis entonces, monjes, ver las reliquias del Bodhisattva, que ha llevado a cabo actos difíciles?”.
Cuando se hubo dicho esto, los monjes hablaron así al Señor: ”Esta vez, el mejor de los visionarios, ha venido, prócer de los seres excelentes, para que veamos las reliquias de aquél que se deleita en la calma y la contención, quien sobresale en paciencia y fortaleza, quien se deleita en una mente de recuerdo, quien fue establecido en ilimitadas virtudes. Di bien esto”. (204)
Entonces el Señor golpeo la superficie de la tierra con su mano, cuya palma estaba marcada por una rueda de mil radios y la que era tan suave como un nuevo loto floreciendo. Y tan pronto como fue golpeada, la tierra se movió de seis maneras. Y de allí surgió una estupa hecha de joyas, oro, y plata. Entonces el Señor mando llamar al venerable Ãnanda: ”Abre esta estupa Ãnanda”. Entonces el venerable Ãnanda, escuchando al Señor, abrió la estupa. Allí vio un recipiente hecho de oro, cubierto con ornamentos dorados, joyas, y perlas. Y viéndolo, habló de este modo al Señor:
”Señor, un recipiente hecho de oro se ha alzado”. El Señor (205) dijo: ”Estos son siete recipientes. Ábrelos todos”. Y él en concordancia los abrió todos. Allí vio reliquias cuyo color se parecía al de la nieve o de los nenúfares blancos. Y viéndolos, hablo así al Señor: ”Señor, hay reliquias presentes”. El Señor dijo: ”Trae aquí, Ãnanda, las reliquias del gran ser”. Entonces, tomando esas reliquias, el venerable Ãnanda se las llevo al Señor Buddha. Y el Señor cogió las reliquias, las puso ante la asamblea y dijo:
”Estos eran los huesos de uno dotado con una abundancia de excelentes virtudes, con rara compostura, meditación, y paciencia, buena mente, energía y fama, quien actuó continuamente más y más con su mente sobre la plena iluminación, de uno cuya energía era firme, de uno que era resuelto, y de uno que se deleitaba siempre en el desinterés”. (206)
Entonces el Señor mandó llamar a los monjes: ”Venerad, monjes, las reliquias del Bodhisattva, que son aromatizadas con la moralidad y la virtud, que son extremadamente difíciles de contemplar, y que se han convertido en campo de méritos. Entonces los monjes pusieron sus manos en el gesto de reverencia y con mentes conversas rindieron homenaje con sus cabezas ante esas reliquias.
Entonces el venerable Ãnanda, poniendo sus manos en el gesto de reverencia, habló de este modo al Señor: ”El Señor, el Tathãgata, se ha alzado por encima de la totalidad del mundo (y por tanto) es venerado por todos los seres. Pero ¿cómo es que el Tathãgata venera estos huesos?”. Entonces el Señor hablo así al venerable Ãnanda: ”Es debido a estos huesos, Ãnanda, que yo desperté rápidamente así a la suprema y perfecta iluminación”.
Anteriormente, Ãnanda, en tiempos pasados, hubo un rey llamado Mahãratha, quien poseía mucha riqueza, grano, carros, poder, y cuyo poder y destreza eran no obstruidos. Tuvo tres hijos que parecían hijos de los dioses: Mahãpranãda, Mahãdeva, y Mahãsattva. (207)
”Entonces el rey salió fuera hacia un lugar en un parque para hacer deporte. Y los príncipes, a través de su apego a las virtudes de este parque y a través de su deseo de flores, corriendo de aquí para allí, entraron en el gran bosque Dvãdasavanagulma. Entonces cuando los hijos del rey hubieron marchado los sirvientes de los príncipes se fueron, rechazados por los príncipes. Entraron en el gran parque protegido Dvãdasavanagulma. Entonces Mahãpranãda hablo a sus dos hermanos: ”El miedo entra en mi corazón. Vámonos, no vayamos a encontrar la muerte aqui por las bestias salvajes”. Mahãdeva dijo: ”Yo no tengo miedo, excepto de la separación de mi gente amada. Este pensamiento es el que prevalece en mi corazón”. Mahãsattva dijo: (208)
”Yo no tengo miedo aquí ni siquiera ansiedad en este claro del bosque, alabado por los visionarios, solitario. Este corazón mío se regocija por motivo de la adquisición de supremos, inmensos, grandes beneficios”.
”Entonces los príncipes, paseando por ese claro en el Dvãdasavanagulma, vieron a una tigresa que había dado a luz hacia siete días, rodeada por sus cinco cachorros, torturada por el hambre y la sed, su cuerpo extremadamente débil. Y viéndola, Mahãpranãda dijo: “Ah, ¡ay!, esta desdichada habrá dado a luz hace seis o siete días. (209) Si no encuentra comida ahora, devorará a sus propios cachorros o morirá de inanición”. Mahãsattva dijo: ”¿Qué comida (le convendrá) a esta desdichada?”. Mahãpranãda dijo: Carne tibia y sangre caliente sería lo que se dice aquí que es la comida de los tigres, hienas, osos, y leones”. Mahãdeva dijo: ”Esta desdichada aquí tiene un cuerpo afligido por el hambre y la sed, le queda poca vida, y esta muy débil. En su posición no puede encontrar comida. ¿Quién se sacrificará a sí mismo por bien de salvar su vida?”. Mahãpranãda dijo: ”Difícil, buen hombre, es el autosacrificio”. Mahãsattva dijo: ”Esta carrera es difícil para la gente de mente pequeña como nosotros que estamos apegados a la vida y al cuerpo, pero para los demás embarcados en el autosacrificio, buena gente dedicada al bienestar de los demás, no es difícil. Además:”(210)
”Los seres nobles, elevándose por piedad y compasión, toman su cuerpo en los cielos y aquí en la tierra. Cien veces sin cambiar aquí, trabajan con mentes alegres para beneficio de la vida de otros”.
”Entonces los príncipes, extremadamente deprimidos, examinaron a la tigresa durante largo tiempo sin pestañear ni salir. Entonces se le ocurrió esto a Mahãsattva: ”Es tiempo ahora para mi autosacrificio. ¿Por qué?”.
”Durante mucho tiempo ha sido mantenido este cuerpo putrefacto con muy costosas camas, vestidos, bebidas, comida, y vehículos. Caracterizado por la descomposición y la destrucción, finalmente cuarteándose, teniendo un final aciago, no muestra al principio su propia naturaleza, desagradable (como es)”.
Además (211) no hay nada que ganar de él porque es completamente impuro. Lo utilizaré ahora en un buen acto. Por tanto será para mí un barco para cruzar el océano del nacimiento y la muerte. Además:”
”Sacrificando (este) cuerpo, el cual se ha convertido en un absceso, poseído de cientos de existencias, cargado de excremento y orina, sin substancia, igual que espuma, cargando cientos de gusanos, devorando sus actos, obtendré el cuerpo de la Ley, el cual esta libre de dolor, sin cambio, sin aglomeraciones, puro, plenamente dotado con virtudes tales como la meditación, cargado con cientos de virtudes, sin defectos”. (212)
”Habiendo preparado así su mente, su corazón lleno de excelente compasión, distrajo a aquellos dos: ”Vosotros dos salid, yo entraré por mi cuenta en el Dvãdasavanagulma”.
”Entonces el príncipe Mahãsattva volvió de esa parte del bosque, fue hacia la morada de la tigresa, dejó a un lado sus ropas sobre una planta trepadora del bosque y tomo una determinación:
”Para beneficio del bienestar del mundo, deseoso de despertar a la sin igual, bendecida iluminación, por compasión, con una mente inquebrantable, ofrezco mi cuerpo, lo que para otros es tan difícil de sacrificar. (213) Pueda yo obtener la iluminación, la que esta libre de la enfermedad, reverenciada por los hijos de los Budas, libre de enfermedad. Pueda yo liberar al triple mundo del océano de existencia, del miedo”.
”Entonces Mahãsattva cayó frente a la tigresa. Entonces la tigresa no le hizo nada al Bodhisattva. Entonces el Bodhisattva pensando: ”¡Ay! Está débil e incapaz”’, se levanto y busco un cuchillo. El compasivo no encontró un cuchillo en lugar alguno. Cogiendo un palo de bambú muy fuerte, de cien años, y con él abrió su garganta, cayó ante la tigresa. Y tan pronto como el Bodhisattva cayó, (214) esta tierra, al igual que un barco zarandeado por el viento en medio del océano, se agitó de seis maneras. El sol, como si fuera devorado por Rãhu, no brillaba con sus rayos. Y cayó una lluvia de flores, mezcladas con perfumes y polvos divinos”.
”Entonces, cierta diosa, su mente vencida por el asombro, alabó al Bodhisattva:
”Ya que tu compasión, tolerante, ha llegado hasta aquí por todos los seres, ya que sacrificas aquí con regocijo tu cuerpo, héroe entre los hombres, aquí lograrás, libre de problemas, pacifico, dentro de poco el bendecido, el excelente, justo lugar que esta vacío del significado de nacimiento y muerte”.
”Entonces de hecho la tigresa, viendo al Bodhisattva, cuyo cuerpo estaba cubierto de sangre, en un abrir y cerrar de ojos dejó solamente los huesos, sin carne ni sangre”. (215)
”Entonces Mahãpranãda, percibiendo el temblor de la tierra, habló de este modo a Mahãdeva:
”Ya que esta tierra con sus mares hasta el océano se sacude en las diez direcciones y el sol ha sido privado de sus rayos, una lluvia de flores ha caído, y mi mente perturbada, mi hermano ha ofrecido ahora aquí su cuerpo”.
”Mahãdeva dijo: ”Y ya que él habló con voz compasiva cuando vio (a la tigresa) dispuesta a devorar a sus propios cachorros, llena de hambre, consumida por cientos de problemas, mi mente es muy débil (y) yo aquí he dudado”. (216)
”Entonces los dos príncipes, vencidos por un extremo dolor, sus ojos bañados en lágrimas, volvieron por donde habían venido y llegaron a la misma presencia de la tigresa. Vieron todas sus ropas sobre un brote de bambú, sus huesos mugrientos de sangre, esparcidos, y su pelo dispersado en diversas direcciones y subdirecciones. Viendo esto, se desmayaron y cayeron al suelo sobre sus huesos. Cuando, recobrando la consciencia después de un buen rato, se levantaron, con los brazos alzados pronunciaron un grito de desdicha:
”¡Ay! por nuestro querido hermano y el rey, de igual modo por su madre, quien estaba dedicada a su hijo. Su madre nos preguntará: ”¿Dónde está el tercero de vosotros, aquél cuyos ojos son grandes como el loto?”. (217)
”¡Ay! mejor sería para nosotros en esta parte de la tierra la muerte que la vida. ¿Cómo miraremos nosotros, sin Mahãsattva, a nuestra madre y padre?”.
”Entonces los dos príncipes salieron, lamentándose piadosamente de diversas maneras. Entonces los sirvientes del príncipe, corriendo en las direcciones y subdirecciones en busca del príncipe, al verse unos a otros, preguntaron: ¿Dónde esta el príncipe? ¿Dónde esta el príncipe?”.
”‘Y en ese momento la reina, tumbada sobre su cama, vio un sueño mostrando la separación de un ser amado. Fue de este modo. Su pecho estaba siendo cortado y sus dientes arrancados. Las tres jóvenes palomas que sujetaba estaban atemorizadas y una fue cogida por un halcón. (218) Entonces cuando su corazón fue aterrorizado por el temblor de tierra, la reina se despertó de repente y se perdió en el pensamiento:
”¿Por qué este sostenedor de los seres, cuyos vestidos son los océanos, se agita violentamente? El sol ha sido privado de sus rayos, como si apuntaran al dolor en mi pecho. (219) Mis extremidades me causan aflicción. Mi ojo tiembla, y mi pecho es como si hubiera sido cortado. Pueda ser para mí el bienestar de mis hijos, que fueron al claro del bosque a hacer deporte”.
”Y entonces cuando estaba reflexionando, un sirviente, cuyo corazón estaba agitado, entro e informó a la reina: “Reina, los asistentes del príncipe lo están buscando. Se dice que tu amado hijo ha muerto”. Y tan pronto como escuchó esto, la reina, su corazón temblando, sus ojos y cara llenos de lágrimas, fue hasta el rey y dijo: ”Señor, se dice que mi amado hijo ha perecido”. El rey también, su corazón temblando, fue reducido a una suprema aflicción: ”¡Ay, pobre de mí!. He sido separado de mi amado hijo”.
”Entonces el rey reconforto a la reina: ”No te aflijas, buena reina. Seremos enérgicos en la busqueda del príncipe”. Mucha gente salió allí en busca del príncipe (y) abandonó, (220) entonces después de un corto momento el rey vio venir a los dos príncipes desde lejos. Habiéndolos visto, el rey dijo: “Aparecen los príncipes, pero no todos ellos. ¡Ay, pobre de mí! Seguramente he sido despojado de mi hijo”.
”No surge tanta alegría en los hombres al ganar un hijo como sufrimiento surge de la perdida de un hijo. Ciertamente bendecidos son aquellos que no tienen hijos en este mundo o aquellos hombres que han alcanzado la muerte con sus hijos todavía vivos”.
”Entonces la reina, vencida por un extremo dolor, como una camella golpeada en las partes vitales, exclamó un grito de desdicha:
”Si mis tres hijos con su grupo de sirvientes han entrado en el claro del bosque lleno de flores, ¿dónde está el tercero, que es como mi propio corazón, si el más joven de ellos no vuelve?”’. (221)
”Y cuando esos dos hubieron llegado, el rey, que estaba impaciente por preguntarles, preguntó a los dos príncipes: ”¿Dónde esta (nuestro) hijo más joven?”. Entonces, afligido por el dolor, sus ojos nublados por lágrimas, sus paladares, dientes, y bocas resecas, esos dos no dijeron nada. La reina dijo:
”Hablad de una vez. Mi mente me falla, y mi cuerpo está severamente oprimido. ¿Dónde está el tercero, mi hijo amado? Este corazón mío desea como si fuera a reventar”.
”Entonces los dos príncipes dieron a conocer en detalle lo ocurrido. Tan pronto como lo hubieron escuchado, el rey y la reina se quedaron sin sentido. Y tan pronto como volvieron en sí, sollozando con voz lastimera, fueron a ese lugar. Entonces el rey y la reina, viendo sus huesos sin sangre, carne ni tendones, y sus pelos esparcidos en las direcciones y subdirecciones, cayeron al suelo como árboles zarandeados por el viento. Entonces el sacerdote y los ministros, (222) viendo la situación, revivieron el cuerpo del rey y de la reina con agua y ungüentos de sándalo Malaya. Entonces, recobrando la consciencia después de largo tiempo, el rey se levantó y lamento con voz lastimera:
”¡Ay!, amado hijo, delicioso, apuesto, ¿por qué te has ido tan rápidamente bajo el poder de la muerte?. ¿Por qué no ha venido a mi antes la muerte? No habrá para mi ninguna otra aflicción más grande que esta”.
”Y la reina, habiendo recobrado el sentido, con el cabello despeinado, golpeando su pecho con sus brazos, retorciéndose sobre el suelo como un pez lanzado sobre una tierra seca, como una hembra de búfalo, que ha perdido a su hijo, como una camella que ha perdido a su cría, gimió con voz lastimera:
”¡Ay!, amado hijo, ¿por quién ha sido roto este loto (223) y lo ha esparcido por el suelo? ¿Quién es mi enemigo sobre la tierra, que ha asesinado ahora a mi hijo, cuyos ojos cautivaban al corazón, cuyo rostro se parecía a la luna? ¡Ay!, ¿por qué no perece ahora este cuerpo, ya que contempló a mi excelente hijo sobre el suelo? Está bastante claro que este corazón mío está hecho de hierro, ya que habiendo percibido el desastre no se ha roto. ¡Ay!, este fruto ha sido el resultado de ese sueño maligno cuando en medio de mi sueño alguien cortó mis dos pechos con una espada y arranco mis dientes: hoy mi amado hijo ha perecido con rapidez. (224) Al igual que una de las tres palomas que sostenía me fue arrancada por un halcón, hoy, cuando rodeada de mis tres hijos, uno ha sido llevado por la muerte”.
”Entonces el rey y la reina profirieron lamentaciones de muchos tipos con voz lastimera. Sacándose todos sus ornamentos, rindieron homenaje a las reliquias de su hijo en compañía de una gran multitud y depositaron las reliquias del príncipe en este lugar”.
”Si de hecho, Ãnanda, pensases que era otro, que él era en ese momento, en esa época, el príncipe real llamado Mahãsattva. Eso no debe verse así. ¿Por qué? En ese momento, en esa época, yo era el príncipe real llamado Mahãsattva. Incluso entonces, Ãnanda, cuando no estaba completamente libre de las pasiones, el odio, y la locura, ayudé al mundo entero con sus aflicciones como los infiernos ¿cuánto más soportaré ahora, cuando estoy libre de todo defecto y he alcanzado la perfecta iluminación, un eón en los infiernos para beneficio de cada ser sintiente o liberarles del ciclo de nacimiento?. (225) Yo, el mejor de los seres, he ayudado al mundo entero con numerosos y diferentes actos muy difíciles”.
Entonces el Señor pronunció en ese momento estos versos:
”Durante muchos eones me he sacrificado a mí mismo mientras buscaba esta suprema iluminación. Así como me convertí en rey o príncipe, así sacrifique mi cuerpo. Recuerdo que en anteriores nacimientos hubo un rey llamado Mahãratha. Y este tenía un hijo muy generoso llamado el excelente Mahãsattva. Y entonces este tenía dos hermanos llamados Mahãdeva y Mahãpranãda. Y los hermanos fueron juntos a un bosque salvaje. (226) Vieron a una tigresa vencida por el hambre. La compasión surgió en ese excelente ser: ”Porque ahora me sacrificaré a mí mismo, pues esta tigresa, oprimida por el hambre y la sed, devorará a sus propios cachorros”. Y Mahãsattva, hijo de Mahãratha, se deslizó por la ladera de la montaña, cuando vio a la tigresa hambrienta, para salvar a las crías de la tigresa, por compasión. La tierra con sus montañas se agitó. Volaron diversas bandadas de pájaros. Una manada de ciervos se atemorizó. Este mundo fue llenado de oscuridad. Sus dos hermanos, Mahãpranãda y Mahãdeva, habiendo buscado en ese gran, excelente bosque, no encontraron a Mahãsattva. (227) Con extrema y profunda pena y dolor en sus corazones, vagaron, inconscientes, por el bosque. Buscaron a su hermano, sus rostros (cubiertos) de lágrimas. Vagaron por el medio del bosque. Ambos príncipes, Mahãpranãda y Mahãdeva, fueron donde descansaba la débil tigresa. Viendo a la tigresa y a sus cachorros, los labios de la tigresa cubiertos de sangre, y viendo algunos cabellos y huesos esparcidos por el suelo, ya que unas pocas gotas de su sangre habían caído al suelo, los dos príncipes contemplaron el suelo rociado de sangre. Se desmayaron y con sus mentes afectadas, cayeron allí al suelo, sus extremidades cubiertas de barro y polvo, despojados de su sentido de la memoria, con pensamientos confusos. Y sus asistentes, lamentándose con voz lastimera, oprimidos por una profunda pena, los rociaron de agua y sollozaban de pie con los brazos alzados. (228) Y tan pronto como cayó, su madre y portadora, la reina principal, junto a quinientas mujeres, entró en palacio y se sentó cómodamente. Producida por ambos pezones de su pecho, de repente fluyó leche pues todo su cuerpo estaba atormentado como si fuera pinchado por agujas. Su corazón lleno de una extrema pena profunda, perforada por la flecha de la pena profunda de la pérdida de su hijo, se acercó al rey con una mente muy apesadumbrada, consumida por una pena profunda, sollozando con voz lastimera, y entonces dijo al Rey Mahãratha: ”Escúchame, rey, señor de los hombres. Mi cuerpo arde con el fuego del dolor. (229) De ambos pezones de mi cuerpo se ha producido leche de repente. Mi cuerpo está atormentado como si fuera pinchado por agujas. Y mi corazón no puede aguantar más. Ya que tal ha sido el signo, no contemplaré de nuevo la visión de mis amados hijos. En mi separación de mis hijos, dame mi vida. Ten compasión. Hoy en un sueño vi a mis tres jóvenes palomas. La tercera de las jóvenes palomas es amada y atractiva para mí. Un halcón entro allí, y la joven paloma fue arrebatada por el halcón. (230) En mi sueño tal pena profunda entró en este corazón mío. Como resultado de pensar demasiado en el fuego de mi dolor, dentro de poco me llegará la muerte. En mi separación de mis hijos, dame mi vida. Hágase compasión”. Habiendo hablado de este modo, la reina principal se desmayó y cayó al suelo, pues fue despojada del sentido de la memoria, sus pensamientos fallaron, y su mente se tornó inconsciente. Y toda la multitud en el harén lloraron y gimieron con voz lastimera al ver a la reina principal caer inconsciente al suelo. Inmediatamente, el rey, afligido con el dolor de perder a su hijo, fue con sus ministros y asistentes a encontrar el príncipe. Las gentes de toda la ciudad salieron de sus diversas casas y se pararon allí. De este modo llegaron ellos. (231) Sus rostros (cubiertos) de lagrimas, llorando, preguntaron por Mahãsattva en los caminos: ”¿Está vivo o muerto? ¿Dónde se ha ido ahora Mahãsattva? ¿Veré hoy a aquél que es encantador, quien es querido y encantador a la vista de los seres?” De repente el viento del dolor, el cual no puede ser escuchado, avanzó en esta región, fiero, sin hacer ruido, (y aún) con un sonido agudo debido a magia sin limites. El Rey Mahãratha se levantó, llorando, afligido por el dolor, y roció a su reina principal, que había caído al suelo, con chorros de agua. Roció a su mujer hasta que recobró su memoria. Y ella se levantó y, con una mente infeliz, preguntó: ”¿Han muerto mis hijos o viven?”. Y el Rey Mahãratha habló de este modo a su reina principal: (232) ”Los ministros y asistentes han ido en las subdirecciones para encontrar a los príncipes. No estés demasiado infeliz de mente (o) continuamente con pena en tu corazón”. Y así consoló Mahãratha a su reina principal. Salió del palacio real con su cara (cubierta) de lágrimas, llorando, enfermo de dolor, asistido por un grupo de ministros, con una mente muy infeliz y con ojos infelices. Saliendo de la excelente ciudad para encontrar a los príncipes, muchos cientos de miles de seres, con sus caras (cubiertas) de lagrimas, llorando, salieron corriendo. Viendo que el rey había salido, se unieron tras el rey. El Rey Mahãratha partió inmediatamente de la ciudad. (233) Con ojos inquietos miró en las (diez) direcciones para ver a sus amados hijos. Vio venir (hacia él) cierto hombre, cuya cabeza había sido afeitada, cuyos miembros estaban cubiertos de sangre, cuyo cuerpo estaba cubierto de barro, su rostro (cubierto) de lágrimas, llorando. Y un feroz dolor surgió en el corazón del Rey Mahãratha. Con su cara (cubierta) de lágrimas, lloró, y estando de pie con los brazos alzados, se lamentaba. Entonces cierto ministro vino corriendo, rápidamente, desde lejos. Se acercó al señor de los hombres y habló al Rey Mahãratha: ”No tengas dolor en tu mente, rey. Tus encantadores hijos están vivos. (234) Pronto verás a tu excelente encantador hijo viniendo aquí ante tu presencia”. El rey prosiguió por un momento. Entonces vino un segundo ministro. Cubierto con polvo y cubierto con vestidos mugrientos, con su rostro (bañado) en lagrimas, le dijo esto al rey: ”Dos de tus hijos, gran rey, están vivos (pero) encendidos por el fuego del dolor. Un excelente hijo vuestro no es visible, rey. Mahãsattva fue consumido por la incertidumbre, y cuando vio a la tigresa, quien había dado a luz recientemente, deseosa de comerse a sus propias crías, el excelente príncipe Mahãsattva produjo un gran poder de compasión por ellos y tomo una noble determinación por la iluminación: ”Y yo liberaré a todos los seres aquí. Pueda en un tiempo futuro lograr la profunda, noble iluminación, la cual he deseado”. (235) Entonces Mahãsattva se deslizo por la ladera de la montaña. La tigresa se levantó, vencida por el hambre. En un momento dejo su cuerpo sin carne y solo le dejo algunos huesos del príncipe”. Y habiendo escuchado así la terrible palabra, el Rey Mahãratha se desmayó. Y cayó al suelo, sus pensamientos habiendo fallado. Y el fuego de su dolor ardía muy feroz. (236) Sus ministros y asistentes, gimiendo con voz lastimera, afligidos por el dolor, lo rociaron de agua. De pie y con los brazos alzados y lamentándose, un tercer ministro le dijo al rey: ”Hoy he visto a ambos príncipes desmayados allí en ese gran bosque. Ambos cayeron al suelo, sus pensamientos habiendo fallado, y los rociamos con agua, hasta que recobraron la memoria. Ardiendo, miraron en las cuatro direcciones. Por un momento permanecieron Allí de pie, (entonces) cayeron al suelo y gimieron con voz lastimosa. Ellos dos se pusieron de pie con los brazos alzados y pronunciaron elogios de su hermano”. Y el rey tuvo pensamientos tristes en su corazón. (237) Sus pensamientos estaban consternados por la pérdida de su hijo. Ardiendo de dolor se lamentaba, porque así reflexionaba el rey: “Uno de mis hijos, amado, encantador, ha sido devorado por el gran Rãksha de la impermanencia. Puedan mis otros dos hijos no alcanzar la destrucción de sus vidas a través del fuego de su dolor. Por qué continuaré rápidamente hacia allí. Contemplaré a esos dos hijos de amada apariencia. Y (los llevaré) con un rápido vehículo a la capital y los haré entrar con rapidez en palacio. (238) Pueda el corazón de su madre y portadora no romperse por fuego de su dolor. Y viendo a sus dos hijos, pueda ella obtener paz y no encontrar la pérdida de su vida”. Y el rey, junto con un grupo de ministros, montó su elefante y fue a ver a sus hijos. Y viendo a sus dos hijos cruzando juntos el camino, gritó el nombre de su hermano con voz lastimosa. El rey tomó a sus dos hijos, y llorando, continuó camino de la ciudad. Muy rápido, como alguien con prisa, mostró a la reina sus dos hijos”. ”Y yo, el Tathãgatha Sãkyamuni, fui anteriormente el excelente Mahãsattva, (239) el hijo del Rey Mahãratha, a través del cual la tigresa fue hecha feliz. Porque Suddhodana, el excelente rey, era el Rey de nombre Mahãratha. Y la excelente Reina Mãyã era la reina principal. De igual modo, Maitreya era Mahãpranãda. Entonces estaba el hijo del rey Mahãdeva: él era Mañjusri el Príncipe. Mahãprjãpatĩ era allí la tigresa. Los cinco monjes eran las crias de la tigresa”. ”Entonces el gran rey y la gran reina profirieron muchas lamentaciones lastimeras diferentes, se sacaron todos sus ornamentos, y junto a una gran multitud rindieron homenaje ante las reliquias de su hijo. (240) Ellos depositaron esas reliquias de Mahãsattva en ese lugar y construyeron esta stũpa hecha de siete joyas. Y cuando Mahãsattva ofreció su cuerpo a la tigresa, tomo la siguiente determinación a través de la compasión: ”Que a través de este sacrificio de mi cuerpo puedan todos los seres en tiempos futuros durante eones que exceden cualquier cálculo ser causa de llevar a cabo el acto de Buddha”.
Mientras esta exposición estaba siendo revelada, innumerables seres, criaturas incluyendo a hombres y dioses, elevaron su pensamiento hacia la suprema y perfecta iluminación. Y ésta es la razón, ésta la causa de la revelación de esta stũpa aquí. Y esa stũpa, a través de la bendición de Buddha, se hundió en el suelo en ese mismo lugar.
Así (finaliza) el capítulo decimoctavo, el capítulo sobre la tigresa, del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras. (241)
19. CAPÍTULO SOBRE LA ALABANZA DE TODOS LOS TATHÃGATAS
Entonces aquellos numerosos cientos de miles de Bodhisattvas se acercaron al Tathãgatha Suvarnaratnãkaracchatrakũta. Habiéndose acercado, lo veneraron con sus cabezas a los pies de Suvarnaratnãkaracchatrakũta y permanecieron de pie a un lado. Permaneciendo de pie a un lado, los numerosos cientos de miles de Bodhisattvas pusieron sus manos en el gesto de reverencia y alabaron al Tathãgatha Suvarnaratnãkaracchatrakũta con los siguientes versos:
”El cuerpo de Buddha es como el color del oro. Sus miembros son brillantes como el color del oro. Él tiene el color del oro como el señor dorado de las montañas. El vidente es un loto blanco de color dorado. Sus miembros están adornados con marcas mayores que son buenas. Su miembros están decorados con diversas marcas menores buenas. Es muy brillante, con el magnífico esplendor del oro. Es muy puro, plácido, como el señor de las montañas. Él posee la voz de Brahma, el sonido de Brahma, el de voz agradable. Tiene la voz del león, el sonido de una nube atronadora. Su voz atronadora de sesenta tipos es una voz muy pura. (242) La voz de Buddha tiene el sonido de un pavo o de un cuco hindú. El Buddha es muy puro, muy brillante con un esplendor impecable, plenamente adornado con las marcas de cientos de méritos. El Buddha es un océano de muy puro, intachable conocimiento, esta dotado de todas las excelentes virtudes de (el monte) Sumeru. El Buddha tiene una suprema compasión por el bienestar de los seres, es un excelente concededor de bendiciones en los mundos, un buen expositor de la más alta verdad, un prócer para la bendición del Nirvãna completo. Él es un concededor de la bendición del néctar. [El Buddha es un excelente expositor del néctar de la Ley, un prócer para la ciudad del néctar, una mina de todas las bendiciones, un lugar de bendición. El Buddha libera a los seres de la aflicción, libera a las criaturas del océano de la aflicción, conduce a las criaturas de manera excelente al camino de la paz y da toda bendición a las criaturas. Es imposible en vuestro caso hacer comparación con la extensión del océano de virtud y conocimiento del Buddha. Tú tienes compasión por todos los seres,] el poder del amor, recursos, y heroísmo. No es posible en pleno mundo de los dioses exponer uno por uno en muchos miles de millones de eones los méritos de una gota del océano de tu virtud y conocimiento. (243) Esto ha sido expuesto brevemente por mí. ¿Qué es (ello sino) una gota de virtud surgida de un océano de virtud? Y cualquier cantidad de mérito que yo haya acumulado, a través de eso, puedan los seres tocar la suprema iluminación”. Entonces el Bodhisattva Rucraketu se levantó de su asiento, cubrió un hombro con su túnica, puso su rodilla derecha en el suelo, puso sus manos en el gesto de reverencia hacia el Señor, y en ese momento alabó al Señor con los siguientes versos:
”Señor de los sabios, tú tienes las marcas de cientos de méritos y están adornados con miles de espléndidas, brillantes virtudes. Tienes una complexión noble, una excelente, plácida apariencia, una brillantez emitida como si fuera por mil soles. Tu brillantez es llenada con el ardor de numerosos rayos. (244) Te pareces a las joyas llenas de diversos colores. Tienes el brillo del azul, blanco u oro, el brillo del berilio, del amanecer cobrizo o del cristal. Tú iluminas las montañas Sumeru. Tú iluminas numerosos millones de campos. Tú inmovilizas las feroces, severas aflicciones. Tú satisfaces a los seres con excelentes bendiciones. Tu complexión y sentidos son puros y eres hermoso de contemplar. El cabello de tu cabeza brilla con el color de un pavo real. Su esplendor es como un loto lleno de abejas. (245) Estás adornado con las virtudes puras de la compasión. Has acumulado excelentes méritos por medio de la meditación y el amor. Estás equipado con marcas menores de diversos colores. Estás adornado con (tales) virtudes como las (siete) ramas de la iluminación (incluyendo) las meditaciones. Pues eres un dispensador de alegría, un dispensador de bien, un dispensador de bendiciones, la fuente de una mina de toda bendición. Estás adornado con diversas virtudes profundas. Tú brillas en miles de millones de campos. Ardes con rayos, los cuales como si fueran a causar fuego, y eres como la órbita completa del sol en el cielo. Dotado de todas las virtudes como Sumeru, (246) apareces en todas las esferas mundiales. Parecido a la leche de vaca, a una concha marina, a un lirio blanco o a la luna, teniendo el color de la nieve, como un hermoso loto blanco, la línea de tus dientes brilla desde tu rostro como lo es el cielo si fuera (iluminado) por el ganso real. El círculo de pelo en medio de tu plácido rostro de semblante como la luna, gira hacia la derecha, es muy rizado, coloreado del color del berilio, negro. Con sus rayos, brilla como el sol en el cielo”. (247) Entonces la noble diosa Bodhisattvasamuccayã en ese momento alabó al Señor con los siguientes versos:
”Homenaje al Buddha, cuya iluminación es pura, quien ha realizado la elocuencia en la pura Ley, quien ha realizado un yo libre de los caminos de la anarquía, quien tiene una realización pura del conocimiento de la existencia y la no existencia. ¡Cuán infinita es la gloria de Buddha! ¡Cómo se parece al océano o a Meru! ¡Cuán infinita es la esfera de Buddha, difícil de obtener como lo es la flor del árbol udumbara! ¡Cuán compasivo es el Tathãgata, un estandarte en la familia de los reyes Sãkya, un sol entre los señores de los hombres! (248) Con sus sentidos calmados, el Tathãgatha Sãkyamuni, calmo, excelente, entró en la ciudad de la calma. Profunda, calma, implacable fue su meditación. Él entró en esa esfera del victorioso Buddha”.
”Y los cuerpos de los Srãvakas están vacíos. Los lugares donde moran los mejores de los que tienen dos piernas están vacíos. Todas esas cosas y su naturaleza están vacías. Y los seres están vacíos. Un yo no es encontrado en absoluto”.
Constantemente, constantemente, yo recuerdo al Buddha. Y constantemente estoy ansiosa por la visión del Buddha. Y siempre, constantemente, tomo una determinación para poder ver el Buddha-sol. Constantemente permaneciendo con mi rodilla en el suelo, soy consumida por una extrema ansiedad por ver al Buddha. (249) Gimiendo de manera lastimosa por el beneficio del Buddha, estoy extremadamente deseosa de ver a aquél que ha logrado el gozo. Ardo constantemente con el fuego de la ansiedad. Dame el agua fría de su apariencia. Estoy extremadamente deseosa de ver su forma. Lléname de alegría con el agua de la compasión. Actúa por mí con la sensación de la compasión, Buddha. Concédeme tu apariencia, tu plácida forma. Pues el mundo con sus dioses ha sido protegido por ti. Y de este modo están los cuerpos de los Srãvakas vacíos. (250) Y todos los seres son por naturaleza un sueño, igual al espacio, teniendo al cielo por su naturaleza, parecidos a magia, a un espejismo, a la luna (reflejada) en el agua. Vacíos están los grandes entre vosotros, los Buddha. [La esfera del Tathãgatha es pura como el cristal, maravillosa, y muy profunda. De entre todos los seres nadie es capaz de conocerla. De entre los videntes poseídos de los cinco tipos de conocimiento supernatural, de entre todos los Sãravakas y Pratyekabuddhas, nadie es capaz de conocerla. Ahora no tengo duda alguna concerniente a la esfera de Buddha. ¡Puedas tu por tanto por misericordia y compasión mostrarme tu cuerpo!]”.
Entonces el Señor se levanto de su asiento y habló con la voz-Brahma: ”Bravo, bravo a ti, noble diosa! ¡Bravo a ti, noble diosa, y una vez más bravo!”.
Esto dijo el Señor, y los Bodhisattvas encabezados por la noble diosa Bodhisattvasammucayã y la gran diosa Sarasvatĩ, y toda la asamblea, (251) encabezada por dioses, hombres, Asuras, Garudas, Kimnaras, Mahogaras y similares, aclamaron con regocijo la palabra del Señor.
El noble, el excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras, ha finalizado.
APÉNDICE: LA INTRODUCCIÓN KHOTANESA
La traducción mejorada de la introducción Khotanesa aquí añadida debe mucho a la investigación del Profesor P.O.Skjærvø. Para un comentario detallado el lector debe esperar a la publicación de su edición crítica.
...Esta (es) mi petición al Señor Buddha y a los Bodhisattvas y dioses, diosas, hombres, Nãgas, (y) Yaksas. Puedan ellos recibir esta mi veneración de la Ley, (esta) auspiciosa plegaria...
Éstas son las razones proporcionadas para ello en este sũtra en base a lo cual es llamado Rey de los Sũtras”.
La curso de la vida de los Buddhas está expuesta en él, y a través de ello, la noble (doctrina) misma (de la) vacuidad (es expuesta) de una buena manera, y el cuerpo de la Ley de los Señores Buddhas es expuesta a través de ello, y la manifestación de la vida (de los Tathãgathas es expuesta a través de ello como siendo) ilimitada, y los muy difíciles actos primeros (de los Buddhas) y las meditaciones (son expuestas) a través de ello, (y también) los muy difíciles actos del Bodhisattva, y las profecías de muchos hijos divinos (para la ilumi-nación), y los elogios (son expuestos) a través de ello, y las confesiones, y maduraciones y felicitaciones, y súplicas, y ruegos, y el gran poder de Buddha, y la destrucción de los actos maliciosos (son expuestos a través de ello), y los dhãranĩs. Y aquí en este sũtra el cuidado por todos los seres en este nacimiento (y) en otros nacimientos es expuesto. Y el conocimiento de los reyes es expuesto a través de ello, cómo él sustenta a los seres de la tierra (del rey), cómo ellos (los reyes) los establecen (a los seres) en la Ley de manera que ellos no lleguen en absoluto a un estado maligno, cómo pueden ellos ser cuidados con las cosas de este nacimiento: ésta (es) la exposición en este sũtra. También cómo uno elimina las enfermedades corporales de los seres enfermos, esta exposición (es encontrada) aquí. Por tanto es este sũtra llamado Rey de los Sũtras”. De los sostenedores de todos los demás sũtras también (es) su soporte. Por tanto es este (sũtra) llamado el Rey de los Sũtras”. ”Suvarna” significa oro”; ”bhãsa”, significa ”brillando”. Así como de entre las substancias preciosas el oro, se dice que brilla como el mejor, así este sũtra por tales razones como éstas, brilla como el mejor. Por tanto, es llamado el ”Suvarnabhãsottama”, porque (es) el mejor (sũtra).
Ya que he ordenado que se escriba este Suvarnabhãsottama Sũtra en Khotanes y (así) hacerlo entendible... cualquier beneficio que pueda ser adquirido por mí aquí, yo lo comparto con todos mis familiares, empezando por mi madre, padre, hermanas, (y) hermano, con (mis) amigos, consejeros espirituales, (y) todos los parientes. Y con toda la tierra de Khotan, y con todos los seres de la tierra de Khotan yo (lo) comparto. Y de esa manera yo comparto con todos los seres este bien. Y pueda yo de ese modo obtener de manera segura la iluminación sin restricción. Y este bien también y estos méritos se los llevo a los Cuatro Grandes Reyes, y a la Gran Diosa Srĩ, para (ellos) va el mejor compartir de entre estos méritos míos aquí. Pueda ese (compartir) de manera segura ser tan prospero a través de los méritos de los Buddhas (y) los Bodhisattvas como ha sido expuesto en este sũtra.
Así [finaliza] el capítulo duodécimo, el Capítulo sobre la Ciencia Regia, llamada la instrucción concerniente a los Reyes Divinos del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras.
13. CAPÍTULO SOBRE SUSAMBHAVA
Cuando me volví un rey Cakravartin entonces yo renuncié a la tierra con sus océanos. (146) Yo presenté los cuatro continentes llenos de joyas ante los anteriores Budas. Y no existe ningún objeto amado, agradable al que yo no haya renunciado anteriormente. Para beneficio de mi búsqueda de aquél que tiene la Ley como su cuerpo yo renuncié a mi querida vida durante numerosos eones, como [hice] durante inconcebibles eones anteriores en la Orden del Buda Ratnasikhin. Cuando ese Buda hubo logrado el Nirvãna completo, allí surgió un rey llamado Susambhava. Este Cakravartin, señor de los cuatro continentes, gobierna la tierra hasta el océano. (147) Y entonces el excelente rey estaba dormido en el palacio JinendraghoSã. Escuchando en su sueño las virtudes de Buda, él vio a Ratnoccaya, un predicador de la Ley, brillando en medio del sol, exponiendo este rey de los sũtras. (148) Y el rey despertó de su sueño. La totalidad de su cuerpo estaba lleno de felicidad. Saliendo alegre de0 su palacio, se aproximó a la excelente asamblea de discípulos. Rindió homenaje a los discípulos de Buda. Preguntó por Ratnoccaya, el predicador de la Ley: “¿Dónde, en esta noble asamblea, está el monje llamado Ratnoccaya, que está dotado de virtudes?”. Entonces Ratnoccaya estaba en otro lado, sentado en una cueva, reflexionando sobre este rey de los sũtras, estudiándolo, sentado confortablemente. Entonces ellos mostraron al rey el monje Ratnoccaya, el predicador de la Buena Ley, (149) sentado en otro lado en una cueva, resplandeciendo con brillantez, esplendor y gloria. Aquí este Ratnoccaya, el predicador de la Ley, mantenía la profunda esfera de actividad del Buda. Proclamaba continuamente el rey de los sũtras llamado el excelente Suvarnbhãsa. Adorando los pies de Ratnoccaya, el Rey Susambhava dijo esto: “Exponme tú, cuyo rostro se parece a la luna llena, el excelente Suvarnbhãsa, rey de los sũtras”. Y Ratnoccaya acepto la petición del Rey Susambhava. En la totalidad de la triple-mil esfera mundial todos los dioses se regocijaron. En un lugar puro, soberbio, excelente, con agua como joya, rociado con gotas de agua fragante, (150) él esparció flores sobre la tierra y entonces el rey colocó allí un asiento. Y el rey adornó ese asiento con parasoles, estandartes y numerosos miles de telas de seda. Y el rey espolvoreó ese asiento con diversos y excelentes polvos de sándalo. Dioses, Nãgas, Asuras, Kimnaras, Yaksas, reyes Yaksa y Mahogaras esparcieron sobre ese asiento lluvias divinas de flores mãndãrava. Inconcebibles miles de millones de dioses que llegaron deseosos de la Ley esparcieron sobre Ratnoccaya cuando llegó con flores del árbol Sãl. Y Ratnoccaya, el predicador de la Ley, habiendo lavado bien su cuerpo, Habiéndose puesto vestiduras puras, se aproximó a ese asiento, (151) puso sus manos en el gesto de reverencia y rindió homenaje. Los reyes de los dioses, los dioses y diosas vertieron una lluvia de flores mãndãrava. Inconcebibles cientos de miles de instrumentos musicales retumbaron en el cielo. El monje Ratnoccaya, el predicador de la Buena Ley, ascendió [al asiento de la Ley] y se sentó, consciente de inconcebibles miles de millones de Budas en las diez direcciones. Produciendo compasión por todos los seres y deseoso de lograr una mente compasiva, expuso entonces este sũtra al Rey Suasmbhava. El rey, habiendo permanecido de pie con sus manos en el gesto de reverencia, se regocijo de común acuerdo. Sus ojos derramaron lagrimás ante la fuerza de la Buena Ley. Su cuerpo se llenó de alegría. Por bien de adorar este sũtra, el Rey Susambhava agarró el Cintãmani, rey de las joyas, y tomó la determinación en base al bienestar de los seres: “Puedan ahora llover en Jambudvĩpa ornamentos hechos de las siete joyas (152) y puedan los seres aquí en Jambudvĩpa ser bendecidos y tener grandes riquezas”. Entonces llovieron allí sobre los cuatro continentes las siete joyas, brazaletes y collares, excelentes pendientes, de la misma manera comida, bebidas, y vestiduras. Y cuando el Rey Susambhava vio esta lluvia de joyas en Jambudvĩpa, presentó los cuatro continentes llenos de joyas a la Orden de Ratnasikhin.
Y yo, el Tathãgata Sãkyanubi, era el rey llamado Susambhava. Yo entonces renuncié a la tierra, a los cuatro continentes llenos de joyas. Y el Tathãgata Aksobhya era el monje Ratnoccaya, el predicador de la Buena Ley, quien luego predicó este sũtra al Rey Susambhava. Porque yo escuche este sũtra entonces y me regocije de mutuo acuerdo, a través de este buen acto mío, (153) y a través de regocijarme ante la escucha de este sũtra, yo obtuve un cuerpo que tiene el color del oro, que tiene las marcas de cien méritos, siempre de agradable apariencia, agradable a los ojos, hermoso de contemplar para la gente, causando placer a miles de millones de dioses. Durante noventa y nueve billones de eones yo fui un rey Cakravartin. Durante numerosos cientos de miles de eones yo experimenté la realeza menor. Durante inconcebibles eones yo fui Sakra, y del mismo modo Brahma, cuya mente es tranquila. Inconmensurables son los Budas a los que he complacido, cuya medida nunca puede ser encontrada. Así es la masa de mis muchos méritos sin medida, ya que escuche este sũtra y me regocijé en él, de acuerdo a mi deseo yo he obtenido la iluminación y he adquirido el cuerpo de la Buena Ley”.
(154) Así [finaliza] el capítulo decimotercero, el Capítulo sobre Susambhava, del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras.
14. CAPÍTULO SOBRE EL REFUGIO DE LOS YAKSAS
Gran diosa Srĩ, cualquier fiel noble hijo o noble hija que tuviera el deseo de rendir homenaje que es inconcebible, grande, inmenso, extenso, con todos los aditamentos, a pasados, futuros, y presentes Señores Budas, que estuviera deseoso de conocer la profunda esfera de Buda de los pasados, futuros, y presentes Señores Budas, él sin duda, en esa región, monasterio, o región forestal, en la que este excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras, (155) sea expuesto con detalle, debe escuchar este excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras, con una mente concentrada y atenta. Entonces el Señor, iluminando este significado en más gran detalle, en ese momento habló estos versos:
“Quienquiera que deseara rendir inconcebible honor a todos los Budas y conocer la profunda esfera de todos los Budas, debe aproximarse a ese lugar, monasterio o celda, donde este excelente Suvarnabhãsa es predicado. Este sũtra es un inconcebible, infinito océano de virtudes [y] rescata a todos los seres de numerosos océanos de aflicciones. (156) Yo contemplo el principio del sũtra, la mitad, y el final: el es el rey de los sũtras, extremadamente profundo, [y] no se encuentra nada para compararlo con él. Ni el polvo del Ganges, ni el de la tierra, ni del océano, ni aquél que se encuentra en el cielo pueden proporcionar comparación”.
“Entonces debe entrar, por medio de entrar en la esfera de la Ley, donde hay la stũpa cuya naturaleza es la Ley, profunda, bien establecida. Y en medio de esta stũpa él verá al Buda Sãkyamuni exponiendo este sũtra con voz agradable. Cuantos millones de eones, inconcebibles, incalculables períodos, (157) él experimente placeres divinos y humanos, aquél que escuche este sũtra sabrá que una inconcebible masa de mérito ha sido de ese modo adquirida por él. Aquél que es capaz de escuchar este sũtra atravesará cien leguas cubierto de agujeros de fuego. Soportará gran dolor. Tan pronto como haya entrado en [su] monasterio o celda, las enfermedades se alejan de él, todo mal sueño y signo. Tan pronto como haya entrado en él, toda las opresiones causadas por planetas y constelaciones, aterradores demonios malignos, se apartarán de él. Él debe hacer allí un asiento tal que se parezca a un loto como los reyes Nãga le revelaron en su sueño. Y Habiéndose sentado en ese asiento, expondrá este sũtra. Debe leer lo que esta escrito y del mismo modo comprenderlo. Bajado del asiento irá a otro lugar. Allí sobre ese asiento se verán milagros. Y a veces la forma del predicador de la Ley será vista allí, a veces la forma del Buda y a veces un Bodisatva. Algunas veces las formas de Samantabhadra o de Mañjusri, algunas veces formas de Maitreya son vistas sobre ese asiento. Algunas veces meramente un brillo, algunas veces la apariencia de dioses (158) es vislumbrada por un momento y luego desaparece. La Orden de Buda esta por todos lados, produciendo éxito, renombre, dotada de grano y bendiciones. [Es un signo, una aparición de Buda, causando victoria, fortuna y fama, echando a los oponentes, derrotando completamente a las hordas de enemigos extranjeros, derrocando a los enemigos en la batalla, eliminando todos los malos sueños, destruyendo todo mal, eliminando todo mal,] trayendo la victoria en la batalla. Llenará la totalidad de este Jambudvĩpa con su fama, y todos sus enemigos serán profundamente derrotados. Sus enemigos serán siempre suprimidos y se alejará de todo mal. Habiendo conquistado la vanguardia, libre de enemigos, se regocija”.
“El Rey Brahma, [Sakra] el Señor de los Treinta [dioses], de la misma manera los protectores del mundo, Vajrapãni, el señor de los Yaksas, Samjñãya, el Conquistador principal, Anavatapta, señor de los Nãgas, del mismo modo Sãra, los señores de los Kimnaras y los señores de los Asuras, del mismo modo los señores de los Garudas, con estos situados a la cabeza, todos los dioses (159) honrarán continuamente la inconcebible stũpa de la Ley. Cuando ellos ven seres venerables ellos se alegran. Todos los excelentes señores de los dioses pensarán de este modo, y todos aquellos dioses se hablarán unos a otros: ‘¡Mirad a todos esos [seres] dotados de resplandor, gloria, y méritos! Debido a una purificada raíz de mérito esos hombres han venido aquí, quienes han venido aquí para escuchar este profundo sũtra, venerables hombres con inconcebible devoción hacia la stũpa de la Ley. Ellos tienen compasión por el mundo. Ellos están trabajando por el bienestar de los seres. Ellos son un recipiente para el jugo de la Buena Ley, para las cosas profundas. Aquellos que entren por medio de entrar en la esfera de la Ley son aquellos que escuchan este sũtra. el excelente Suvarnabhãsa. (160) Ellos han adorado cientos de miles de anteriores Budas y debido a esta raíz de mérito esllos escuchan este sũtra”.
“Todos estos reyes de los dioses, del mismo modo Sarasvatĩ, Srĩ, Vaisravana, del mismo modo los cuatro reyes, junto a cientos de miles de Yaksas poseídos de poderes supernaturales y de gran fortaleza, (161) les darán protección en todos lados en las cuatro direcciones. Indra, Soma, Vãyu, Varuna, Skanda, Visnu, Sarasvatĩ, Prajãpati, y Hutãsana, todos estos protectores del mundo de gran fortaleza y destreza, les darán siempre protección, no cansados por el día o la noche. Y los muy poderosos señores Yaksa, Nãrãyana y Mahesvara y los otros veintiocho encabezados por Samjñãya, junto a cientos de miles de Yaksas poseídos de poderes supernaturales y de gran fortaleza, les ofrecerán protección en todos sus miedos y terrores. Y Vajrapãni, señor de los Yaksas, con quinientos Yaksas y todos los Bodisatvas les darán protección. Mãnibhadra, señor de los Yaksas, del mismo modo Pũrnabhadra, Kumbhĩra, y Ãtavaka, del mismo modo Pingala y Kapila, cada señor Yaksa con quinientos Yaksas, darán protección a aquellos que hayan escuchado este sũtra. Citrasena, el Gandharva, Jinarsabha, rey de los Conquistadores, Manikantha, Nikanta, Varsãdhipati, Mahãgrãsa, Mahãkãla, del mismo modo Suvarnakesa, (162) Pãñcika, Chagalapãda, del mismo modo Mahãbhãga, Pranãlin, Dharmapãla, Markata, Vãli, Sũciroma, Sũryamitra, del mismo modo Ratnakesa, Mahãpranãlin, Nakula, Kãmasresta, Candana, Nãgayana, Maimavata, del mismo modo Satãgiri, todos estos, poseídos de poderes supernaturales, gran fortaleza y destreza, darán protección a aquellos para quienes este sũtra es querido. Anavatapta, señor de los Nãgas, del mismo modo Sãgara, tanto Mucilinda como Elapatra, Nanda y Upanandaka, con cientos de miles de Nãgas, poseídos de poderes supernaturales y gran fortaleza, les darán protección de todo miedo y terror. Bali, Rãhu, Namuci, Vemacitra, Samvara, Prahlãda, Kharaskandha, y del mismo modo otros señores de los Asuras, con cientos de miles de Asuras, poseídos de poderes supernaturales y gran fortaleza, les darán protección del miedo y terror que hayan surgido. Hãrĩtĩ, madre de los Bhũtas, con sus quinientos hijos, les darán protección ya sea que estén dormidos, sentados o de pie. (163) Candã, Candãlikã, del mismo modo la Yaksinĩ Candikã, Kuntĩ y Kũtadantĩ, quien priva a todos los seres de su fuerza, todos estos, poseídos de poderes supernaturales, gran fuerza y destreza, les darán protección en todos lugares en las cuatro direcciones, Sarasvatĩ a la cabeza e inconcebibles dioses, todos los dioses aquí con Srĩ a la cabeza del mismo modo, y la diosa-Tierra, las deidades del fruto, cosecha, y bosque, las deidades del río [y] aquellas que habitan en los parques, árboles y santuarios, todas esas deidades, con mentes regocijándose grandemente, darán protección a aquellos para quienes este sũtra es querido. Y ellas proporcionarán a los seres larga edad, cariz, y fuerza. Ellos les adornarán continuamente con gloria, méritos, resplandor, y fortuna. Ellos eliminarán toda opresión causada por los planetas y constelaciones. Ellos destruirán todo infortunio, maldad, y mal sueño. Y la profunda y muy poderosa diosa-Tierra (164) será satisfecha con el sabor del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras. El aroma de la tierra se incrementará seis millones ochocientas mil leguas tan lejos como la capa de diamante. Proseguirá cien completas leguas hacia abajo. A través del poder de escuchar este sũtra, humedecerá la tierra hacia arriba. Y todas las deidades estacionadas en las diez direcciones serán satisfechas con el aroma del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras. Ellos se tornarán más poderosos, dotados de fortuna, destreza y fuerza. Ellos serán bendecidos con la felicidad, satisfechos con diversos aromas. Por todos lados en este Jambudvĩpa las deidades del fruto, cosecha y bosque estarán alegres ante la exposición de este sũtra aquí. Cosechas, hierbas, diversas flores, diversos frutos, árboles, parques, y bosques (165) ellos los harán florecer hermosamente y les harán emitir diversos perfumes. Con flores diversas y con frutos diversos, ellos harán crecer todas las hierbas y árboles sobre la tierra. Por todos lados en este Jambudvĩpa inconcebibles chicas Nãga tendrán mente alegre, y aproximándose a estanques de lotos, ellas plantarán en todos los estanques de lotos diversos tipos de lotos, azules y blancos. El cielo se tonará puro, libre de humo y masas de nubes. Las dependencias, con la oscuridad y el polvo eliminados, brillarán intensamente. (166) El sol, resplandeciendo brillantemente con sus mil rayos, con su masa de rayos, regocijándose en su profundo resplandor, surgirá. El señorial sol, hijo de los dioses, residiendo en su palacio de oro Jambũnada, estará satisfecho por este sũtra. El señorial sol surgirá en Jambudvĩpa regocijándose grandemente. Él brillará en todos lados con su infinita masa de rayos. Tan pronto como haya surgido, al emitir su masa de rayos, él despertará los lotos que llenan las diversos estanques. Por todos lados en Jambudvĩpa, él madurará plena y apropiadamente las diversas cosechas, frutos, y plantas. Satisfará la totalidad de la tierra. (167) Entonces la luna y el sol brillarán con distinción. Las constelaciones, del mismo modo viento y lluvia, llegarán en el momento apropiado. Habrá abundancia por todos lados en la totalidad de Jambudvĩpa, especialmente en ese reino donde este sũtra pueda estar”.
Así [finaliza] el capítulo decimocuarto, el Capítulo sobre la protección, llamado “El refugio de los Yaksas”, del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras.
15. CAPÍTULO SOBRE LA PROFECÍA CONCERNIENTE A LOS DIEZ MIL HIJOS DIVINOS
Cuando esto se hubo dicho, la noble diosa Bodhisattvasamuccayã habló de este modo al Señor: ”¿Por qué causa, querido Señor, por qué razón, debido a qué ejecución, acumulación, que raíz de mérito puro, (168) tienen estos diez mil hijos de dioses [que] encabezados por Javalanãntaratejorãja vienen ahora desde la morada de los Treinta y tres y entran en la presencia del Señor para escuchar la ley?”
”Por que han escuchado la profecía de la iluminación para las siguientes tres buenas personas: que esta buena persona Ruciraketu despertará en un tiempo futuro, cuando hayan transcurrido numerosos cientos de miles de millones de incalculables eones que sobrepasan [todo] cálculo, a la suprema y perfecta iluminación en la esfera mundial de Suvarnaprabhãsitã. Él nacerá en el mundo como el Tathãgata llamado Suvarnaratnãkaracchatrakũta, el Arhat, el plenamente iluminado, perfecto en sabiduría y buena conducta, aquél que ha logrado el gozo, teniendo conocimiento del mundo, supremo auriga de los hombres a ser adiestrados, maestro de hombres y dioses, Señor Buddha. (Así será) hasta que, cuando el Señor Suvarnaratnãkaracchatrakũta, el Tathãgata, Arhat, el plenamente iluminado, haya logrado el Nirvãna completo, la Buena Ley haya desaparecido, (169) y su enseñanza haya en toda forma desaparecido totalmente, este hijo llamado Rũpyaketu, en sucesión a ese Tathãgata, nacerá en el mundo, en esa esfera mundial de Virajadhvaja como el Tathãgata llamado Suvarnajambudhvajakãñcanãbha, el Arhat, el plenamente iluminado. (Así será) hasta que, cuando el Tathãgata Suvarnajambudhvajakãñcanãbha, el Arhat, el plenamente iluminado, haya lo-grado el Nirvãna completo y su enseñanza haya en toda forma desaparecido totalmente, este hijo llamado Rũpyaprabha, en sucesión de ese Tathãgata, despertará en esa esfera mundial de Virajadhvaja a la suprema y perfecta iluminación. Nacerá en el mundo como el Tathãgata llamado Suvarnasatarasmiprabhãsaketu, el Arhat, el plenamente iluminado, perfecto en sabiduría y buena conducta, aquél que ha logrado el gozo, teniendo conocimiento del mundo, supremo auriga de los hombres a ser adiestrados, maestro de hombres y dioses, Señor Buddha”.
”Todos estos fueron profetizados ahora por el Señor para la suprema y perfecta iluminación. (170) Pero hasta entonces, querido Señor, esos diez mil hijos divinos, encabezados por Jvalanãntaratejorãja, no han seguido extensivamente la carrera del Bodhisattva. No se ha escuchado [decir] anteriormente que ellos se hayan comportado previamente de acuerdo a las seis perfecciones. No se ha escuchado [decir] que ellos hayan ofrecido anteriormente manos, pies, ojos, el miembro supremo (la cabeza), hijos queridos, esposa, hijas. No se ha escuchado [decir] que hayan ofrecido anteriormente riquezas, grano, oro, joyas, perlas, berilio, conchas, cristal, coral, plata, oro y joyas. No se ha escuchado [decir] que ellos hayan ofrecido anteriormente comida, bebida, vestidos, vehículos, camas, asientos, moradas, palacios, parques, estanques y piscinas. No se ha escuchado [decir] que hayan ofrecido anteriormente elefantes, vacas, caballos, yeguas, sirvientes masculinos y femeninos, en la misma manera que aquellos numerosos cientos de miles de millones de Bodhisattvas durante numerosos (171) cientos de miles de millones de previos eones incalculables rendirán culto con numerosos, inconcebibles, diversos cientos de miles de actos de veneración, con todos los accesorios, a numerosos, incalculables cientos de miles de millones de Tathãgatas; ofrecerán todos los objetos; ofrecerán manos, pies, ojos, el miembro supremo (la cabeza), hijos, esposa, e hijas queridos; ofrecerán riqueza, grano, oro, joyas, perlas, berilio, conchas, cristal, coral, plata, y oro; ofrecerán comida, bebida, vestidos, camas, asientos, moradas, palacios, parques, jardines, estanques, elefantes, vacas, caballos, yeguas, sirvientes masculinos y femeninos; llevarán a cabo las seis perfecciones; habiendo llevado a cabo las seis perfecciones de manera sucesiva, experimentarán numerosos cientos de miles de bendiciones, antes ellos obtendrán del Señor Buddha la profecía del nombre del Tathãgata. ¿Por qué razón entonces, querido Señor, por qué causa, a través de qué tipo de raíz meritoria pura se han aproximado estos diez mil hijos divinos, encabezados por Jvalanãntaratejorãja (172) ante la presencia del Señor aquí para escuchar la Ley? ¿(Por qué) los ha profetizado ahora el Señor para la suprema y perfecta iluminación, (profetizado) que en un tiempo futuro, cuando numerosos cientos de miles de millones de eones incalculables hayan transcurrido, ellos despertarán a la suprema y perfecta iluminación en la esfera-mundial de Sãlendradhvajãgravatĩ, uno detrás de otro, con la misma familia y clan, y con el mismo nombre, (que) ellos nacerán en el mundo en las diez direcciones como diez mil Buddhas llamados Prasannavadanotpalagandhakuta, perfeccionados en sabiduría y buena conducta, habiendo logrado el gozo, teniendo conocimiento del mundo, aurigas supremos de los hombres a ser adiestrados, maestros de hombres y dioses, Señores Buddhas?”.
Cuando se hubo dicho esto, el Señor habló de este modo a la noble diosa Bodhisattvasamuccayã:
”Existe, noble diosa, esta razón, existe esta causa, existe esta raíz meritoria pura en base a lo hecho y acumulado debido a la cual, estos diez mil hijos divinos, encabezados por Jvalanãntaratejorãja han venido ahora aquí desde la morada de los Treinta y tres para escuchar la Ley. Escuchando esta profecía de la iluminación para aquellos tres buenos hombres, tan pronto como la escucharon, noble diosa, obtuvieron una extrema reverencia, deleite, y fe hacia este excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras. (173). Hace tiempo que fueron dotados de una mente pura parecida al impecable berilio; fueron dotados con una fe profunda de mente parecida al puro, inmenso, extenso cielo; adquirieron una ilimitada cantidad de mérito; y, noble diosa, tan pronto como lo escucharon, los diez mil hijos divinos, encabezados por Jvalanãntaratejorãja, hace tiempo obtuvieron una extrema reverencia y fe hacia este excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras, y fueron dotados hace tiempo con una mente pura parecida al impecable berilio, hasta que alcanzaron el estadio de la profecía. Noble diosa, a través de la adquisición de raíces meritorias debido a la escucha de la Ley y como resultado del poder de una determinación previa, esos diez mil hijos divinos, encabezados por Jvalanãntaratejorãja, han sido ahora profetizados por mí para la suprema y perfecta iluminación”.
”¿Y cuáles, noble diosa, son esas determinaciones anteriores?”.
Así [finaliza] el capítulo decimoquinto, el capítulo concerniente a los diez mil hijos divinos, del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras. (174)
16. CAPÍTULO SOBRE CURAR LA ENFERMEDAD
Anteriormente, noble diosa, en el pasado, cuando incalculables (y aún) más eones incalculables, extensos, inconcebibles, inconmensurables, habían pasado, en ese momento, en esa época, apareció allí en el mundo un Tathãgata llamado Ratnasikhin, un Arhat, plenamente iluminado, perfecto en sabiduría y buena conducta, habiendo logrado el gozo, teniendo conocimiento del mundo, auriga supremo de los hombres a ser adiestrados, maestro de hombres y dioses, Señor Buddha. Y de hecho en ese momento, noble diosa, en esa época, cuando el Señor Ratnasikhin, el Tathãgata, Arhat, plenamente iluminado, logro el Nirvãna completo, cuando la Buena Ley había desaparecido y existía una copia de la Buena Ley, había un rey llamado Suresvaraprabha. Un rey de la Ley que moraba en la Ley protegió su reino de acuerdo a la Ley, no de acuerdo a la anarquía. Él era como una madre y padre para todos los seres que habitaban en todos sus distritos. Además, en ese momento, noble diosa, en esa época, había (175) en la tierra del Rey Suresvaraprabha un mercader llamado Jatimdhara, un doctor, un hombre de medicina, experto en los principales elementos. Estaba plenamente versado en los ocho tipos de tratados de medicina. Y de hecho, en ese momento, noble diosa, en esa época, el mercader Jadimdhara tuvo un hijo llamado Jalavãhana, un hijo de mercader, apuesto, justo, atractivo, dotado de las supremas excelencias de una pura complexión, experto en los diversos tratados, hábil en todos los tratados, erudito en el escribir, cálculos y cuentas.
Y de hecho, en ese momento, noble diosa, en esa época, había en la tierra del Rey Suresvaraprabha numerosos cientos de miles de seres afligidos por diversas enfermedades. Oprimidos por sus diversas enfermedades, experimentaban un dolor que era horrible, fuerte, agudo, intenso, desagradable. Y de hecho en ese momento, noble diosa, en esa época, para beneficio de esos numerosos cientos de miles de seres, seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades, el hijo del mercader Jalavãhana generó un supremo pensamiento compasivo: ”Estos (176) numerosos cientos de miles de seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades, están ahora experimentando un dolor que es horrible, fuerte, agudo, intenso, desagradable. Y este padre mio, Jatimdhara, el mercader, doctor, hombre de medicina, experto en los principales elementos, plenamente versado en los ocho tipos de tratados sobre medicina, esta viejo, decrepito, anciano, es mayor, avanzado en años, inclinado sobre un bastón, tiembla mientras camina. El no puede ir a los pueblos, ciudades, poblados, distritos, reinos y palacios para liberar de sus diversas enfermedades a esos numerosos cientos de miles de seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades. ¿Qué pasaría si me acercara ahora a mi padre Jatimdhara y le preguntara sobre la habilidad en los elementos implicados en las enfermedades, de manera que con la habilidad sobre los elementos que he preguntado pueda ir a todos los pueblos, ciudades, poblados, distritos, reinos y palacios, y habiendo ido, pueda liberar de sus diversas enfermedades a esos numerosos cientos de miles de seres afligidos con diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades? (177)
Además, en ese momento, noble diosa, en esa época, Jalavãna, el hijo del mercader, se acerco al lugar donde estaba su padre el mercader. Fue hasta él, rindió homenaje con la cabeza a los pies de su padre Jatimdhara, puso sus manos en el gesto de reverencia y permaneció de pie a un lado. De pie a un lado, Jalavãhana, hijo del mercader, preguntó a su padre, el mercader Jatimdhara, sobre la habilidad en los elementos con los siguientes versos:
”¿Cómo fallan los sentidos, cómo cambian los elementos? ¿En qué momento surgen las enfermedades para los seres corpóreos? ¿Y cómo come uno, durante la estación y fuera de ella, la comida que proporciona bienestar, a través de la cual el fuego corporal no es dañado dentro del cuerpo? ¿Cómo debe practicarse la medicina para curar una enfermedad cuando ha surgido una debido al viento, bilis, flema, o una combinación (de éstas)? ¿En qué momento es perturbado el viento, en qué momento lo es la bilis, en qué momento la flema, de forma que los seres son oprimidos? (178)
Entonces el mercader Jatimdhara expuso la habilidad en los elementos al hijo del mercader Jalavãhana con estos versos:
”La estación de las lluvias se ve que son tres meses, el otoño se dice que son tres, de igual manera el invierno, y también tres la estación caliente. De este modo la sucesión de meses (forman) seis periodos. Un año se dice que tiene doce meses. El periodo mensual debe verse en dos. Comida y bebida son consumidas en concordancia. Y el doctor, su habilidad, y el periodo, han sido explicados. Y los sentidos y elementos cambian durante las divisiones del año. (179) Cambiando los sentidos, las diversas enfermedades surgen para los seres corpóreos. En ese caso, el doctor debe tener habilidad concerniente a las cuatro divisiones en tres meses, los seis periodos en la división (bimensual), y los seis elementos. Comida, bebida, y medicina concuerdan con esta secuencia. La enfermedad debido a un exceso de viento ocurre en la estación de las lluvias. La perturbación de la bilis se enseña (que ocurre) en otoño. De igual manera, (la enfermedad) debido a la combinación (surge) en el invierno. La enfermedad debido al exceso de flema surge en la estación caliente. En la estación de las lluvias, los sabores (característicos son) grasos, templados, salados, y ácidos; en la estación del otoño, grasos, dulces, y fríos; en el invierno, dulces, ácidos, y grasos; y en el verano, ásperos, templados, y amargos. (180) El exceso de flema aparece tan pronto como uno ha comido. El exceso de bilis aparece durante la digestión. El exceso de viento surge tan pronto como uno haya digerido. De esta manera aparecen los tres elementos. Fortalece a aquél que tiene viento, un purgante para eliminar la bilis, en el caso de una combinación (dale) algo dotado con las tres cualidades, y uno debe utilizar un vomitivo durante un periodo de (exceso) de flema. Uno debe saber en que periodos (acontecen) el exceso de viento, bilis o una combinación, (o) exceso de flema. Qué comida, bebida, o medicina deben ser prescritas que concuerden con el tiempo, los elementos, y la persona”.
Entonces Jalavãhana, el hijo del mercader, habiendo preguntado sobre la habilidad en los elementos conectados con las causas subyacentes (de las enfermedades), comprendió la totalidad de los ocho conocimientos médicos. (181) Y de hecho en ese momento, noble diosa, en esa época, Jalavãhana, el hijo del mercader, fue a todos los pueblos, ciudades, poblados, distritos, reinos, y palacios en la tierra del Rey Suresvaraprabha y reconfortó de este modo a todos aquellos numerosos cientos de miles de seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades: ”Yo soy doctor, soy doctor”. De este modo se anunciaba a sí mismo. ”Yo os liberare de vuestras diversas enfermedades”.
Tan pronto como escucharon, noble diosa, a Jalavãhana, el hijo del mercader, pronunciar tales palabras como esas, todos aquellos numerosos cientos de miles de millones de seres se llenaron de completa alegría. Fueron consolados, dotados de inconcebible gozo y alegría. En ese momento, en esa época, a través de su regocijo, numerosos cientos de miles de millones de seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades, fueron liberados de sus diversas enfermedades. Y estuvieron libres de la enfermedad, sin enfermedades. Fueron dotados con la energía, fortaleza, y destreza de antes.
Y de hecho en ese momento, noble diosa, en esa época, de entre esos cientos de miles de millones de seres afligidos con diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades, quienquiera fuera afligido por una enfermedad grave todos iban a ver a Jalavãhana, el hijo del mercader. Y habiendo ido, cualesquiera (182) prescripciones médicas que Jalavãhana, el hijo del mercader, imponía sobre aquellos numerosos cientos de miles de millones de seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades, todas las enfermedades de todos aquellos seres eran de este modo eliminadas. Y se liberaron de la enfermedad o con una enfermedad leve, y dotados con la energía, fortaleza y destreza de antes.
Y de hecho en ese momento, noble diosa, en esa época, en todos los pueblos, ciudades, poblados, distritos, reinos y palacios en la tierra del Rey Suresvaraprabha, todos aquellos numerosos cientos de miles de millones de seres afligidos por diversas enfermedades, oprimidos por diversas enfermedades, fueron liberados de sus diversas enfermedades por el hijo del mercader Jalavãhana.
Así [finaliza] el capítulo decimosexto, el capítulo sobre curar la enfermedad, del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras.
17. CAPÍTULO SOBRE JALAVÃHANA
Además, noble diosa, todos los seres en la tierra del Rey Suresvaraprabha fueron liberados de la enfermedad o con una enfermedad leve por el hijo del mercader Jalavãhana y se volvieron como antes en lo que respecta a la energía, fortaleza y cuerpo. (183) En la tierra del Rey Suresvaraprabha todos los seres se regocijaban, jugaban, disfrutaban de sí mismos, ofrecían regalos, y llevaban a cabo méritos. Ellos honraban al hijo del mercader Jalavãhana: ”Pueda él ser victorioso, pueda el hijo del mercader Jalavãhana ser victorioso, el gran rey de los doctores, el sanador de las enfermedades de todos los seres. Él debe ser ciertamente un Bodhisattva visible. Él ha comprendido la totalidad de los ocho conocimientos medicos”.
Y de hecho, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, tuvo una esposa llamada Jalãmbugarbhã. Y de hecho, noble diosa, Jalãmbugarbhã tuvo dos hijos. Uno fue llamado Jalãmbara, el otro Jalagarbha. (184)
Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, junto con sus dos hijos, visitó sucesivamente los pueblos, ciudades, poblados, distritos, reinos, y palacios. Entonces, noble diosa, en un tiempo posterior Jalavãhana, el hijo del mercader, llego a cierto páramo boscoso. Entonces vio en ese páramo boscoso perros, lobos, chacales, y bandadas de cuervos y (otros) pájaros comedores de carne. Ellos corrían en esa dirección donde se encontraba el estanque Atavĩsambhavã (”surgir en el bosque”). Así que se le ocurrió: ”¿Por qué razón están esos perros, lobos, chacales, y bandadas de cuervos y (otros) pájaros comedores de carne corriendo en esta dirección?”. Así que se le ocurrió: ”¿Qué pasaría si me aproximara ahora a esa región en cuya (185) dirección los perros, lobos, chacales, y bandadas de cuervos y (otros) pájaros comedores de carne están corriendo?”. Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, yendo en el curso de sus visitas sucesivas, alcanzó ese lugar donde estaba el estanque Atavĩsambhavã.
En ese gran estanque vivían diez mil peces. Allí vio muchos cientos de peces privados de agua. Allí genero un pensamiento compasivo. Vio allí una diosa surgir de un árbol solo con la mitad de su cuerpo. Esa diosa habló de este modo al hijo del mercader Jalavãhana: ”Bravo, bravo, noble hijo. Ya que eres llamado Jalavãhana (”dispensador de agua”), da agua a los peces. Por dos razones es uno llamado Jalavãhana: porque uno dispensa agua y porque uno da agua. Por tanto actúa de acuerdo a tu nombre”’. Jalavãhana dijo: ”¿Cuántos, diosa, son esos peces?”. La diosa dijo: ”Hay en total diez mil peces”. Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, genero en gran medida un pensamiento sumamente compasivo. Y en ese momento, noble diosa, en el estanque Atavĩsambhavã (186) quedaba tan solo un poco de agua. Entonces aquellos diez mil peces, habiendo llegado a las puertas de la muerte, privados de agua, se lanzaron hacia ella. Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, corrió en las cuatro direcciones. En cualquier dirección que Jalavãhana, el hijo del mercader, fuera, en esa dirección los diez mil peces se le aparecían a Jalavãhana como lastimosos. Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, corrió en las cuatro direcciones en busca de agua, pero no encontraba agua allí. Miró en las cuatro direcciones. Vio no muy lejos de Allí una gran masa de árboles. Subiéndose a esos árboles y cortando ramas, se acerco al estanque. Habiéndose acercado al estanque, con aquellas ramas hizo una protección muy fría para aquellos diez mil peces.
Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, investigó la llegada de agua al estanque, de dónde podía venir el agua. Corrió en las cuatro direcciones, y no encontró agua. Muy rápidamente siguió el riachuelo. Y de hecho, noble diosa, desde ese estanque Atavĩsambhavã (187) había un gran río llamado Jalãgamã, de donde venia el agua. Y en ese momento este río había sido hecho caer dentro de un gran agujero en tal lugar, por un ser demoníaco, por causa de aquellos diez mil peces, de manera que no habría más llegada de agua para aquellos peces. Viendo esto, pensó: ”Ni siquiera mil hombres podrían llevar el río a su cauce, ¿cuánto menos entonces podría yo llevarlo?”. Regresó.
Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, procediendo muy rápidamente, se acerco al Rey Suresvaraprabha. Habiéndose acercado rindió homenaje con su cabeza a los pies del Rey Suresvaraprabha y se sentó a un lado. Le informo de estas noticias: ”He disipado de hecho las enfermedades de los seres en todos los pueblos, ciudades, (188) poblados, reinos, y palacios en la tierra de Su Majestad. En cierto lugar hay un estanque llamado Atavĩsambhavã. Allí habitan diez mil peces, privados de agua, quemados por el sol. Pueda Su Majestad ofrecerme veinte elefantes de manera que pueda dar vida a aquellos que están en el estado animal tal como les es dada a los hombres”. Entonces el rey Suresvaraprabha ordenó a sus ministros: ”Dadle al gran rey de los doctores veinte elefantes”. Los ministros dijeron: ”Ve a la casa del elefante, gran ser. Toma veinte elefantes. Actúa para el bienestar de los seres”.
Entonces, noble diosa, el hijo del mercader Jalavãhana, junto con sus hijos Jalãmbara y Jalagarbha, tomaron veinte elefantes de los cuidadores de elefantes. Tomando cien sacos de cuero, volvió a donde (189) fluye el gran río llamado Jalãgamã. Habiendo llegado allí, lleno aquellos sacos de cuero con agua, alzo el agua a los lomos de los elefante y fue muy rápidamente al estanque Atavĩsambhavã. Habiendo llegado, descargo el agua del lomo de los elefantes, lleno el estanque en las cuatro direcciones con agua y caminó al rededor en las cuatro direcciones. Donde quiera que fuera Jalavãhana, el hijo del mercader, aquellos diez mil peces se apresuraban tras el.
Entonces, noble diosa, este pensamiento le aconteció a Jalavãhana, el hijo del mercader: ”¿Por qué esos diez mil peces se apresuran tras de mí?” Luego se le ocurrió esto: ”No hay ninguna duda de que estos peces, oprimidos por el fuego del hambre, están buscando comida de mí. ¿Qué pasaría si fuera ahora a darles comida?”.
Entonces, noble diosa, Jalavãhana, el hijo del mercader, habló así a su hijo Jalãmbara: ”Ve, noble hijo, a tu propia morada, montando el elefante más rápido de todos, (190) y habiendo llegado muy rápidamente, háblale de este modo a tu abuelo el mercader: “Abuelo, Jalavãhana habla de este modo: Cualquier comida que pueda estar disponible en esta casa para los padres, hermanos, hermanas, sirvientes masculinos y femeninos, y trabajadores, ponla toda en un solo fardo, ponla sobre el elefante de Jalãmbara y envíala rápidamente a Jalavãhana.
Entonces, su hijo Jalãmbara montó el elefante y se fue muy rápidamente. Se acerco a su propia morada, y habiéndose acercado a él, hizo saber este mensaje con detalle a su abuelo. El abuelo envió todas las cosas como fueron mencionadas anteriormente a Jalãmbara. Entonces su hijo Jalãmbara puso esta comida sobre el lomo del elefante, (191) monto el elefante y regresó al estanque Atavĩsambhavã. Jalavãhana vio que su hijo Jalãmbara había llegado, y viéndole, se puso contento y feliz. Tomó la comida de su hijo, la molió, la echó al estanque y satisfizo a aquellos diez mil peces.
De este modo se le ocurrió: (192) ”He escuchado decir que en otra época en un retiro en un bosque un monje manteniendo el Mahãyãna dijo: ”Quienquiera que en el momento de la muerte escuche el nombre del Tathãgata Ratnasikhin, el Arhat, el plenamente iluminado, renacerá en el mundo gozoso del cielo”. ¿Que pasaría si fuera a exponer ahora a esos peces la profunda Ley de la originación interdependiente?. Les haré escuchar el nombre del Tathãgata Ratnasikhin, el Arhat, el plenamente iluminado”.
Y en ese momento en Jambudvĩpa las visiones de los seres eran de dos tipos: algunos creían en el Mahãyãna, otros lo despreciaban. Entonces (193) en ese momento Jalavãhana, el hijo del mercader, puso ambos pies en el estanque hasta la rodillas y solemnemente hablo de este modo:
”Homenaje al Señor Ratnasikhin, el Tathãgata, el Arhat, el plenamente iluminado, quien, mientras practicaba anteriormente la carrera del Bodhisattva, tomo esta determinación: ”Quienquiera en las diez direcciones escuche en el momento de la muerte mi nombre transmigrará desde allí y renacerá en la misma tierra que los Treinta-y-tres dioses”.
Entonces Jalavãhana, el hijo del mercader, expuso esta ley a aquellos que estaban en el reino animal: Cuando esto surge de esto, de la originación de esto, esto se origina. Ahora, las predisposiciones son el resultado de la ignorancia. La consciencia es el resultado de la predisposición. La individualidad es el resultado de la consciencia. Los seis sentidos son el resultado de la individualidad. El contacto es el resultado de los seis sentidos. La sensación es el resultado del contacto. El apego es el resultado de las sensación. El aferramiento es el resultado del apego. El surgir es el resultado del aferramiento. El nacimiento es el resultado del surgir. Como resultado del nacer allí surgen la vejez, la muerte, el dolor, la lamentación, la congoja, la desesperación, y los problemas. Así es el origen de esta gran masa total de maldad. Ahora bien, de la cesación de la ignorancia surge la cesación de las predisposiciones; de la cesación de las predisposiciones (194) la cesación de la consciencia; de la cesación de la consciencia, la cesación de la individualidad; de la cesación de la individualidad, la cesación de los seis sentidos; de la cesación de los seis sentidos, la cesación del contacto; de la cesación del contacto, la cesación de la sensación; de la cesación de la sensación, la cesación del apego; de la cesación del apego, la cesación del aferramiento; de la cesación del aferramiento, la cesación del surgir; de la cesación del surgir, la cesación del nacimiento; de la cesación del nacimiento, la cesación de la vejez, el dolor, la lamentación, la congoja, la desesperación, y los problemas. Así es la cesación de esta gran masa total de maldad”. De este modo, noble diosa, predico Jalavãhana, el hijo del mercader, en ese momento, en esa época, este sermón de la Ley a aquellos que se encontraban en el estado animal. Y entonces regresó a su casa con sus hijos Jalãmbara y Jalagarbha.
Entonces en una época posterior Jalavãhana, el hijo del mercader, habiendo disfrutado de un gran festival, se tumbó en su cama intoxicado con licor intoxicador. En ese momento, en esa época, aconteció la aparición de un gran signo, cuando, al final de la noche aquellos diez mil peces, habiendo muerto, renacieron en la misma tierra entre los Treinta-y-tres dioses. (195) Y tan pronto como hubieron renacido, surgió allí en sus mentes una reflexión del tipo siguiente: ”¿Por razón de qué buen acto hemos renacido nosotros aquí entre los Treinta-y-tres dioses?” Se les ocurrió entonces: ”En ese Jambudvĩpa nosotros éramos diez mil peces. Mientras estábamos en un estado animal fuimos satisfechos con abundante agua por el hijo del mercader Jalavãhana y con excelente comida. Y el nos predicó la profunda Ley de la originación interdependiente y nos hizo escuchar el nombre del Tathãgata Ratnasikhin, el Arhat, el plenamente iluminado. Por razón de ese buen acto, por esa razón, hemos renacido nosotros aquí entre los dioses. Por tanto ahora iremos ante Jalavãhana, el hijo del mercader. Habiendo ido, le rendiremos homenaje”. Entonces aquellos diez mil hijos divinos desaparecieron de entre los Treinta-y-tres dioses. Aparecieron en la casa del hijo del mercader Jalavãhana.
Y de hecho en ese momento, Jalavãhana, el hijo del mercader, estaba tumbado en su cama. Aquellos hijos divinos pusieron diez mil collares de perlas al lado de su cabeza. Pusieron diez mil collares de perlas en la planta de su pie. Pusieron diez mil collares de perlas en su lado derecho. Pusieron diez mil collares de perlas en su lado izquierdo. (196) Entonces hicieron caer una gran lluvia de flores mandãra y flores mahãmandãra. Y tambores divinos fueron tocados de manera que todos los hombres en Jambudvĩpa despertaron. Y Jalavãhana, el hijo del mercader, despertó. Entonces los diez mil hijos divinos siguieron el camino de los pájaros, y los hijos divinos, haciendo caer una lluvia de flores mandãrãva en diferentes lugares de las tierras del Rey Suresvaraprabha, llegaron al estanque Atavĩsambhavã. Haciendo caer sobre ese gran estanque una gran lluvia de flores mandãrãva, desaparecieron en ese mismo lugar. Habiendo regresado a su morada entre los dioses, se regocijaron allí con las cinco cualidades del deseo, jugaron, y retozaron. Experimentaron gran gloria y buena fortuna. Y en Jambudvĩpa la noche se volvió día.
Entonces de hecho el Rey Suresvaraprabha preguntó a sus astrólogos y altos oficiales: ”¿Por qué (197) aparecieron esos signos la noche anterior?”. Ellos dijeron: ”Pueda por favor Su Majestad saber: en la casa del hijo del mercader Jalavãhana llovieron allí cuarenta mil collares de perlas y Allí descendieron lluvias divinas de flores mandãrãva”. El rey dijo: ”Señores, mandad llamar a Jalavãhana, el hijo del mercader, con amables palabras”. Entonces los astrólogos y los altos oficiales fueron a casa de Jalavãhana, y habiendo ido, hablaron de este modo a Jalavãhana, el hijo del mercader: ”El Rey Suresvaraprabha te ha invitado”.
Entonces Jalavãhana, el hijo del mercader, junto con los altos oficiales, fueron ante el Rey SureSvaraprabha. El rey pregunto: ”Jalavãhana, ¿sabes tú por qué aparecieron tales signos la noche anterior?”. Entonces Jalavãhana, el hijo del mercader, habló de este modo al Rey Suresvaraprabha: ”Lo sé, (198) Su Majestad. Con seguridad fueron los diez mil peces que murieron”. El rey dijo: ”¿Cómo lo sabes?” Jalavãhana dijo: ”Dejemos ir a Jalãmbara, Su Majestad, al estanque y ver si esos diez mil peces están vivos o muertos”. El rey dijo: Así sea”. Entonces Jalavãhana, el hijo del mercader, hablo así a su hijo Jalãmbara: ”Ves, hijo, mira en el estanque Atavĩsambhavã (y ve) si esos diez mil peces están vivos o muertos”.
Entonces su hijo Jalãmbara fue muy rápidamente a el estanque Atavĩsambhavã, y acercándose al mismo, vio que esos diez mil peces habían muerto. Y viendo una gran lluvia de flores mandãrãva volvió de nuevo y le dijo a su padre; ”Están muertos”.
Entonces Jalavãhana, el hijo del mercader, escuchando estas palabras de su hijo, fue ante el Rey Suresvaraprabha y reveló con detalle estas noticias: ”Pueda por favor Su Majestad saber que los diez mil peces están muertos y han renacido entre los Treinta-y-tres dioses. Fue por su (199) poder sobre nosotros que tales signos auspiciosos aparecieron la noche anterior, que llovieran en nuestra casa cuarenta mil collares de perlas y flores mandãrãva”. Entonces el rey se puso contento, alegre, lleno de alegría, feliz.
Entonces el Señor habló de nuevo así a la noble diosa Bodhisattvasamuccayã: ”Si, noble diosa, pensases entonces que era otro, que era en ese momento, en esa época, el rey llamado Suresvaraprabha. Aún otra vez no debe verse así. ¿Por qué? Dandapãni el Sãkyan era en ese momento, en esa época, el rey llamado Suresvaraprabha. Si, noble diosa, pensases entonces que era otro, que era en ese momento, en esa época, el mercader llamado Jatimdhara. (200) Aún otra vez debe verse así. ¿Por qué?. El Rey Suddhodana era en ese momento, en esa época, el mercader llamado Jatimdhara. Si, noble diosa, pensases entonces que era otro, que era en ese momento, en esa época, el hijo del mercader llamado Jalavãhana. Aún otra vez no debe verse así. ¿Por qué? Yo era en ese momento, en esa época, Jalavãhana, el hijo del mercader. Si, noble diosa, pensaras entonces que ella era otra, que ella era en ese momento, en esa época, su esposa llamada Jalãmbugharbhã. Aún otra vez no debe verse así. ¿Por qué? Gopã, la hija Sãkya, era en ese momento, en esa época, la esposa de Jalavãhana, el hijo del mercader, llamada Jalãmbugharbhã. Rãhula era en ese momento, en esa época, su hijo llamado Jalãmbara. El noble Ãnanda era en ese momento, en esa época, su hijo llamado Jalagarbha. Si, noble diosa, pensases entonces que ellos eran otros, que ellos eran en ese momento, en esa época, los diez mil peces. Aún otra vez no debe verse así. ¿Por qué?. Estos diez mil hijos divinos, encabezados por Jvalanãntaratejorãja, eran en ese momento, en esa época, los diez mil peces, quienes fueron saciados con agua y con excelente comida por mí y a quienes predique la profunda Ley de la originación interdependiente, y a quienes hice escuchar el nombre del Tathãgatha Ratnasikhin, el Arhat, el plenamente iluminado. Por razón de ese buen acto han venido ellos aquí a escucharme, donde yo los he profetizado ahora para la suprema y perfecta iluminación. Debido a su gran (201) reverencia al escuchar la Ley con deleite, fe, y alegría, todos ellos han obtenido profecías y nombres. Si, noble diosa, pensases entonces que ella era otra, que era otra en ese momento, en esa época, la diosa-árbol. No debe verse así. ¿Por qué? Tú, noble diosa, eras en ese momento, en esa época, la diosa-árbol”.
”Por estos medios, noble diosa, debe ser ello dado a conocer así, que mientras yo estaba girando en el ciclo de existencias, maduré a muchos seres hacia la iluminación, quienes alcanzarán todos el estadio de la profecía para la suprema y perfecta iluminación”.
Así [finaliza] el capítulo decimoséptimo, el capítulo sobre la vida anterior de los peces-discípulos de Jalavãhana, del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras.
18. CAPÍTULO SOBRE LA TIGRESA
Poco después, noble diosa, como Bodhisattva tuve que sacrificarme a mí mismo para beneficio del bienestar de los demás. ¿Cómo fue eso?. (202)
Esparciendo sobre cielo y tierra rayos de cientos de puras, inmensas, diversas virtudes, con percepción y conocimiento, poder y destreza no obstruidos, el Señor, atendido por mil monjes, vagando en su carrera a través de los distritos, en los distritos de Pãñcãlas, llegó a cierta parte del bosque. Allí vio una región de la tierra adornada con diversas flores sobre una superficie cubierta de hierba verde, blanda, oscura. Y habiéndola visto, el Señor llamó al venerable Ãnanda: ”Esta región de la tierra es hermosa, Ãnanda, y en ella está (203) la marca de la bendición para un sermón. Dispón ahora el asiento del Tathãgata”. Entonces él dispuso el asiento de acuerdo a las órdenes del Señor. Y habiendolo dispuesto, hablo de este modo al Señor:
”El asiento esta listo. Siéntate, Señor, supremo, excelente, dador de gran ayuda para los hombres, sin igual, dispensador de liberación. Puedan los sermones sobre el néctar supremo ser enviados para el bienestar de los hombres, Oh tú que has sido liberado de la esclavitud de la existencia”.
Entonces el Señor se sentó en ese asiento y mandó llamar a los monjes: ”¿Deseáis entonces, monjes, ver las reliquias del Bodhisattva, que ha llevado a cabo actos difíciles?”.
Cuando se hubo dicho esto, los monjes hablaron así al Señor: ”Esta vez, el mejor de los visionarios, ha venido, prócer de los seres excelentes, para que veamos las reliquias de aquél que se deleita en la calma y la contención, quien sobresale en paciencia y fortaleza, quien se deleita en una mente de recuerdo, quien fue establecido en ilimitadas virtudes. Di bien esto”. (204)
Entonces el Señor golpeo la superficie de la tierra con su mano, cuya palma estaba marcada por una rueda de mil radios y la que era tan suave como un nuevo loto floreciendo. Y tan pronto como fue golpeada, la tierra se movió de seis maneras. Y de allí surgió una estupa hecha de joyas, oro, y plata. Entonces el Señor mando llamar al venerable Ãnanda: ”Abre esta estupa Ãnanda”. Entonces el venerable Ãnanda, escuchando al Señor, abrió la estupa. Allí vio un recipiente hecho de oro, cubierto con ornamentos dorados, joyas, y perlas. Y viéndolo, habló de este modo al Señor:
”Señor, un recipiente hecho de oro se ha alzado”. El Señor (205) dijo: ”Estos son siete recipientes. Ábrelos todos”. Y él en concordancia los abrió todos. Allí vio reliquias cuyo color se parecía al de la nieve o de los nenúfares blancos. Y viéndolos, hablo así al Señor: ”Señor, hay reliquias presentes”. El Señor dijo: ”Trae aquí, Ãnanda, las reliquias del gran ser”. Entonces, tomando esas reliquias, el venerable Ãnanda se las llevo al Señor Buddha. Y el Señor cogió las reliquias, las puso ante la asamblea y dijo:
”Estos eran los huesos de uno dotado con una abundancia de excelentes virtudes, con rara compostura, meditación, y paciencia, buena mente, energía y fama, quien actuó continuamente más y más con su mente sobre la plena iluminación, de uno cuya energía era firme, de uno que era resuelto, y de uno que se deleitaba siempre en el desinterés”. (206)
Entonces el Señor mandó llamar a los monjes: ”Venerad, monjes, las reliquias del Bodhisattva, que son aromatizadas con la moralidad y la virtud, que son extremadamente difíciles de contemplar, y que se han convertido en campo de méritos. Entonces los monjes pusieron sus manos en el gesto de reverencia y con mentes conversas rindieron homenaje con sus cabezas ante esas reliquias.
Entonces el venerable Ãnanda, poniendo sus manos en el gesto de reverencia, habló de este modo al Señor: ”El Señor, el Tathãgata, se ha alzado por encima de la totalidad del mundo (y por tanto) es venerado por todos los seres. Pero ¿cómo es que el Tathãgata venera estos huesos?”. Entonces el Señor hablo así al venerable Ãnanda: ”Es debido a estos huesos, Ãnanda, que yo desperté rápidamente así a la suprema y perfecta iluminación”.
Anteriormente, Ãnanda, en tiempos pasados, hubo un rey llamado Mahãratha, quien poseía mucha riqueza, grano, carros, poder, y cuyo poder y destreza eran no obstruidos. Tuvo tres hijos que parecían hijos de los dioses: Mahãpranãda, Mahãdeva, y Mahãsattva. (207)
”Entonces el rey salió fuera hacia un lugar en un parque para hacer deporte. Y los príncipes, a través de su apego a las virtudes de este parque y a través de su deseo de flores, corriendo de aquí para allí, entraron en el gran bosque Dvãdasavanagulma. Entonces cuando los hijos del rey hubieron marchado los sirvientes de los príncipes se fueron, rechazados por los príncipes. Entraron en el gran parque protegido Dvãdasavanagulma. Entonces Mahãpranãda hablo a sus dos hermanos: ”El miedo entra en mi corazón. Vámonos, no vayamos a encontrar la muerte aqui por las bestias salvajes”. Mahãdeva dijo: ”Yo no tengo miedo, excepto de la separación de mi gente amada. Este pensamiento es el que prevalece en mi corazón”. Mahãsattva dijo: (208)
”Yo no tengo miedo aquí ni siquiera ansiedad en este claro del bosque, alabado por los visionarios, solitario. Este corazón mío se regocija por motivo de la adquisición de supremos, inmensos, grandes beneficios”.
”Entonces los príncipes, paseando por ese claro en el Dvãdasavanagulma, vieron a una tigresa que había dado a luz hacia siete días, rodeada por sus cinco cachorros, torturada por el hambre y la sed, su cuerpo extremadamente débil. Y viéndola, Mahãpranãda dijo: “Ah, ¡ay!, esta desdichada habrá dado a luz hace seis o siete días. (209) Si no encuentra comida ahora, devorará a sus propios cachorros o morirá de inanición”. Mahãsattva dijo: ”¿Qué comida (le convendrá) a esta desdichada?”. Mahãpranãda dijo: Carne tibia y sangre caliente sería lo que se dice aquí que es la comida de los tigres, hienas, osos, y leones”. Mahãdeva dijo: ”Esta desdichada aquí tiene un cuerpo afligido por el hambre y la sed, le queda poca vida, y esta muy débil. En su posición no puede encontrar comida. ¿Quién se sacrificará a sí mismo por bien de salvar su vida?”. Mahãpranãda dijo: ”Difícil, buen hombre, es el autosacrificio”. Mahãsattva dijo: ”Esta carrera es difícil para la gente de mente pequeña como nosotros que estamos apegados a la vida y al cuerpo, pero para los demás embarcados en el autosacrificio, buena gente dedicada al bienestar de los demás, no es difícil. Además:”(210)
”Los seres nobles, elevándose por piedad y compasión, toman su cuerpo en los cielos y aquí en la tierra. Cien veces sin cambiar aquí, trabajan con mentes alegres para beneficio de la vida de otros”.
”Entonces los príncipes, extremadamente deprimidos, examinaron a la tigresa durante largo tiempo sin pestañear ni salir. Entonces se le ocurrió esto a Mahãsattva: ”Es tiempo ahora para mi autosacrificio. ¿Por qué?”.
”Durante mucho tiempo ha sido mantenido este cuerpo putrefacto con muy costosas camas, vestidos, bebidas, comida, y vehículos. Caracterizado por la descomposición y la destrucción, finalmente cuarteándose, teniendo un final aciago, no muestra al principio su propia naturaleza, desagradable (como es)”.
Además (211) no hay nada que ganar de él porque es completamente impuro. Lo utilizaré ahora en un buen acto. Por tanto será para mí un barco para cruzar el océano del nacimiento y la muerte. Además:”
”Sacrificando (este) cuerpo, el cual se ha convertido en un absceso, poseído de cientos de existencias, cargado de excremento y orina, sin substancia, igual que espuma, cargando cientos de gusanos, devorando sus actos, obtendré el cuerpo de la Ley, el cual esta libre de dolor, sin cambio, sin aglomeraciones, puro, plenamente dotado con virtudes tales como la meditación, cargado con cientos de virtudes, sin defectos”. (212)
”Habiendo preparado así su mente, su corazón lleno de excelente compasión, distrajo a aquellos dos: ”Vosotros dos salid, yo entraré por mi cuenta en el Dvãdasavanagulma”.
”Entonces el príncipe Mahãsattva volvió de esa parte del bosque, fue hacia la morada de la tigresa, dejó a un lado sus ropas sobre una planta trepadora del bosque y tomo una determinación:
”Para beneficio del bienestar del mundo, deseoso de despertar a la sin igual, bendecida iluminación, por compasión, con una mente inquebrantable, ofrezco mi cuerpo, lo que para otros es tan difícil de sacrificar. (213) Pueda yo obtener la iluminación, la que esta libre de la enfermedad, reverenciada por los hijos de los Budas, libre de enfermedad. Pueda yo liberar al triple mundo del océano de existencia, del miedo”.
”Entonces Mahãsattva cayó frente a la tigresa. Entonces la tigresa no le hizo nada al Bodhisattva. Entonces el Bodhisattva pensando: ”¡Ay! Está débil e incapaz”’, se levanto y busco un cuchillo. El compasivo no encontró un cuchillo en lugar alguno. Cogiendo un palo de bambú muy fuerte, de cien años, y con él abrió su garganta, cayó ante la tigresa. Y tan pronto como el Bodhisattva cayó, (214) esta tierra, al igual que un barco zarandeado por el viento en medio del océano, se agitó de seis maneras. El sol, como si fuera devorado por Rãhu, no brillaba con sus rayos. Y cayó una lluvia de flores, mezcladas con perfumes y polvos divinos”.
”Entonces, cierta diosa, su mente vencida por el asombro, alabó al Bodhisattva:
”Ya que tu compasión, tolerante, ha llegado hasta aquí por todos los seres, ya que sacrificas aquí con regocijo tu cuerpo, héroe entre los hombres, aquí lograrás, libre de problemas, pacifico, dentro de poco el bendecido, el excelente, justo lugar que esta vacío del significado de nacimiento y muerte”.
”Entonces de hecho la tigresa, viendo al Bodhisattva, cuyo cuerpo estaba cubierto de sangre, en un abrir y cerrar de ojos dejó solamente los huesos, sin carne ni sangre”. (215)
”Entonces Mahãpranãda, percibiendo el temblor de la tierra, habló de este modo a Mahãdeva:
”Ya que esta tierra con sus mares hasta el océano se sacude en las diez direcciones y el sol ha sido privado de sus rayos, una lluvia de flores ha caído, y mi mente perturbada, mi hermano ha ofrecido ahora aquí su cuerpo”.
”Mahãdeva dijo: ”Y ya que él habló con voz compasiva cuando vio (a la tigresa) dispuesta a devorar a sus propios cachorros, llena de hambre, consumida por cientos de problemas, mi mente es muy débil (y) yo aquí he dudado”. (216)
”Entonces los dos príncipes, vencidos por un extremo dolor, sus ojos bañados en lágrimas, volvieron por donde habían venido y llegaron a la misma presencia de la tigresa. Vieron todas sus ropas sobre un brote de bambú, sus huesos mugrientos de sangre, esparcidos, y su pelo dispersado en diversas direcciones y subdirecciones. Viendo esto, se desmayaron y cayeron al suelo sobre sus huesos. Cuando, recobrando la consciencia después de un buen rato, se levantaron, con los brazos alzados pronunciaron un grito de desdicha:
”¡Ay! por nuestro querido hermano y el rey, de igual modo por su madre, quien estaba dedicada a su hijo. Su madre nos preguntará: ”¿Dónde está el tercero de vosotros, aquél cuyos ojos son grandes como el loto?”. (217)
”¡Ay! mejor sería para nosotros en esta parte de la tierra la muerte que la vida. ¿Cómo miraremos nosotros, sin Mahãsattva, a nuestra madre y padre?”.
”Entonces los dos príncipes salieron, lamentándose piadosamente de diversas maneras. Entonces los sirvientes del príncipe, corriendo en las direcciones y subdirecciones en busca del príncipe, al verse unos a otros, preguntaron: ¿Dónde esta el príncipe? ¿Dónde esta el príncipe?”.
”‘Y en ese momento la reina, tumbada sobre su cama, vio un sueño mostrando la separación de un ser amado. Fue de este modo. Su pecho estaba siendo cortado y sus dientes arrancados. Las tres jóvenes palomas que sujetaba estaban atemorizadas y una fue cogida por un halcón. (218) Entonces cuando su corazón fue aterrorizado por el temblor de tierra, la reina se despertó de repente y se perdió en el pensamiento:
”¿Por qué este sostenedor de los seres, cuyos vestidos son los océanos, se agita violentamente? El sol ha sido privado de sus rayos, como si apuntaran al dolor en mi pecho. (219) Mis extremidades me causan aflicción. Mi ojo tiembla, y mi pecho es como si hubiera sido cortado. Pueda ser para mí el bienestar de mis hijos, que fueron al claro del bosque a hacer deporte”.
”Y entonces cuando estaba reflexionando, un sirviente, cuyo corazón estaba agitado, entro e informó a la reina: “Reina, los asistentes del príncipe lo están buscando. Se dice que tu amado hijo ha muerto”. Y tan pronto como escuchó esto, la reina, su corazón temblando, sus ojos y cara llenos de lágrimas, fue hasta el rey y dijo: ”Señor, se dice que mi amado hijo ha perecido”. El rey también, su corazón temblando, fue reducido a una suprema aflicción: ”¡Ay, pobre de mí!. He sido separado de mi amado hijo”.
”Entonces el rey reconforto a la reina: ”No te aflijas, buena reina. Seremos enérgicos en la busqueda del príncipe”. Mucha gente salió allí en busca del príncipe (y) abandonó, (220) entonces después de un corto momento el rey vio venir a los dos príncipes desde lejos. Habiéndolos visto, el rey dijo: “Aparecen los príncipes, pero no todos ellos. ¡Ay, pobre de mí! Seguramente he sido despojado de mi hijo”.
”No surge tanta alegría en los hombres al ganar un hijo como sufrimiento surge de la perdida de un hijo. Ciertamente bendecidos son aquellos que no tienen hijos en este mundo o aquellos hombres que han alcanzado la muerte con sus hijos todavía vivos”.
”Entonces la reina, vencida por un extremo dolor, como una camella golpeada en las partes vitales, exclamó un grito de desdicha:
”Si mis tres hijos con su grupo de sirvientes han entrado en el claro del bosque lleno de flores, ¿dónde está el tercero, que es como mi propio corazón, si el más joven de ellos no vuelve?”’. (221)
”Y cuando esos dos hubieron llegado, el rey, que estaba impaciente por preguntarles, preguntó a los dos príncipes: ”¿Dónde esta (nuestro) hijo más joven?”. Entonces, afligido por el dolor, sus ojos nublados por lágrimas, sus paladares, dientes, y bocas resecas, esos dos no dijeron nada. La reina dijo:
”Hablad de una vez. Mi mente me falla, y mi cuerpo está severamente oprimido. ¿Dónde está el tercero, mi hijo amado? Este corazón mío desea como si fuera a reventar”.
”Entonces los dos príncipes dieron a conocer en detalle lo ocurrido. Tan pronto como lo hubieron escuchado, el rey y la reina se quedaron sin sentido. Y tan pronto como volvieron en sí, sollozando con voz lastimera, fueron a ese lugar. Entonces el rey y la reina, viendo sus huesos sin sangre, carne ni tendones, y sus pelos esparcidos en las direcciones y subdirecciones, cayeron al suelo como árboles zarandeados por el viento. Entonces el sacerdote y los ministros, (222) viendo la situación, revivieron el cuerpo del rey y de la reina con agua y ungüentos de sándalo Malaya. Entonces, recobrando la consciencia después de largo tiempo, el rey se levantó y lamento con voz lastimera:
”¡Ay!, amado hijo, delicioso, apuesto, ¿por qué te has ido tan rápidamente bajo el poder de la muerte?. ¿Por qué no ha venido a mi antes la muerte? No habrá para mi ninguna otra aflicción más grande que esta”.
”Y la reina, habiendo recobrado el sentido, con el cabello despeinado, golpeando su pecho con sus brazos, retorciéndose sobre el suelo como un pez lanzado sobre una tierra seca, como una hembra de búfalo, que ha perdido a su hijo, como una camella que ha perdido a su cría, gimió con voz lastimera:
”¡Ay!, amado hijo, ¿por quién ha sido roto este loto (223) y lo ha esparcido por el suelo? ¿Quién es mi enemigo sobre la tierra, que ha asesinado ahora a mi hijo, cuyos ojos cautivaban al corazón, cuyo rostro se parecía a la luna? ¡Ay!, ¿por qué no perece ahora este cuerpo, ya que contempló a mi excelente hijo sobre el suelo? Está bastante claro que este corazón mío está hecho de hierro, ya que habiendo percibido el desastre no se ha roto. ¡Ay!, este fruto ha sido el resultado de ese sueño maligno cuando en medio de mi sueño alguien cortó mis dos pechos con una espada y arranco mis dientes: hoy mi amado hijo ha perecido con rapidez. (224) Al igual que una de las tres palomas que sostenía me fue arrancada por un halcón, hoy, cuando rodeada de mis tres hijos, uno ha sido llevado por la muerte”.
”Entonces el rey y la reina profirieron lamentaciones de muchos tipos con voz lastimera. Sacándose todos sus ornamentos, rindieron homenaje a las reliquias de su hijo en compañía de una gran multitud y depositaron las reliquias del príncipe en este lugar”.
”Si de hecho, Ãnanda, pensases que era otro, que él era en ese momento, en esa época, el príncipe real llamado Mahãsattva. Eso no debe verse así. ¿Por qué? En ese momento, en esa época, yo era el príncipe real llamado Mahãsattva. Incluso entonces, Ãnanda, cuando no estaba completamente libre de las pasiones, el odio, y la locura, ayudé al mundo entero con sus aflicciones como los infiernos ¿cuánto más soportaré ahora, cuando estoy libre de todo defecto y he alcanzado la perfecta iluminación, un eón en los infiernos para beneficio de cada ser sintiente o liberarles del ciclo de nacimiento?. (225) Yo, el mejor de los seres, he ayudado al mundo entero con numerosos y diferentes actos muy difíciles”.
Entonces el Señor pronunció en ese momento estos versos:
”Durante muchos eones me he sacrificado a mí mismo mientras buscaba esta suprema iluminación. Así como me convertí en rey o príncipe, así sacrifique mi cuerpo. Recuerdo que en anteriores nacimientos hubo un rey llamado Mahãratha. Y este tenía un hijo muy generoso llamado el excelente Mahãsattva. Y entonces este tenía dos hermanos llamados Mahãdeva y Mahãpranãda. Y los hermanos fueron juntos a un bosque salvaje. (226) Vieron a una tigresa vencida por el hambre. La compasión surgió en ese excelente ser: ”Porque ahora me sacrificaré a mí mismo, pues esta tigresa, oprimida por el hambre y la sed, devorará a sus propios cachorros”. Y Mahãsattva, hijo de Mahãratha, se deslizó por la ladera de la montaña, cuando vio a la tigresa hambrienta, para salvar a las crías de la tigresa, por compasión. La tierra con sus montañas se agitó. Volaron diversas bandadas de pájaros. Una manada de ciervos se atemorizó. Este mundo fue llenado de oscuridad. Sus dos hermanos, Mahãpranãda y Mahãdeva, habiendo buscado en ese gran, excelente bosque, no encontraron a Mahãsattva. (227) Con extrema y profunda pena y dolor en sus corazones, vagaron, inconscientes, por el bosque. Buscaron a su hermano, sus rostros (cubiertos) de lágrimas. Vagaron por el medio del bosque. Ambos príncipes, Mahãpranãda y Mahãdeva, fueron donde descansaba la débil tigresa. Viendo a la tigresa y a sus cachorros, los labios de la tigresa cubiertos de sangre, y viendo algunos cabellos y huesos esparcidos por el suelo, ya que unas pocas gotas de su sangre habían caído al suelo, los dos príncipes contemplaron el suelo rociado de sangre. Se desmayaron y con sus mentes afectadas, cayeron allí al suelo, sus extremidades cubiertas de barro y polvo, despojados de su sentido de la memoria, con pensamientos confusos. Y sus asistentes, lamentándose con voz lastimera, oprimidos por una profunda pena, los rociaron de agua y sollozaban de pie con los brazos alzados. (228) Y tan pronto como cayó, su madre y portadora, la reina principal, junto a quinientas mujeres, entró en palacio y se sentó cómodamente. Producida por ambos pezones de su pecho, de repente fluyó leche pues todo su cuerpo estaba atormentado como si fuera pinchado por agujas. Su corazón lleno de una extrema pena profunda, perforada por la flecha de la pena profunda de la pérdida de su hijo, se acercó al rey con una mente muy apesadumbrada, consumida por una pena profunda, sollozando con voz lastimera, y entonces dijo al Rey Mahãratha: ”Escúchame, rey, señor de los hombres. Mi cuerpo arde con el fuego del dolor. (229) De ambos pezones de mi cuerpo se ha producido leche de repente. Mi cuerpo está atormentado como si fuera pinchado por agujas. Y mi corazón no puede aguantar más. Ya que tal ha sido el signo, no contemplaré de nuevo la visión de mis amados hijos. En mi separación de mis hijos, dame mi vida. Ten compasión. Hoy en un sueño vi a mis tres jóvenes palomas. La tercera de las jóvenes palomas es amada y atractiva para mí. Un halcón entro allí, y la joven paloma fue arrebatada por el halcón. (230) En mi sueño tal pena profunda entró en este corazón mío. Como resultado de pensar demasiado en el fuego de mi dolor, dentro de poco me llegará la muerte. En mi separación de mis hijos, dame mi vida. Hágase compasión”. Habiendo hablado de este modo, la reina principal se desmayó y cayó al suelo, pues fue despojada del sentido de la memoria, sus pensamientos fallaron, y su mente se tornó inconsciente. Y toda la multitud en el harén lloraron y gimieron con voz lastimera al ver a la reina principal caer inconsciente al suelo. Inmediatamente, el rey, afligido con el dolor de perder a su hijo, fue con sus ministros y asistentes a encontrar el príncipe. Las gentes de toda la ciudad salieron de sus diversas casas y se pararon allí. De este modo llegaron ellos. (231) Sus rostros (cubiertos) de lagrimas, llorando, preguntaron por Mahãsattva en los caminos: ”¿Está vivo o muerto? ¿Dónde se ha ido ahora Mahãsattva? ¿Veré hoy a aquél que es encantador, quien es querido y encantador a la vista de los seres?” De repente el viento del dolor, el cual no puede ser escuchado, avanzó en esta región, fiero, sin hacer ruido, (y aún) con un sonido agudo debido a magia sin limites. El Rey Mahãratha se levantó, llorando, afligido por el dolor, y roció a su reina principal, que había caído al suelo, con chorros de agua. Roció a su mujer hasta que recobró su memoria. Y ella se levantó y, con una mente infeliz, preguntó: ”¿Han muerto mis hijos o viven?”. Y el Rey Mahãratha habló de este modo a su reina principal: (232) ”Los ministros y asistentes han ido en las subdirecciones para encontrar a los príncipes. No estés demasiado infeliz de mente (o) continuamente con pena en tu corazón”. Y así consoló Mahãratha a su reina principal. Salió del palacio real con su cara (cubierta) de lágrimas, llorando, enfermo de dolor, asistido por un grupo de ministros, con una mente muy infeliz y con ojos infelices. Saliendo de la excelente ciudad para encontrar a los príncipes, muchos cientos de miles de seres, con sus caras (cubiertas) de lagrimas, llorando, salieron corriendo. Viendo que el rey había salido, se unieron tras el rey. El Rey Mahãratha partió inmediatamente de la ciudad. (233) Con ojos inquietos miró en las (diez) direcciones para ver a sus amados hijos. Vio venir (hacia él) cierto hombre, cuya cabeza había sido afeitada, cuyos miembros estaban cubiertos de sangre, cuyo cuerpo estaba cubierto de barro, su rostro (cubierto) de lágrimas, llorando. Y un feroz dolor surgió en el corazón del Rey Mahãratha. Con su cara (cubierta) de lágrimas, lloró, y estando de pie con los brazos alzados, se lamentaba. Entonces cierto ministro vino corriendo, rápidamente, desde lejos. Se acercó al señor de los hombres y habló al Rey Mahãratha: ”No tengas dolor en tu mente, rey. Tus encantadores hijos están vivos. (234) Pronto verás a tu excelente encantador hijo viniendo aquí ante tu presencia”. El rey prosiguió por un momento. Entonces vino un segundo ministro. Cubierto con polvo y cubierto con vestidos mugrientos, con su rostro (bañado) en lagrimas, le dijo esto al rey: ”Dos de tus hijos, gran rey, están vivos (pero) encendidos por el fuego del dolor. Un excelente hijo vuestro no es visible, rey. Mahãsattva fue consumido por la incertidumbre, y cuando vio a la tigresa, quien había dado a luz recientemente, deseosa de comerse a sus propias crías, el excelente príncipe Mahãsattva produjo un gran poder de compasión por ellos y tomo una noble determinación por la iluminación: ”Y yo liberaré a todos los seres aquí. Pueda en un tiempo futuro lograr la profunda, noble iluminación, la cual he deseado”. (235) Entonces Mahãsattva se deslizo por la ladera de la montaña. La tigresa se levantó, vencida por el hambre. En un momento dejo su cuerpo sin carne y solo le dejo algunos huesos del príncipe”. Y habiendo escuchado así la terrible palabra, el Rey Mahãratha se desmayó. Y cayó al suelo, sus pensamientos habiendo fallado. Y el fuego de su dolor ardía muy feroz. (236) Sus ministros y asistentes, gimiendo con voz lastimera, afligidos por el dolor, lo rociaron de agua. De pie y con los brazos alzados y lamentándose, un tercer ministro le dijo al rey: ”Hoy he visto a ambos príncipes desmayados allí en ese gran bosque. Ambos cayeron al suelo, sus pensamientos habiendo fallado, y los rociamos con agua, hasta que recobraron la memoria. Ardiendo, miraron en las cuatro direcciones. Por un momento permanecieron Allí de pie, (entonces) cayeron al suelo y gimieron con voz lastimosa. Ellos dos se pusieron de pie con los brazos alzados y pronunciaron elogios de su hermano”. Y el rey tuvo pensamientos tristes en su corazón. (237) Sus pensamientos estaban consternados por la pérdida de su hijo. Ardiendo de dolor se lamentaba, porque así reflexionaba el rey: “Uno de mis hijos, amado, encantador, ha sido devorado por el gran Rãksha de la impermanencia. Puedan mis otros dos hijos no alcanzar la destrucción de sus vidas a través del fuego de su dolor. Por qué continuaré rápidamente hacia allí. Contemplaré a esos dos hijos de amada apariencia. Y (los llevaré) con un rápido vehículo a la capital y los haré entrar con rapidez en palacio. (238) Pueda el corazón de su madre y portadora no romperse por fuego de su dolor. Y viendo a sus dos hijos, pueda ella obtener paz y no encontrar la pérdida de su vida”. Y el rey, junto con un grupo de ministros, montó su elefante y fue a ver a sus hijos. Y viendo a sus dos hijos cruzando juntos el camino, gritó el nombre de su hermano con voz lastimosa. El rey tomó a sus dos hijos, y llorando, continuó camino de la ciudad. Muy rápido, como alguien con prisa, mostró a la reina sus dos hijos”. ”Y yo, el Tathãgatha Sãkyamuni, fui anteriormente el excelente Mahãsattva, (239) el hijo del Rey Mahãratha, a través del cual la tigresa fue hecha feliz. Porque Suddhodana, el excelente rey, era el Rey de nombre Mahãratha. Y la excelente Reina Mãyã era la reina principal. De igual modo, Maitreya era Mahãpranãda. Entonces estaba el hijo del rey Mahãdeva: él era Mañjusri el Príncipe. Mahãprjãpatĩ era allí la tigresa. Los cinco monjes eran las crias de la tigresa”. ”Entonces el gran rey y la gran reina profirieron muchas lamentaciones lastimeras diferentes, se sacaron todos sus ornamentos, y junto a una gran multitud rindieron homenaje ante las reliquias de su hijo. (240) Ellos depositaron esas reliquias de Mahãsattva en ese lugar y construyeron esta stũpa hecha de siete joyas. Y cuando Mahãsattva ofreció su cuerpo a la tigresa, tomo la siguiente determinación a través de la compasión: ”Que a través de este sacrificio de mi cuerpo puedan todos los seres en tiempos futuros durante eones que exceden cualquier cálculo ser causa de llevar a cabo el acto de Buddha”.
Mientras esta exposición estaba siendo revelada, innumerables seres, criaturas incluyendo a hombres y dioses, elevaron su pensamiento hacia la suprema y perfecta iluminación. Y ésta es la razón, ésta la causa de la revelación de esta stũpa aquí. Y esa stũpa, a través de la bendición de Buddha, se hundió en el suelo en ese mismo lugar.
Así (finaliza) el capítulo decimoctavo, el capítulo sobre la tigresa, del excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras. (241)
19. CAPÍTULO SOBRE LA ALABANZA DE TODOS LOS TATHÃGATAS
Entonces aquellos numerosos cientos de miles de Bodhisattvas se acercaron al Tathãgatha Suvarnaratnãkaracchatrakũta. Habiéndose acercado, lo veneraron con sus cabezas a los pies de Suvarnaratnãkaracchatrakũta y permanecieron de pie a un lado. Permaneciendo de pie a un lado, los numerosos cientos de miles de Bodhisattvas pusieron sus manos en el gesto de reverencia y alabaron al Tathãgatha Suvarnaratnãkaracchatrakũta con los siguientes versos:
”El cuerpo de Buddha es como el color del oro. Sus miembros son brillantes como el color del oro. Él tiene el color del oro como el señor dorado de las montañas. El vidente es un loto blanco de color dorado. Sus miembros están adornados con marcas mayores que son buenas. Su miembros están decorados con diversas marcas menores buenas. Es muy brillante, con el magnífico esplendor del oro. Es muy puro, plácido, como el señor de las montañas. Él posee la voz de Brahma, el sonido de Brahma, el de voz agradable. Tiene la voz del león, el sonido de una nube atronadora. Su voz atronadora de sesenta tipos es una voz muy pura. (242) La voz de Buddha tiene el sonido de un pavo o de un cuco hindú. El Buddha es muy puro, muy brillante con un esplendor impecable, plenamente adornado con las marcas de cientos de méritos. El Buddha es un océano de muy puro, intachable conocimiento, esta dotado de todas las excelentes virtudes de (el monte) Sumeru. El Buddha tiene una suprema compasión por el bienestar de los seres, es un excelente concededor de bendiciones en los mundos, un buen expositor de la más alta verdad, un prócer para la bendición del Nirvãna completo. Él es un concededor de la bendición del néctar. [El Buddha es un excelente expositor del néctar de la Ley, un prócer para la ciudad del néctar, una mina de todas las bendiciones, un lugar de bendición. El Buddha libera a los seres de la aflicción, libera a las criaturas del océano de la aflicción, conduce a las criaturas de manera excelente al camino de la paz y da toda bendición a las criaturas. Es imposible en vuestro caso hacer comparación con la extensión del océano de virtud y conocimiento del Buddha. Tú tienes compasión por todos los seres,] el poder del amor, recursos, y heroísmo. No es posible en pleno mundo de los dioses exponer uno por uno en muchos miles de millones de eones los méritos de una gota del océano de tu virtud y conocimiento. (243) Esto ha sido expuesto brevemente por mí. ¿Qué es (ello sino) una gota de virtud surgida de un océano de virtud? Y cualquier cantidad de mérito que yo haya acumulado, a través de eso, puedan los seres tocar la suprema iluminación”. Entonces el Bodhisattva Rucraketu se levantó de su asiento, cubrió un hombro con su túnica, puso su rodilla derecha en el suelo, puso sus manos en el gesto de reverencia hacia el Señor, y en ese momento alabó al Señor con los siguientes versos:
”Señor de los sabios, tú tienes las marcas de cientos de méritos y están adornados con miles de espléndidas, brillantes virtudes. Tienes una complexión noble, una excelente, plácida apariencia, una brillantez emitida como si fuera por mil soles. Tu brillantez es llenada con el ardor de numerosos rayos. (244) Te pareces a las joyas llenas de diversos colores. Tienes el brillo del azul, blanco u oro, el brillo del berilio, del amanecer cobrizo o del cristal. Tú iluminas las montañas Sumeru. Tú iluminas numerosos millones de campos. Tú inmovilizas las feroces, severas aflicciones. Tú satisfaces a los seres con excelentes bendiciones. Tu complexión y sentidos son puros y eres hermoso de contemplar. El cabello de tu cabeza brilla con el color de un pavo real. Su esplendor es como un loto lleno de abejas. (245) Estás adornado con las virtudes puras de la compasión. Has acumulado excelentes méritos por medio de la meditación y el amor. Estás equipado con marcas menores de diversos colores. Estás adornado con (tales) virtudes como las (siete) ramas de la iluminación (incluyendo) las meditaciones. Pues eres un dispensador de alegría, un dispensador de bien, un dispensador de bendiciones, la fuente de una mina de toda bendición. Estás adornado con diversas virtudes profundas. Tú brillas en miles de millones de campos. Ardes con rayos, los cuales como si fueran a causar fuego, y eres como la órbita completa del sol en el cielo. Dotado de todas las virtudes como Sumeru, (246) apareces en todas las esferas mundiales. Parecido a la leche de vaca, a una concha marina, a un lirio blanco o a la luna, teniendo el color de la nieve, como un hermoso loto blanco, la línea de tus dientes brilla desde tu rostro como lo es el cielo si fuera (iluminado) por el ganso real. El círculo de pelo en medio de tu plácido rostro de semblante como la luna, gira hacia la derecha, es muy rizado, coloreado del color del berilio, negro. Con sus rayos, brilla como el sol en el cielo”. (247) Entonces la noble diosa Bodhisattvasamuccayã en ese momento alabó al Señor con los siguientes versos:
”Homenaje al Buddha, cuya iluminación es pura, quien ha realizado la elocuencia en la pura Ley, quien ha realizado un yo libre de los caminos de la anarquía, quien tiene una realización pura del conocimiento de la existencia y la no existencia. ¡Cuán infinita es la gloria de Buddha! ¡Cómo se parece al océano o a Meru! ¡Cuán infinita es la esfera de Buddha, difícil de obtener como lo es la flor del árbol udumbara! ¡Cuán compasivo es el Tathãgata, un estandarte en la familia de los reyes Sãkya, un sol entre los señores de los hombres! (248) Con sus sentidos calmados, el Tathãgatha Sãkyamuni, calmo, excelente, entró en la ciudad de la calma. Profunda, calma, implacable fue su meditación. Él entró en esa esfera del victorioso Buddha”.
”Y los cuerpos de los Srãvakas están vacíos. Los lugares donde moran los mejores de los que tienen dos piernas están vacíos. Todas esas cosas y su naturaleza están vacías. Y los seres están vacíos. Un yo no es encontrado en absoluto”.
Constantemente, constantemente, yo recuerdo al Buddha. Y constantemente estoy ansiosa por la visión del Buddha. Y siempre, constantemente, tomo una determinación para poder ver el Buddha-sol. Constantemente permaneciendo con mi rodilla en el suelo, soy consumida por una extrema ansiedad por ver al Buddha. (249) Gimiendo de manera lastimosa por el beneficio del Buddha, estoy extremadamente deseosa de ver a aquél que ha logrado el gozo. Ardo constantemente con el fuego de la ansiedad. Dame el agua fría de su apariencia. Estoy extremadamente deseosa de ver su forma. Lléname de alegría con el agua de la compasión. Actúa por mí con la sensación de la compasión, Buddha. Concédeme tu apariencia, tu plácida forma. Pues el mundo con sus dioses ha sido protegido por ti. Y de este modo están los cuerpos de los Srãvakas vacíos. (250) Y todos los seres son por naturaleza un sueño, igual al espacio, teniendo al cielo por su naturaleza, parecidos a magia, a un espejismo, a la luna (reflejada) en el agua. Vacíos están los grandes entre vosotros, los Buddha. [La esfera del Tathãgatha es pura como el cristal, maravillosa, y muy profunda. De entre todos los seres nadie es capaz de conocerla. De entre los videntes poseídos de los cinco tipos de conocimiento supernatural, de entre todos los Sãravakas y Pratyekabuddhas, nadie es capaz de conocerla. Ahora no tengo duda alguna concerniente a la esfera de Buddha. ¡Puedas tu por tanto por misericordia y compasión mostrarme tu cuerpo!]”.
Entonces el Señor se levanto de su asiento y habló con la voz-Brahma: ”Bravo, bravo a ti, noble diosa! ¡Bravo a ti, noble diosa, y una vez más bravo!”.
Esto dijo el Señor, y los Bodhisattvas encabezados por la noble diosa Bodhisattvasammucayã y la gran diosa Sarasvatĩ, y toda la asamblea, (251) encabezada por dioses, hombres, Asuras, Garudas, Kimnaras, Mahogaras y similares, aclamaron con regocijo la palabra del Señor.
El noble, el excelente Suvarnabhãsa, rey de los sũtras, ha finalizado.
APÉNDICE: LA INTRODUCCIÓN KHOTANESA
La traducción mejorada de la introducción Khotanesa aquí añadida debe mucho a la investigación del Profesor P.O.Skjærvø. Para un comentario detallado el lector debe esperar a la publicación de su edición crítica.
...Esta (es) mi petición al Señor Buddha y a los Bodhisattvas y dioses, diosas, hombres, Nãgas, (y) Yaksas. Puedan ellos recibir esta mi veneración de la Ley, (esta) auspiciosa plegaria...
Éstas son las razones proporcionadas para ello en este sũtra en base a lo cual es llamado Rey de los Sũtras”.
La curso de la vida de los Buddhas está expuesta en él, y a través de ello, la noble (doctrina) misma (de la) vacuidad (es expuesta) de una buena manera, y el cuerpo de la Ley de los Señores Buddhas es expuesta a través de ello, y la manifestación de la vida (de los Tathãgathas es expuesta a través de ello como siendo) ilimitada, y los muy difíciles actos primeros (de los Buddhas) y las meditaciones (son expuestas) a través de ello, (y también) los muy difíciles actos del Bodhisattva, y las profecías de muchos hijos divinos (para la ilumi-nación), y los elogios (son expuestos) a través de ello, y las confesiones, y maduraciones y felicitaciones, y súplicas, y ruegos, y el gran poder de Buddha, y la destrucción de los actos maliciosos (son expuestos a través de ello), y los dhãranĩs. Y aquí en este sũtra el cuidado por todos los seres en este nacimiento (y) en otros nacimientos es expuesto. Y el conocimiento de los reyes es expuesto a través de ello, cómo él sustenta a los seres de la tierra (del rey), cómo ellos (los reyes) los establecen (a los seres) en la Ley de manera que ellos no lleguen en absoluto a un estado maligno, cómo pueden ellos ser cuidados con las cosas de este nacimiento: ésta (es) la exposición en este sũtra. También cómo uno elimina las enfermedades corporales de los seres enfermos, esta exposición (es encontrada) aquí. Por tanto es este sũtra llamado Rey de los Sũtras”. De los sostenedores de todos los demás sũtras también (es) su soporte. Por tanto es este (sũtra) llamado el Rey de los Sũtras”. ”Suvarna” significa oro”; ”bhãsa”, significa ”brillando”. Así como de entre las substancias preciosas el oro, se dice que brilla como el mejor, así este sũtra por tales razones como éstas, brilla como el mejor. Por tanto, es llamado el ”Suvarnabhãsottama”, porque (es) el mejor (sũtra).
Ya que he ordenado que se escriba este Suvarnabhãsottama Sũtra en Khotanes y (así) hacerlo entendible... cualquier beneficio que pueda ser adquirido por mí aquí, yo lo comparto con todos mis familiares, empezando por mi madre, padre, hermanas, (y) hermano, con (mis) amigos, consejeros espirituales, (y) todos los parientes. Y con toda la tierra de Khotan, y con todos los seres de la tierra de Khotan yo (lo) comparto. Y de esa manera yo comparto con todos los seres este bien. Y pueda yo de ese modo obtener de manera segura la iluminación sin restricción. Y este bien también y estos méritos se los llevo a los Cuatro Grandes Reyes, y a la Gran Diosa Srĩ, para (ellos) va el mejor compartir de entre estos méritos míos aquí. Pueda ese (compartir) de manera segura ser tan prospero a través de los méritos de los Buddhas (y) los Bodhisattvas como ha sido expuesto en este sũtra.